En el último número de Tierra y Libertad ha aparecido el artículo «El anarquismo ante la catástrofe climática». En él se abre un interesante campo de debate sobre el que también en el número 3 de la revista Estudios se toca en el artículo de Uri Gordon «Negros presagios: política anarquista en la época del colapso». A este respecto, rescatamos un texto de Peter Gelderloos en el que sintéticamente se expresa una posibilidad de plantear una alternativa a las políticas dominantes en el ámbito climático.
Una solución anarquista al calentamiento global
Si la respuesta de los capitalistas verdes al cambio climático solo le echará más leña al fuego, y si el gobierno a escala mundial es incapaz de resolver el problema, como ya lo he argumentado en artículos previos[1][2], ¿cómo los anarquistas sugerirían reorganizar la sociedad para poder disminuir la cantidad de gases invernaderos en la atmósfera, y sobrevivir a un mundo que ya ha cambiado?
No hay una sola posición anarquista, y muchos anarquistas se niegan a ofrecer cualquier tipo de propuesta argumentando que si la sociedad se libera del Estado y el capitalismo, esta cambiará orgánicamente, y no de acuerdo a un anteproyecto. Además, la actitud policial, de ver el mundo desde arriba e imponer cambios, es inextricable a la cultura que es responsable de destruir el planeta y oprimir a sus habitantes.
Sin embargo, quiero bosquejar una posible manera de cómo podríamos organizar nuestras vidas, no dando una propuesta concreta, sino porque las visiones nos hacen más fuertes, y todos nosotros necesitamos el coraje para romper de una vez por todas con las instituciones existentes y las soluciones falsas que ofrecen. Siguiendo los propósitos de este texto, no voy a entrar a ninguno de los importante debates con respecto a ideales — niveles apropiados de tecnología, escala, organización, coordinación, y formalización. Voy a describir como una sociedad ecológica y anti-autoritaria podría manifestarse, fluyendo desde la complejidad social del momento presente. Por razones de simplicidad, tampoco entraré en el debate científico sobre qué es y qué no es sostenible. Esos debates y la información que presentan son accesibles extensamente para quienes quieran hacer su propia investigación.
Baso la descripción de este posible futuro mundo en lo que es físicamente necesario y lo que es éticamente deseable, en concordancia con las siguientes premisas.
- La extracción de combustibles fósiles y su consumo deben detenerse por completo.
- La producción de comida industrial debe ser reemplazada por la cosecha sostenible de comida al nivel local.
- Estructuras centralizadas de poder son inherentemente explotadoras del medio ambiente y opresivas hacia la gente.
- La mentalidad de valor cuantitativo, acumulación, producción, y consumación —o mejor dicho, la mentalidad del mercado libre— es inherentemente explotadora del medio ambiente y opresiva hacia la gente.
- La ciencia médica esta infundida con un odio del cuerpo humano, y aunque haya perfeccionado respuestas efectivas a nuestros síntomas, es dañina para nuestra salud de la manera en que es practicada actualmente.
- La descentralización, la asociación voluntaria, la auto-organización, el apoyo mutuo, y la no-coerción son viables y han funcionado, dentro y fuera de la civilización occidental, innumerables veces.
Bienvenidos al futuro. Nadie hubiera pensado que la sociedad global sería de esta manera. Su característica más definitiva es su heterogeneidad. Algunas ciudades han sido abandonadas, árboles crecen a través de sus avenidas, ríos fluyen donde antes el asfalto cubría la tierra, y los rascacielos se desmoronan mientras ciervos pastan en sus cimientos.
