COLUMNISTAS | ABEL ORTÍZ
Un segundo, un ratito muy cortito, un pellizco. Para escuchar. Hay voces y ecos, charangas de todos los colores, ruido y música, furia, volumen descomunal, gritos y acordes. Ahora, los de la claque, cambian la partitura a empujones en mitad del concierto.
Se trata de sacar a la pista al artista Albert Pla, resucitando a Rubianes, por decir lo que le ha dado la gana, y montar un concurso patriótico sicalíptico, que ya era pijo en los años veinte, a ver quien la tiene más rojigualda. Es un proceso de énfasis en lo identitario, antañón afirmación nacional, similar al del ciervo rojo macho en la berrea.
Si en tu pasaporte pone que eres español y has nacido en Burgos hay serios indicios como para afirmar ante la ONU que, efectivamente, eres español. No basta con eso. Puedes ser español, pero malo. Ser buen o mal español es una cosa que decide no sé muy bien qué tribunal y conlleva sus obligaciones.
Por ejemplo, si alguien a tu lado, en cualquier circunstancia o situación, pronuncia la palabra Gibraltar tú obligación es ponerte de puntillas levantar la barbilla y gritar ¡Español¡ como si tuvieras allí una finca, o una abuela, en vez de reconocer que ni has estado, ni piensas ir, y tienes serias dificultades para situar el peñón en un mapa.
Lo de Catalunya también une mucho. Los catalanes, el enemigo interior, ese es el problema de quienes siempre consideraron a los demás tierra conquistada. Españoles dudosos pues no sólo no son de Burgos sino que además, prueba irrefutable de su infraespañolidad, hablan raro.
Nada de troikas, ni de reservas federales, nada de Merkel ni Bildelberg, nada de estafa, ni de deudas mafiosas, los villanos tradicionales, atávicos, funcionan mejor para el público mayoritario. Desengañémonos, nada vende más que un Barsa-Madrid, madre de todas las batallas entre los ejércitos desarmados simbólicos más simbólicos y menos desarmados.
A estas alturas del expolio las derechas y algunas izquierdas, a las tres orillas del Ebro, agitan banderitas. Hay puestos de churros, torrijas y pacharán. La feria ya se oye por todos los canales. Crecepelo garantizado. Alicatamos estatutos, enmendamos constituciones, el respeto a la ley y bla, bla, bla que me tengo que ir a Marbella de fin de semana caribeño.
Si la mayoría de los catalanes, los vascos o los austrohúngaros, no quisieran ser españoles, deben ser convencidos de su error por las buenas o por las malas, eso de ser autónomo, dotarse uno mismo de la ley, está muy bien si el final lo dibuja Walt Disney.
Ser español a la fuerza, sin ser de Burgos ni nada, ni siquiera de Valladolid, es una identidad impuesta. Usted se llama José porque lo digo yo que soy la autoridad competente y además me va a copiar cien veces el artículo 155. Si sabré yo como se llama usted y cuantas copas me tengo que tomar….