El 21 de septiembre se cerraba el conflicto que el sindicato de Zamora tenía abierto con el café bar El Polvorín, al desembolsar el empresario la cantidad íntegra que debía a la trabajadora.
Durante más de un mes se mantuvieron concentraciones y acciones sobre dicho local, informando a la población sobre las deudas que el empresario había contraído con la compañera. Se llegaron a repartir cientos de volatinas informando de los conceptos salariales que adeudaban y de las tretas realizadas a la compañera.
Recordamos que los jefes del bar contrataron a la compañera durante el 25 de enero y estuvo trabajando en dicho local hasta el 26 de julio, que fue despedida.
Los atropellos del empresario comienzan desde el inicio mismo de la relación laboral ya que los primeros 15 días de trabajo, no la tuvo dada de alta en la seguridad social. Cuando el 9 de febrero se la inscribe, sin embargo, cotizando bajo un contrato de media jornada, en realidad la trabajadora estaba realizando la jornada completa con la suma de todas las horas realizadas a lo largo de la semana que sumaban en total más de 30 horas.
Aparte, la compañera desempeñaba labores que no estaban contempladas en su categoría profesional según el contrato. Y las horas extras que realizaba de más tampoco estaban siendo remuneradas.
Así, las cosas, en el mes de julio, la compañera recibe su salario en base a la media jornada que especificaba el contrato, faltando por abonar 4 horas durante 7 días, mas las horas extras. Por lo tanto, la trabajadora procede a reclamar el pago de dichos conceptos y el jefe le responde con el despido y una limosna de 23 €.
Ante estos hechos, la trabajadora, harta de tanto abuso, lo comenta en el sindicato y se llevan a cabo los primeros contactos con la empresa para el reclamo de lo que corresponde a la trabajadora, solicitando la cantidad íntegra de lo adeudado, en base al horario real trabajado, incluida la parte no cotizada a la seguridad social, horas extras, liquidación por vacaciones y demás.
Desde el principio, el empresario principal Miguel Ángel Álvarez y su socio Salvador Alves, hicieron oídos sordos al reclamo del sindicato, incluso con actitud chulesca y prepotente, dando por sentado la capacidad que ellos tenían para abusar de esta manera de la compañera. Ante esta actitud, se emprendieron acciones de solidaridad y acción directa, realizando las primeras concentraciones, con el reparto de octavillas, la pegada de carteles e informando, megáfono en mano, a las puertas del local, de todas las injusticias cometidas hacia la trabajadora. Se llegaron a producir varios piquetes informativos llamando a la solidaridad para con nuestra compañera, pidiendo el boicot al establecimiento por parte de la población zamorana, con notable éxito de participación y de acogida por parte del vecindario y de los viandantes, que en su mayor parte (pues hubo de todo, para bien y para mal) mostraban su apoyo animándonos a que siguiéramos en la lucha hasta que pagase, ya que comprendían que era una situación que se da muy a menudo en el mundo laboral en general y en la hostelería en particular, consiguiente a lo largo del mes de concentraciones periódicas, animar a mucha gente a desistir de acceder al local, con la consiguiente pérdida de clientela progresiva por parte del empresario, que sin embargo, y con actitud aún provocadora y chulesca, no daba su brazo a torcer y se negaba a atender cualquier tipo de reclamación.
Pero con el paso del tiempo, y dándose cuenta de que nuestra actividad empezaba a perjudicar seriamente su negocio, al fin se pone en contacto con el sindicato para tratar de negociar. Realmente no hizo ni falta ya que el empresario entregó toda la cantidad debida a la trabajadora a través de su abogado, con lo que se daba por finalizado el conflicto para descanso del empresario y de sindicato.
Esto es algo que debe valorarse en su justa medida ya que supone un triunfo importante para un sindicato pequeño como el de Zamora; el hecho de conseguir en apenas un mes, y con varias acciones intensas, progresivas y participativas de acción directa, de boicot y de solidaridad, el pago íntegro de la cantidad reclamada; máxime en unas condiciones de indefensión jurídica en donde sólo nos quedaba la acción para conseguir lo reclamado. Es aquí donde cobra especial valor la estrategia que lleva por bandera siempre la CNT, como es el enfrentamiento directo al patrón para pararle los pies cuando comete un atropello, sin intermediarios y sin delegados, sino entre los propios afectados y con el apoyo y solidaridad del resto de trabajadores.
Sabemos muy bien que este recurso no es un fin en sí mismo sino el medio más eficaz para la lucha cotidiana de cara a la defensa de los mínimos derechos que nos asisten, pero que supone una práctica y entreno continuado para transformar la sociedad el día de mañana cuando se pueda llevar a cabo un proceso revolucionario que nos haga dueños de nuestro trabajo.
Hoy ganamos un conflicto, mañana transformaremos esta sociedad. Este es un triunfo relevante para el sindicato de Zamora ya que se ha conseguido aunar solidaridad, compromiso, perseverancia y motivación durante el tiempo necesario para ganar el conflicto, demostrando en la calle la fuerza de la acción directa y trasmitiendo el mensaje a una sociedad poco acostumbrada a la movilización y a la lucha, visualizando con bastante eficacia al sindicato por la buena estrategia planteada; eso sí, gracias en gran medida a la colaboración solidaria de los sindicatos más cercanos como el de Salamanca que desde el principio estuvo ahí y el de Valladolid; lo que demuestra una vez más la importancia y la necesidad de la federación entre los trabajadores para que cuando surja un conflicto, la solidaridad activa y horizontal funcione y sea eficiente.
Una vez más y esperemos que sea un referente y sirva de precedente, la solidaridad, el apoyo mutuo, la acción directa y el fin emancipador nos ha llevado a ganar una batallita. El resto está por hacer.