Otras ciudades prosperan, pero han cambiado hasta volverse irreconocibles. Techos, lotes baldíos, y veredas han sido convertidas en huertas. Árboles de frutas y nueces forman hileras en cada cuadra. Gallos cantan cada amanecer. Alrededor de un décimo de las calles —las mas grandes vías— permanecen pavimentadas o empedradas, y buses funcionando con biodiésel las recorren con frecuencia. Otras calles han sido ampliamente invadidas por jardines y huertas, aunque ciclovías recorren en el centro de estas. Los únicos edificios que tienen electricidad las veinticuatro horas al día son las plantas de tratamiento de agua, los hospitales, y las estaciones de radio. Los teatros y los edificios comunitarios obtienen energía hasta tarde en rotación, para que puedan quedarse abiertos para noches de cine u otros eventos. Todo el mundo tiene velas y lámparas a cuerda, así que siempre hay alguna luz en muchas ventanas hasta tarde. Pero no es nada parecido a como era antes; en la noche se pueden ver las estrellas en el cielo, y los niños quedan boquiabiertos cuando los mayores les dicen como la gente había abandonado ese placer.
La electricidad es producida por una red de plantas de energía que queman desperdicios agrarios (como mazorcas de maíz por ejemplo) y biocombustibles, y a través de una cantidad reducida de eólicas y paneles solares. Pero la ciudad funciona con solo una fracción de lo que usaba previamente. La gente calienta y enfría sus hogares por medio de un diseño solar y eficiente, sin electricidad alguna. En las regiones mas frías, la gente complementa esto en el invierno con la quema de combustibles renovables, pero las casas están bien aisladas y los hornos están diseñados con la máxima eficiencia, así que no se necesita mucho. La gente también cocina con hornos a base de combustible, o en climas más templados con hornos solares. Algunas ciudades que utilizan más electricidad para la industria manufacturera y para mantener formas de generación de electricidad renovables (solar, eólica, y energía de la marea) también cocinan con electricidad. Muchos edificios tiene una lavadora colectiva, pero todas las prendas se secan a la antigua: en una cuerda.
Nadie tiene un refrigerador aunque cada edificio o piso tiene un congelador comunal. La gente aprovisiona alimentos perecederos como yogurts, huevos, y vegetales en una nevera portátil o en el sótano, y comen alimentos frescos o los enlatan. La gente cosecha la mitad de lo que consume en las huertas de su cuadra. Casi todos alimentos que consumen son cosechados a veinte millas de donde viven. Ningún alimento es genéticamente modificado o producido con químicos, y todos son producidos por su sabor y nutrición, no por su perennidad y facilidad de transporte. En otras palabras, todos los alimentos saben mejor, y la gente es mucho más saludable. Enfermedades cardiacas, diabetes, y cáncer, algunos de los mas grandes asesinos de la sociedad capitalista, se han desvanecido. Los súper virus, creados durante el capitalismo, que mataron a millones de personas durante el colapso, han desaparecido por la mayor parte, y el uso de antibióticos ha casi terminado, la gente vive en condiciones más sanas globalmente y tienen sistemas inmunes más fuertes, y los viajes globales no son ni tan frecuentes ni tan acelerados. La gente también tiene una mucha mayor conciencia con respecto al medio ambiente y una conexión personal con la bioregión porque se alimentan de lo que se produce en temporada y lo que se cosecha localmente, y también porque son ellos mismos quien lo cosechan.
Cada hogar tiene un inodoro de abono y un fregadero, pero no hay desagüe. Se ha vuelto un tipo de regla sobreentendida alrededor del mundo que cada comunidad debe tomar responsabilidad de sus propios desperdicios. Deshacerse de desperdicios con la corriente de un río se ha vuelto el tabú más grande. Las relativamente pocas fábricas que quedan usan fungí y microbios en grandes terrenos forestales alrededor de las zonas industriales para remediar cualquier contaminante que produzcan. Los barrios convierten sus desperdicios en compost o combustible. La cantidad de agua es limitada, por lo tanto los edificios están equipados con atrapa-lluvias para las huertas. Los hogares que exceden por mucho la cuota recomendada del uso del agua son públicamente abochornados. La cuota recomendada no es impuesta; es simplemente una sugerencia distribuida por quienes trabajan en el sindicato de agua, basada en la cantidad de agua que la ciudad está permitida de desviar de la fuente principal, y en concuerdo con todas las comunidades que comparten la fuente.
