Estamos en las semanas del medio ambiente. Somos gente cool, somos gente verde. El politiqueo nacional se enorgullece de dar cabida a una cumbre internacional por el clima. ¿Y eso qué significa? Que gente trajeada venida desde sus respectivas empresas, perdón, países; representante del statu quo, nos dirán cómo hemos de hacer las cosas para crecer más y mejor.
Gente que ha preferido, por su seguridad y cinismo, reubicar una cumbre por el clima para no tener que mostrar la barbarie que se está llevando a cabo en Chile contra su propia población urbanita. Y digo urbanita porque el pueblo Mapuche lleva años sufriendo la presión de los que ahora son aliados.
La pregunta importante de todo esto no puede ser para qué¸ sino por qué deberíamos crecer más. Porque al fin y al cabo, no es necesario seguir creciendo globalmente. Hemos de ver cómo las clases sin clase y las clases obreras en el mundo, podríamos hacer para tener las necesidades básicas cubiertas sin pisar al resto del planeta.
El capitalismo nos envuelve por tierra, mar y aire.
Sus consecuencias, también.
En todo el planeta vemos como la baja calidad del aire es la norma de la urbe y la producción industrial. Y si hablar de la atmósfera o de la capa de ozono nos parece algo lejano, aterricemos nuestras miras. La ciudad de Madrid crece a orillas de su propio vertedero. Preguntad a qué huelen los barrios y poblaciones del sur. Un olor indescriptible para quien no lo ha olido nunca que se te pega a la piel, la salud y la vida. ¿Se han implantado políticas o medidas para la reducción de residuos? No. Es más, la incineradora de Valdemingómez sigue en pie.
Del sol no digamos. Cuando vieron que el chiringuito de las eléctricas podría verse comprometido hicieron ilegales todas aquellas placas autónomas y obligaron a su enganche a las redes del mercado. Ahora una de las principales eléctricas y la que supone el 10% de las emisiones el año pasado patrocina parte de esta misma cumbre: Endesa.
La polución emitida por miles de vehículos que circulan por la capital pone un extra a nuestros malos humos. Y es que preferimos enorgullecernos de la faraónica obra de la M-30 y MadridRio en vez de haber asegurado un transporte público digno, sostenible, integrador y sin amianto. Es más, siguen impidiendo su desarrollo y promoviendo su privatización. ¿Hablamos de Madrid Central? Ah, no, que ahora es verde 360°. Sr Almeida, y todos sus adláteres, ¡váyanse a hacer compost!
Supongo que hablar de las altas cantidades de metales pesados en los peces, que recomiendan no comer si estamos creciendo tampoco nos importa demasiado. O los grandes acuíferos adquiridos por la familia Bush; O los que están en disputa junto a los pozos petrolíferos del Kurdistán, donde a día de hoy está muriendo gente. Podemos mirar entonces a los peces muertos en el Mar Menor o las aguas de ríos de la región en amenaza constante por diferentes vertidos agroindustriales.
La tierra está muerta, agotada y cementada. No hay lugar para vivir. Si no es el fracking o las arenas bituminosas para conseguir combustibles; son las explotaciones mineras que nos proveen de metales para nuestros celulares. La tierra no sólo tiene dueños, también tiene marca.
Mientras, se Fragua(s) una revolución en pequeños pueblos, abandonados o no, siguen empujándonos a ciutats mortes donde pueden controlar nuestra autonomía o disfrazarnos de terroristas con mordaza. No les interesa repoblar. Si no hay gente para defender la tierra tienen vía libre para seguir contaminando todo lo que nos rodea.
¡Debemos salvar el planeta!, nos dicen. Pues bien, esto no lo podremos hacer hasta que no cambiemos estilos de vida promovidos por todos y cada uno de los medios de comunicación de masas que nos exhortan a seguir comprando últimos modelos… “bio”, rechazando lo que todavía nos es útil. Hasta que no reemplacemos macrocentros comerciales donde se hace gala del capitalismo más absurdo, por un pequeño comercio aunque en muchos casos sigue este mismo patrón y sirve al mismo patrón.
Hasta que no cambiemos estos modelos de urbanismo dependientes del transporte de mercancías (hasta las más básicas). Hasta que no empecemos a utilizar el transporte público. Hasta que dejemos de viajar por capricho.
Hasta que no defendamos un derecho a la vivienda como un derecho fundamental. Y dejemos de asumir la esclavitud como una forma de ganárnosla.
Hasta que no cambiemos nuestra encubierta perspectiva clasista y no veamos con malos ojos tener suciedad o agujeros en la ropa. Y compremos, cuando nos sea necesario, ropa hecha por personas con todos sus derechos conservados. Cuando nos posicionemos frente a un mercado deslocalizado que nos ofrece productos baratos realizados en lugares donde se puede explotar más y mejor.
Cuando todo esto cambie, a quienes están en estas cumbres les llamaremos por su nombre: delincuentes, agotistas, usureros. Y nosotras empezaremos a despertar de nuestra propia hipocresía.
Yo no quiero crecer, les/nos quiero hacer decrecer. Porque nos explotan igual que fomentamos la explotación de otras personas y regiones a golpe de factura. Vivimos en el primer mundo y nuestras proposiciones mínimas están por encima de lo que muchas personas tienen como máximos. Pues hay quien no tiene una casa para vivir, ni ropa que comprar, ni agua potable a través de un grifo, ni dinero para el transporte público, ni educación o sanidad garantizadas. Y seguimos consumiendo 3 veces más de lo que podemos producir. ¿a quién se lo quitamos? Porque está claro que a esas grandes empresas a las que les hacemos el juego no. Tampoco se lo quitamos a dirigentes que dicen representarnos.
Apaga la pantalla, la semilla de tu conciencia está por germinar.
Cultiva tu mesura
Que´s veneno para el New Deal
Acaba con la tortura
De quien no tiene pa´vivir
Acaba con la basura,
Con Almeida y Villacís
Con vox y con los curas
Todos para Valdemín
Cultiva la cultura
Apoyo muto: la raíz
El anarquismo es la cura
Para poder ser feliz
La usura a la sepultura
Ya sea en Chile o en Madrid