Doctora en Historia Contemporánea, Dolors Marin investiga desde hace años las prácticas asociativas de los anarquistas españoles y colabora con los grupos que trabajan por la recuperación de la memoria del movimiento libertario. Ha dado clases y conferencias en distintos ámbitos, desde el universitario al asociativo. De su obra escrita puede destacarse Clandestinos: el maquis contra el franquismo. Ministros anarquistas. La semana trágica y el reciente Anarquistas: un siglo de movimiento libertario en España.
Antonio Orihuela
Dolors, qué es más difícil, ¿escribir un libro sobre el anarquismo en España o encontrar una editorial con buena distribución que lo quiera publicar?
Bueno, indudablemente lo difícil es ponerse a investigar sobre anarquismo en España y después ponerse a escribir. Lo de buscar editorial viene mucho más tarde. Lo más difícil es analizar e interpretar, y luego divulgar. La inmediatez está reñida con la investigación histórica y más en este país donde las trabas aún hoy son constantes, como el acceso a algunos archivos o fuentes.
La investigación sobre los movimientos sociales anarquistas se hace actualmente y mayoritariamente por militancia. Somos francotiradores en la investigación sobre el anarquismo o mejor, los anarquismos, y además, nos conocemos todos, somos una familia más o menos bien avenida en la que por suerte cada vez hay más jóvenes y con nuevos grupos afines.
Empecé dando charlas en CSO y ateneos y después publique decenas de artículos en medios variados, trabajé más de diez años como documentalista y guionista de cine y televisión y allí conocí a los medios editoriales.
¿Por qué dices que la investigación se hace desde la militancia?
Porque en la universidad de la transición se miraron con muy poco cariño, -por decir una palabra suave-, los estudios sobre el anarquismo español o la trayectoria sindicalista de la CNT. No se contemplaron buenos proyectos de investigación ni se concedían becas a los estudiantes que proponían tesis sobre experiencias de colectivizaciones, el papel educacional y el universo cultural que construyeron los anarquistas. Muchos de nosotros nos conocimos en la misma universidad, en actos culturales o frecuentando los archivos en verano, -a costa de las vacaciones-, y como teníamos un mismo interés nació una especie de fraternidad de los investigadores anarquistas. Personalmente para mí ha sido un regalo el intercambio de información y amistad con muchos compañeros. Por desgracia el dinero del contribuyente aun sigue destinado a financiar investigaciones universitarias sobre temas banales o proyectos sobre terrorismo anarquista. Me duele leer algunos libros que aparecen recientemente y que solo refríen a clásicos de los setenta y ochenta –ya está todo dicho- o que no citan las fuentes imprescindibles –de los que la mayoría copian. No citan a Olaya, Peirats, Netlau, Lorenzo, Iñiguez, Madrid, o el mismo Paz y a veces es evidente que los han consultado. ¡Eso duele mucho! Además, siguen ahondando y reproduciendo el tópico: anarquismo-terrorismo-nihilismo, individualismo, propaganda-por-el-hecho, etc. pero no pasan de la ordenación cronológica y las fuentes secundarias. Es más, las mujeres seguimos sin aparecer, o aparecemos como consortes en papeles absolutamente pasivos.
¿Cómo ves la Universidad?
Pienso que algunas universidades –no todas- no avanzan en absoluto. La mayoría forman parte de una estructura feudal de vasallaje: se citan entre expertos, son impermeables a la calle, ningunean las fuentes que provienen del mismo movimiento obrero, no buscan fuentes alternativas, etc.
El terrorismo de Estado contra los anarquistas pasados y presentes ¿seguirá siendo una incógnita de la que solo tendremos la visión del poder?
Bueno, poco a poco vamos horadando en el acero. Fíjate que si investigamos sobre periódicos, actas de juzgados, testimonios publicados de la época (los de los burgueses, militares, o sacerdotes) siempre hay una misma visión de los actos de la clase trabajadora, la de sus enemigos. Nunca disponíamos de la otra versión: la de los explotados. A menudo disponían de pocos medios de difusión y siempre en clandestinidad. ¡Su silencio era ensordecedor!