En la mayoría de ciudades, la gente organiza asambleas periódicas para el mantenimiento de huertas, vías, calles, edificios, organizar guarderías, y mediar disputas. La gente también participa en reuniones con cualquier sindicato o proyecto de infraestructura al cual quieren dedicar su tiempo. Estos pueden incluir al sindicato de agua, el sindicato de transporte, el sindicato de electricidad, el hospital, la unión de constructores, la unión de enfermeros (la mayoría de la atención médica es realizada por herboristas, naturistas, homeópatas, acupunturistas, masajistas, parteras, y otros especialistas que visitan los hogares), o fábricas. La mayoría de estas organizaciones están descentralizadas al máximo, confiando a individuos y pequeños grupos de trabajo en cómo hacer su trabajo, aunque cuando es necesario se coordina a través de reuniones que usualmente funcionan como asambleas abiertas usando consenso, con una preferencia por compartir perspectivas e información sin tomar decisiones siempre y cuando sea posible. Algunas veces, reuniones inter-regionales (como por ejemplo la reunión de comunidades que comparten la fuente de agua) son organizadas con una estructura de delegaciones, aunque las reuniones siempre están abiertas a todo el mundo, y siempre buscan el llegar a decisiones que satisfagan a todos ya que no hay instituciones coercitivas y cualquier tipo de coerción es desaprobada por tratas de “traer de vuelta los viejos tiempos”.
Como el poder está siempre localizado en la medida que es posible, la gran mayoría de decisiones es tomada por individuos o grupos pequeños que comparten afinidad y trabajan juntos regularmente. Una vez que no hay énfasis para controlar y acumular poder, en imponiendo homogeneidad o la singularidad de resultados, la gente descubre que la mayor parte de la coordinación puede ocurrir orgánicamente, con gente diferente tomando diferentes decisiones y resolviendo por sí mismos como reconciliar sus decisiones con las de los demás.
Aunque las sociedades de hoy están estructuradas para crear sentimientos de comunidad y mutualidad, existe también espacio para la privacidad y la soledad. Muchos barrios tiene cocinas comunales y comedores, pero la gente puede y a menudo cocina y come por sí mismos, cuando les da la gana. Algunas sociedades tienen duchas públicas, y otros no, dependiendo de diferencias culturales. La forzada comunalización de experimentos pasados en utopías socialistas está ausente en este mundo. La propiedad privada ha sido abolida en el sentido clásico de los medios de producción que la gente necesita para su supervivencia, pero cualquiera puede tener cuantos objetos personales puedan conseguir — ropa, juguetes, reservas de caramelos u otros manjares, una bicicleta, etc.
Mientras mas pequeña la comunidad, la probabilidad es mayor de que opere con una economía de regalo —cualquier cosa que no uses lo das como regalo, reafirmando tus lazos sociales y aumentado la cantidad de objetos en circulación— la cual es tal vez la economía más común y de más larga trayectoria en la historia del ser humano. Más allá del nivel barrial, o cuando se trata de objetos raros o que no son producidos localmente, la gente puede comerciar. Los sindicatos de algunas ciudades pueden utilizar un sistema de cupones para la distribución de cosas que escasean o de producción limitada. Si trabajas en el sindicato de electricidad, por ejemplo, puedes obtener un número de cupones que luego puedes utilizar para conseguir cosas de la fábrica de bicicletas o de algún granjero fuera de la ciudad.
Los artículos más comúnmente producidos en las fábricas son bicicletas, herramientas de metal, ropa, papel, equipo médico, biodiésel, y vidrio. Más común que la fábrica es el taller, en el cual la gente fabrica cualquier tipo de cosas, con una calidad mayor y a un ritmo mas lento y digno (y saludable). Los talleres usualmente usan materiales reciclados (después de todo, hay muchos antiguos centros comerciales llenos de cachivaches y chatarra) y fabrican cosas como juguetes, instrumentos musicales, ropa, libros, radios, generadores de electricidad, bicicletas, y partes de automóviles.
