Se aprueba la ordenanza de convivencia ciudadana y prevención de actos vandálicos en Zamora. Represión en estado puro.

El lunes 31 de mayo se aprobó en el Pleno del Ay-untamiento
de Zamora una ordenanza municipal de convivencia ciudadana y prevención
de actos vandálicos. Esta ordenanza no es más que un mecanismo de
control envuelto en un falso civismo que está justificada en una
realidad manipulada en base a los intereses de quienes la han elaborado.

Tal
vez entiendan que debamos copiar la convivencia de la que ellos hacen
gala en los Ayuntamientos, en el parlamento, en la prensa… Quizás
intenten con esta ordenanza acabar con el vandalismo que se produce en
los centros de trabajo (abusos de autoridad, sumisión, asesinatos por
“accidentes laborales”, incumplimiento de sus leyes laborales, impunidad
de los empresarios para no pagar salarios…), contaminación de ríos,
aguas, destrucción de bosques y parajes naturales, corrupción política,
urbanística… Pero, no van por ahí los tiros, esta medida es claramente
recaudatoria y va a atacar claramente a los que menos tienen como por
ejemplo mendigos, gente que tiende la ropa en su balcón, los que juegan
con una pelota, andan en monopatín y ,cómo no, a los movimientos
sociales y sindicatos como la CNT. Se han atrevido a decir que no se
aplicará concienzudamente  porque la aplicación de esta ordenanza al pie
de la letra supone que cada zamorano que sale de casa incumpla varias
veces alguna parte de esta. Y si no se aplica concienzudamente ¿a quién
se aplicará? ¿Tendremos que rendir cortesía y sumisión a los agentes
para que no nos multen?

No podemos entender la calle (y no sólo
ésta, ya que se mete en ámbitos de nuestro domicilio) como algo más a
legislar, cada día van acortando más nuestros espacios de libertad
colectiva (de la individual mejor ni hablar).

La calle, ese espacio
donde se juega, se divierte, se habla, se pasea o se está, nunca ha de
ser de nadie en concreto, pero si llegara el momento de reivindicar la
propiedad de la misma, debería ser un espacio libre de cualquier presión
«legal» institucionalizada.

Los políticos tienden a aborregar a sus
ciudadanos como si de meros sirvientes se trataran, para ello, emiten un
montón de leyes desde sus elegantes edificios. Intentan obligarnos a
creer que siempre tienen la razón y que nuestra función como personas es
obedecer lo que nos dicten. Para ello, sus leyes se hacen respetar, si
hiciera falta, con unos ciudadanos uniformados. Los mismos que, a cambio
de un sueldo, son capaces no sólo de imponernos los deseos de los
señoritos políticos, sino incluso de darnos una buena reprimenda por no
acatar los dictados de «su» patrón del momento. Por eso con esta
ordenanza de convivencia ciudadana y prevención de actos vandálicos
desean reivindicar como en los mejores momentos de Fraga, que la calle
es de ellos, al igual que fue de los hitlerianos, de Franco, de los
Stalinistas, de la Iglesia…

Pero la calle no es suya ni de ningún
otro, es de todos. De ahí que las calles sean, aunque así no guste
recordarlo, el único espacio donde la gente tiende a expresar no sólo
sus apoyos, sino incluso su enfado, su oposición, las reivindicaciones
olvidadas, las ideas que no por ser minoritarias son injustas, etc.

La
calle deberá ser de la pluralidad, no de aquellos que tienen ejércitos,
policías, medios de comunicación cuya función es crear opiniones
interesadas a su disposición. La calle, no insulta por tener un cartel
reivindicativo o una pintada, o gente comiendo en los jardines,
tendiendo ropas en su fachada… porque ello, lejos de ser un ataque a la
libertad, es el máximo exponente de ésta  que se puede dar en este
sistema cada vez más legislador y represor.

La calle no sólo es
cemento, tierra prensada o adoquines. Es un espacio de personas que,
pensándonos libres de otro tipo de represión «legal», sirve como espacio
para comunicarnos o desarrollar proyectos más participativos que unas
elecciones cada cuatro años, para votar y elegir a esos que utilizarán
las calles para sus desfiles, para su propaganda o para sus acólitos.

La
calle se ha de negar a ser un mero espacio silenciado, mudo, utilizado
para no pensar, no reivindicar, no protestar, porque si eso se lograra,
pasará como en Honduras: que los golpistas se muestran más legales que
nadie, silencian o matan a los que los denuncian y ponen condiciones a
los perseguidos.

La calle se niega a enmudecer y eso demuestra la
salud de un pueblo que se niega a perder  sus derechos más elementales,
como la libertad de expresión. Los zamoranos tenemos que demostrar que
esta ciudad no apesta a dictadura y que está harta de la clase política.

NO
CONSEGUIRÁN CIUDADES MUDAS COMO EN LA DICTADURA.

COMUNICADO DEL GRUPO ANARQUISTA 19 DE JULIO DE F.A.I. (publicado en el blog de CNT Zamora)

http://cntaitzamora.blogspot.com/2010/06/en-zamora-se-aprueba-la-ordenanza-de.html

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