Durante años la historia mundial se escribió así, a causa de las fuentes de las que disponía el historiador desde su mesa de trabajo. Este tenía que imaginar porque las clases trabajadoras tomaban la calle. Parecía que las clases trabajadoras eran una masa descontrolada –algunos la equiparaban a la chusma- que de vez en cuando asaltaba los negocios de la gente del orden, identificada siempre como la buena gente. A veces la explicación lógica –puro racismo o xenofobia- era también: emigrantes, extranjeros, etc. Sería el caso de Sacco y Vanzetti en USA, o de los murcianos de la FAI para algunos historiadores catalanes a los que se paga con cátedras por estas apreciaciones. En definitiva, la gente en la calle da miedo. Pero el papel del historiador o la historiadora es comprender los motivos del por qué de esta solución última del salir a la calle, el por qué del atentado personal, de la propaganda, de la cotización clandestina, es decir de la elección de la vida militante de nuestros abuelos. Cuando en Inglaterra y Francia, en los cincuenta, algunos historiadores empiezan a estudiar la historia de las clases trabajadoras se abrió un nuevo horizonte historiográfico y se empezó a hablar de precios, pobreza, subsistencias, emergencia del capitalismo, cultura obrera, etc. Pero esta moderna historiografía llegó con retraso en la España de la Transición, con las universidades repletas de franquistas y fue considerada sospechosa por la cúpula universitaria. Esta es una de las claves del porque nunca se registro en video o magnetófono a nuestros abuelos que habían vivido la revolución de la que eran testimonios directos y a los que encontrábamos en los sindicatos de España. Solo militantes (Vila y Conesa, Jordà, Camacho, Marin, Molina,) y extranjeras (Berguer-Manzer) lo hicieron ante el valor histórico de aquellos testimonios. Por suerte aún estuvimos a tiempo en los noventa con el impresionante fresco: Vivir la Utopía. ¡Pero imagina a aquellas personas veinte años antes!
Recuperas y reivindicas en tu libro el papel de las mujeres en el movimiento libertario ¿Crees que el movimiento feminista es hoy mucho más restrictivo, más corto de miras que la apuesta que hicieron “Mujeres Libres” en los años treinta?
No, el movimiento feminista hoy goza de muy buena salud. Está muy diversificado, hay “feminismos” muy diferentes entre sí. Hemos de entender a Mujeres Libres como un grupo feminista muy avanzado en su época, muy parecido a los que aparecen en Estados Unidos en los años sesenta formados por las mujeres de color y trabajadoras que se plantean grupos de mujeres y para mujeres. En España, Mujeres Libres no fueron ni entendidas por sus propios compañeros, y esto las frenó en sus expectativas y en sus logros. De todos modos las hemos de enmarcar en su tiempo, de haber sobrevivido al desastre de 1939 no se hacia donde habrían evolucionado. El testimonio del exilio es muy tangencial y testimonial. Nos ofrece pocos datos -faltaban las fundadoras- y cambió su orientación. Espero que nuevas investigadoras se interesen por ellas y nos ofrezcan más puntos de vista.
El debate es muy interesante pero sobrepasa esta entrevista, aun hoy se plantea como una amenaza dentro del anarquismo la formación de núcleos de mujeres anarquistas, y yo me pregunto por qué. ¿Se planteó como una amenaza la creación de Los Solidarios por parte de las mujeres anarquistas? Siempre ha habido grupos formados exclusivamente por hombres, y ninguna mujer anarquista se ha quejado, ¿por qué los hombres lo hacen al constituirse un grupo de mujeres? ¿Qué ven amenazado? He vivido este eterno debate en muchos ateneos desde los setenta, ¡me cansa!
Por suerte los jóvenes avanzan con menos prejuicios y hacen lo que quieren, ellos y ellas, juntos, revueltos y/o mezclados. Pienso que los anarquistas tenemos mucho a decir en estos temas, fuimos los primeros en reivindicar el papel igualitario de las mujeres, y hemos de seguir en la brecha.
¿Cómo ves el papel de la mujer en los libros de historia?
Estoy indignada con los libros de texto de nuestros escolares, hay pocos modelos femeninos activos en los libros de historia de ESO, a menudo somos la ilustración, la fotografía y un par de páginas hablando del sufragismo inglés con fotos de damas victorianas que en nada se acercan a las muchachas de hoy en día. ¿Tú podrías identificarte con una foto de Thomas Jefferson, o de Bismark? ¡Pues ahí está! Además hay frases tan brutales como: “En el siglo XX la mujer se incorpora al mundo del trabajo”. ¿Se incorpora? Y desde el Neolítico estábamos pariendo, amamantando, cocinando, haciendo cerámica, plantando, recogiendo, cuidando animales, curando, vistiendo a los muertos, ayudando a nacer, etc., etc., vaya, ¡ya ves lo que nuestras hijas aprenden en la escuela!
Hay debates que no se plantean nunca y este es uno de ellos porque del modelo que ellas tengan, o no, será su vida de adultas, esto es la paridad, el aparecer, el verse protagonistas. Por desgracia los libros de historia son aún hoy tratados bélicos, descripciones de batallas y ejércitos masculinos, donde aparece –cuidando- la cara de la enfermera en un segundo plano. Siguen predominando las imágenes de hombres en tanque o a caballo.
El espíritu de estos tiempos, ¿está muy lejos de algo como las jornadas libertarias de Barcelona? ¿Seria posible revitalizar algo como aquello?