El trabajo no es obligatorio, pero casi todo el mundo trabaja. Cuando no tienen jefes y pueden hacer cosas que son útiles, la gente tiende a disfrutar del trabajo. Aquellos que no contribuyen trabajando de ninguna forma son a menudo despreciados o excluidos de los aspectos mas agradables de vivir en sociedad, pero nunca es considerado aceptable el negar a alguien comida o tratamiento médico. Porque no ayudan a sus prójimos, es poco probable que consigan buenas comidas, consultas médicas, masajes, o acupuntura a menos que tengan un problema específico, pero nunca se les dejará morir de hambre. Es una pequeña carga de recursos para la comunidad, pero nada comparado con el parasitismo de jefes, políticos, y fuerzas policiales del pasado.
No hay más policías. Generalmente, la gente está armada y entrenada en defensa propia, y la vida de todos incluye actividades que incentivan sentimientos colectivos o comunales de interés propio. La gente depende de la cooperación y el apoyo mutuo para sobrevivir y ser felices, así que aquellos que dañan sus lazos sociales se insolan y se hacen daño. La gente peleó por derrocar a sus opresores. Derrotaron a la policía y las fuerzas armadas de las clases dirigentes, y recuerdan esta victoria. La imperativa de nunca volver a ser gobernados forma una gran parte de su identidad hoy en día. No serán intimidados por el ocasional psicópata o pandillas de mafiosos.
En breve, la ciudad tiene una desdeñable huella ambiental. Una alta densidad de gente vive en una área determinada, que sin embargo contiene gran diversidad, con muchas especies de plantas y animales cohabitando la ciudad. No producen polución que no remedien ellos mismos. Toman agua de la fuente, pero mucho menos que en una ciudad capitalista, y en acuerdo con otras comunidades que usan esa misma fuente. Botan gases invernaderos a través de la quema de combustible, pero la cantidad es menor a la que absorben de la atmósfera por medio de su propia agricultura (pues todos sus combustibles son de origen agrario, y el carbón que botan es el mismo que esas plantas removieron de la atmósfera mientras crecían). Casi toda la comida es local y producida sosteniblemente. Existe una pequeña cantidad de producción industrial, pero la gran parte de esta usa materiales reciclados.
Afuera de la ciudad, el mundo ha cambiado mucho más. Desiertos, selvas, regiones montañosas, pantanos, tundras, y otras áreas que no pueden sosteniblemente soportar altas poblaciones humanas han regresado a su estado natural. Ningún tipo de programa gubernamental fue necesario para crear reservas naturales; simplemente no valía la pena quedarse en esos lugares cuando la producción de combustibles fósiles se detuvo. Muchas de estas áreas han sido reclamadas por sus habitantes indígenas originarios. En muchas de estas, la gente vive como cazadores-recolectores, llevando a cabo la más inteligente forma de economía posible en esa bioregión y tornando la noción convencional de lo que es futurístico de cabeza.
Algunas comunidades rurales son auto-suficientes, sustentadas con la agricultura y la ganadería, o mas intencionalmente con la permacultura. Mucha gente que dejó las ciudades durante el colapso formó estas comunas, y son más felices y sanos que durante el capitalismo. Algunas de las comunidades permaculturales son compuestas de unidades familiares mas tradicionales, con cada familia ocupada de uno o dos acres de tierra, extendidos en una distribución homogénea sobre un vasto territorio. Otras constan de un núcleo densamente poblado, con cientos de habitantes viviendo en doce acres de campos intensamente cultivados, rodeados por árboles frutales y prados con frutas, nueces, y ganado, rodeados a su vez por un anillo de bosques naturales que sirven de amortiguador ecológico, y como espacio para la ocasional tala de árboles, y la caza de animales. Estas comunidades rurales son casi completamente auto-suficientes; tienen una relación sostenible con la tierra, fomentan una alta biodiversidad, y su emisión de gases de efecto invernadero netamente equivale a cero.
