Por el reparto del trabajo y de la riqueza. 30 horas semanales sin reducción salarial.
9 de abril -11:30 h
Desde que estalló la crisis económica hemos visto como la tasa de paro se ha disparado a tasas inconcebibles hace algunas décadas. Hoy el paro afecta al 25% de la población activa. Cerca de 6 millones de trabajadoresas (inscritos o no en el INEM) no encuentran trabajo. La tasa de paro juvenil es todavía más preocupante, afecta a más del 50% de los jóvenes que buscan su primer empleo. Ha aumentado la precariedad laboral con el auge de las ETTs, los contratos basura, los salarios miserables etc. Las medidas de reestructuración para salvar el sistema económico que nos están imponiendo no ayudan en nada, al contrario, empujan a la exclusión a una parte de la sociedad (aun que tengas trabajo). Este nuevo ciclo del capitalismo amenaza con un paro estructural cercano al 30% y grandes bolsas de pobreza
Hace 20 años que la CNT ya reivindicaba las 35 horas semanales, siendo tachados de locos, ilusos y demagogos en aquel momento. Sin embargo ahora consideramos que esta medida no es suficiente. Frente a esta nueva situación entendemos que la única solución viable es la reducción de jornada hasta las 30 horas semanales.
Puesto que la cifra de parados ya hace tiempo que se mantiene cerca de los 6 millones, no tiene sentido pensar que se va a “crear empleo” espontáneamente. Por eso, es de sentido común pensar en repartir el que ya existe. A la vista de la magnitud del problema, hay que plantear una reducción drástica de la jornada, es decir, que los que ahora trabajan lo hagan durante menos horas, de modo que para mantener la producción la patronal se vea forzada a contratar parados.
Sin embargo, es lógico suponer que los trabajadores a los que se reduzca la jornada no van a querer ver mermados sus ingresos, por lo que, para compensar la pérdida de salario, se dedicarían a meter horas extras. Está claro que si el mismo trabajador al que se le ha acortado la jornada trabaja horas extras…¿Dónde queda la reducción? Es por esto que, para que la medida sea efectiva hay que hacerla sin reducción salarial Pero, ¿de dónde sale el dinero para que no bajen los salarios? DE LOS BENEFICIOS PATRONALES. Las grandes empresas anuncian todos los años, sin ningún rubor, cifras de beneficios que superan lo imaginable. Haciendo un cálculo sencillo se hace evidente que la medida no les supone ningún sacrificio. Y lo más sangrante, con demasiada frecuencia nos enteramos de sus escandalosos ritmos de vida mientras muchas familias son desahuciadas o no tienen para pagar la factura de la luz o alimentar adecuadamente a los más peques de la casa, estos sinvergüenzas viven sin ningún pudor en el lujo y el despilfarro.
En cuanto a las empresas pequeñas, es el Estado el que debe dar las ayudas pertinentes para que puedan aplicar la reducción de jornada. ¿Y de dónde saca el Estado todo ese dinero? De los gastos militares, policiales, subvenciones a organizaciones políticas, sindicales y religiosas, etc.
Pero no nos engañemos. Ni el gobierno ni la patronal van a ceder por las buenas. En cuanto a los sindicatos oficiales es una evidencia de que han asumido el discurso de la competitividad capitalista y sigilosamente han aparcado la reducción de jornada como medida para crear empleo. ¡¡Bochornoso!!
El movimiento obrero y la reducción de jornada siempre han ido de la mano. Ahí está el ejemplo de cómo se consiguieron las 8 horas, que el gobierno y la patronal de entonces consideraban una barbaridad.
No obstante, la reducción no sirve de nada si no se eliminan totalmente las horas extras, pluriempleos y destajos, se adelanta la edad de jubilación a los 55 años, y sobre todo, si los trabajadores no toman conciencia de su propia fuerza, se unen de forma asamblearia y autogestionada, sin ningún tipo de servidumbres con las organizaciones que aspiran a conquistar el poder del Estado y plantean una lucha total hasta conseguir nuestras reivindicaciones.