Hay cientos de historias como ésta
que ningún fabulador por perverso que fuese
podría urdir mejor.
Un muchacho soñó que ponía una bomba
y al día siguiente lo contó a sus amigos.
No conozco su nombre pero sigue en la cárcel.
Hasta soñar está prohibido en Palestina.
Ángel Petisme
(Insomnio de Ramalah, Editorial Eclipsados, 2005)