Las comunidades rurales en los estrechos radios de las ciudades llevan a cabo una agricultura intensa, ayudada por algunos productos manufactureros, enlazando una relación simbiótica con sus vecinos urbanos. Cada semana, utilizando carruajes o camionetas biodiésel, traen comida y biocombustibles hacia un barrio específico de la ciudad, y se llevan de vuelta compost (la mayoría proveniente de inodoros ya que los restos de comida sirven para alimentar a las aves urbanas). Con este nutritivo compost, vidrio para invernaderos, herramientas de metal, y el ocasional tractor o arado mecánico compartido entre varios minifundios, se puede producir altos rendimientos todo el año sin destruir la tierra ni dependiendo en químicos o carburantes fósiles. Usan la siembra intercalada y otros métodos derivados de la permacultura para preservar el estado saludable de la tierra y evitar las pestes. Las granjas están dotadas de árboles fruteros y pequeños bosques; así que hay una gran biodiversidad, incluyendo gran cantidad de aves que se alimentan de insectos. Ya que no practican la mono-cultivación, las pestes y las enfermedades no se expanden tan incontrolablemente como en la agricultura capitalista. El uso de plantas nativas, diferentes especies, la protección del suelo, y la preservación de bosques también mitigan el impacto de las sequías y el clima extremo causado por el cambio climático.
Todavía existe una cantidad aceptable de transporte entre bioregiones. Las ciudades están conectadas por medio de trenes biodiésel, y la gente cruza regularmente los océanos en barcos que funcionan por medio de energía eólica. Una cantidad definida de comercio interregional funciona de esta manera, pero el transporte interregional principalmente sirve para permitir el movimiento de gente, ideas, e identidades. La gente es menos móvil que en los últimos días del capitalismo, pero por otro lado, no tienen que preocuparse por seguir los caprichos de la economía que los obligaba a partir en busca de trabajo. Las bioregiones son casi completamente auto-suficientes económicamente, y la gente encuentra el sustento necesario. Si quieren partir es porque quieren viajar para ver el mundo, y son libres de hacerlos porque las fronteras dejaron de existir.
La comunicación a larga distancia funciona principalmente a través de la radio. La mayoría de comunidades urbanas y semi-urbanas tiene teléfono e internet. La producción altamente tóxica de computadores ha casi terminado, pero algunas pocas ciudades usan métodos innovadores y mas limpios para manufacturar computadores en una escala mínima y mas lentamente. Sin embargo, existen suficientes repuestos en circulación que la mayoría de vecindades pueden mantener algunas computadores funcionando si así lo desean. Mucha gente rural vive lo suficientemente cerca de una ciudad para tener acceso a estas formas de comunicación de vez en cuando. Todavía se reciben noticias de todo el mundo, y se continúa a cultivar una identidad que es parcialmente global.
La base económica de la sociedad se ha diversificado bastante en cada comunidad lingüística. En otras palabras, alguien puede vivir en una comuna agrícola con un nivel de tecnología muy similar al de la sociedad occidental en el siglo diecinueve, pero a proximidad existe un bosque habitado por cazadores-recolectores, y algunas veces al año van a una ciudad organizada por sindicatos y asambleas, donde hay electricidad, buses, una estación de tren o un puerto, donde se puede ver películas o leer el blog de alguien al otro lado del planeta. Imágenes y noticias de alrededor del mundo pasan por cada comuna regularmente. Se habla el mismo idioma y se comparte una cultura e historia similar con estas comunidades que de lo contrario serían tan diferentes. Un efecto de esto es que una exclusiva identidad insular que podría traer problemas, entre estos la regeneración potencial de comportamientos dominadores e imperialistas, es constantemente balanceada por el crecimiento de una identidad global y la mezcla con miembros tan diferentes de una comunidad amplia. En realidad, ya que la mayoría de comunidades lingüísticas se extienden mucho mas allá de una bioregión y ya que la gente disfruta de una movilidad social sin precedentes, existe una circulación sin fin de gente entre estas diferentes comunidades; cada individuo decide, cuando llegan a una cierta edad, si quieren vivir en la ciudad, el campo, o los bosques. No solamente las fronteras no existen entre naciones artificialmente construidas; las fronteras sociales tampoco detienen el movimiento entre diferentes categorías identitarias y culturales.