Bueno, durante las Jornadas Libertarias de Barcelona había aún muchos anarquistas en las cárceles, algunos boicotearon desde la crítica aquellas jornadas. No todo fue fiesta en el Parque Güell, aunque ahora una ocupación así del espacio ciudadano sería impensable, nos pondrían toda una suerte de trabas burocráticas… (¡A no ser que fuéramos miembros de las sectas oficiales, religiosas, políticas o deportivas!).
Con el tiempo hemos de reflexionar sobre las Jornadas porque aquellos actos lúdicos estaban más basados en el desenfreno sexual, teatral, o en la provocación, que en el botellón actual que puede armarse en cualquier concierto. En este aspecto, pienso que hemos cambiado mucho y que debemos reflexionar al entorno de la fiesta y la diversión y que entendemos por ello como libertarios. También se organizaron actos culturales importantes en el Salón Diana donde asistí con Juanel Molina que no daba crédito a sus ojos al ver tanta juventud hablando de cúpulas geodésicas y ecología, o de antimilitarismo. ¡Fue hermoso de verdad!
Pero después de las Jornadas también se organizaron actos y encuentros anarquistas, quizá no tan masificados, ni tan visibles a nivel de medios de comunicación, pero quizá más intensos: se crearon muchas comunas en España, nacieron nuevos proyectos y se avanzó y mucho en la lucha antinuclear o en la objeción de conciencia. Algunos se fueron a sus casas, después de un verano intenso del 77. Pero el germen ha quedado, me ha emocionado ver muchos antiguos colegas en los indignados de muchas plazas del país. Y volverán, están esperando salir otra vez en cuanto se parten algunas nubes…
¿Dónde está hoy la cultura anarquista en España? ¿Cómo rastrearla?
La cultura anarquista actual está en todas partes donde haya compromiso y librepensamiento. En las casas ocupadas, en los ateneos, en las librerías, editoriales y distribuidoras libertarias que expanden ideas y trabajos de mucha calidad, naturalmente en los sindicatos anarquistas y en la calle. Esta en los intentos por crear una nueva escuela, como Paideia y todo su entorno, en las marchas de homenaje a nuestros guerrilleros, y en las excursiones al campo, en la lucha contra los transgénicos o en la defensa de los animales. Creo que gozamos de buena salud, los foros andan llenos en la red, y también muchos sindicatos. La familia crece y la decepción política hace que cada vez más las personas busquen respuestas y el anarquismo ofrece muchas.
La recuperación y visibilización de nuestra historia se está convirtiendo hoy en parte de la misma lucha: cooperativas, vegetarianismo, lenguas no imperialistas, antimilitarismo, comunitarismo, espacios comunes donde vivir, sostenibilidad, etc. Un abanico de luchas sociales que ya emprendieron nuestros abuelos y que encuentran en el barrio y en lo local la referencia imprescindible: ateneos, cooperativas, locales de sindicatos, escuelas libres, etc. A poco que investiguemos encontramos los pasos de otros antiautoritarios que Vivian en nuestros barrios, esto es lo importante, saber que desde siempre ha habido oposición al sistema, desde el trabajo sindical, desde la ética obrera, el orgullo de las mujeres, o la construcción de una contrasociedad que podía oponerse a la creada por el capitalismo.
La recuperación de nuestra historia ha de hacerse, y cada vez lo tengo más claro, en equipo, asumir cada cual su parte, pero en equipo. Forma parte de la metodología necesaria en nuestro trabajo. Afortunadamente los estudios sobre anarquismo gozan cada vez más de mejor salud en España con la aparición de colectivos que investigan y a la vez editan sus trabajos, con la difusión de las cooperativas-librerías que nacen en nuestros barrios y que a la vez potencian la discusión y el intercambio, son como ateneos de los años treinta.
Me ha impresionado la energía de los Indignados que tomaron las plazas: de estudiantes, de los que parecían abúlicos, de jubilados, de mujeres y de los ninis que por fin expresaban su malestar. No todos son anarquistas, pero creo que algo les quedará de todo ello, de aquella asamblea permanente que por primera vez les daba voz. Es la fuerza del anonimato, la suma del uno más uno, hasta formar el arroyo del que ya habló Reclús en sus escritos.
Como siempre, unos aprenderán y harán de su vida una herramienta de desobediencia y libertad, otros serán como el novio de la chica yeyé de la canción del Evaristo, que al final ve pasar la vida como espectador. Lo único que me sabe mal del 15M es que Abel Paz no viviera unos meses más para verlo, después de años de aburrimiento. De buen seguro que les hubiera provocado y los habría descolocado como hacía siempre en sus charlas con humor eso sí. ¡Y con su cigarrito en los labios!