Para la gente mayor, esta forma de vida se asemeja al paraíso, mezclado con los sombríos detalles de la realidad — conflictos, trabajo duro, desamores, y drama banal. Los jóvenes simplemente piensan que este tipo de vida es resultado de sentido común.
Y cada año, el mundo se cura una poco más de los estragos causados por el capitalismo industrial. Nuevas áreas se vuelven silvestres y la cantidad de bosques y humedales aumenta, mientras que áreas altamente pobladas se vuelven ecosistemas saludables gracias a la jardinería, la permacultura, y la eliminación de autos. Los niveles de gases de efecto invernadero se reducen lentamente, por primera vez en décadas; el carbón vuelve a los suelos, a los bosques y humedales, a nuevas áreas urbanas verdes; y la quema de combustibles se detiene. Más de un tercio de las especies en el planeta se extinguieron antes de que la gente cambie su manera de vivir, pero ahora que la pérdida de hábitat se reversa, muchas especies regresan a proliferar. Mientras la humanidad no olvide la lección mas difícil que haya aprendido, en algunos millones de años, la biodiversidad del planeta será tan grande como siempre lo fue.
Una vida digna ha reemplazado el lucro como el nuevo barómetro social, y en un golpe a todos los ingenieros del planeamiento social, todo el mundo puede hacer sus propias medidas, y determinar por sí mismos como lograrlo. La gente ha recuperado la habilidad de alimentarse y alojarse por sí mismos, y las comunidades individuales han mostrado que ellas son las que se encuentran mejor situadas para diseñar un modo de sostenibilidad adaptado a condiciones locales y los varios cambios resultado del calentamiento global. Era sentido común. La sola solución que todos los que se beneficiaban del cambio climático nunca hubieran discutido era la única que podía funcionar.
Durante un largo tiempo, la gente no creía a quienes advertían sobre el cambio climático, sobre el colapso ecológico, y otros problemas creados por el gobierno y el capital; los mismos que clamaban soluciones radicales. Al final, vieron que la mejor decisión que hayan tomado en sus vidas fuera la de parar de confiar en aquellos en el poder, los responsables de todos esos problemas, y en vez comenzar a confiar en sí mismos, y aventarse.
A esos lectores que dudan la posibilidad de esta visión, pueden echarle un vistazo a «Campos, Fábricas, y Talleres» de Piotr Kropotkin, donde científicamente se muestra una proposición similar, hace ya más de cien años. También pueden revisar cómo la tierra nativa donde viven fue organizada antes de la colonización. De donde yo vengo, la Confederación Powhatan mantuvo la paz y coordinó el comercio entre varias naciones en el sur de la Bahía Chesapeake. Al norte, los Haudensaunne mantuvieron la paz entre cinco, y luego seis naciones, por cientos de años. Ambos grupos soportaron una alta densidad de población mediante la horticultura intensiva y pescando sin degradar el medio ambiente.
Donde ahora vivo, en Barcelona, los trabajadores tomaron la ciudad y las fábricas y manejaron todo por sí mismos en 1936. Y en donde estoy escribiendo este artículo, en Seattle, hubo una huelga general de un mes en 1919, y los trabajadores también se probaron capaces de organizarse y mantener la paz. No es un sueño. Es una posibilidad inminente, pero solamente si tenemos el coraje de creer en ella.