El pasado mes de mayo la Fundación Anselmo Lorenzo lanzaba Kropotkin. Cien años después, un libro que, en conmemoración de los cien años de la muerte de P. Kropotkin, aglutina los escritos de diferentes autores en los que podemos ver plasmada su huella, no solo en el ámbito de la cultura anarquista sino también en el de la ciencia en general.
Compartimos con vosotras y vosotros la reseña que ha redactado el historiador y anarcosindicalista francés Frank Mintz.
Indudablemente es una gran aportación al conocimiento de Pedro Kropotkin sin equivalencia en otros idiomas. Son contribuciones de hispanohablantes: doce varones y dos compañeras y un grupo de anarcofeministas. Los textos de universitarios y militantes son variados y legibles.
Por ejemplo se sabe que Pedro Kropotkin se casó con una estudiante de biología en Suiza, que estaba allí como las jóvenes (con familia bastante holgada) que no tenían derecho a estudiar en Rusia porque la universidad no admitía mujeres. La esposa Sofía Grigorevna Kropotkina era judía de Kiev, Sofía Ananevoy-Rabinovich y dada la tradición antisemita rusa, Kropotkin era singular. Con Sofía compartía todas sus ideas, por su lado Sofía igual estaba ayudando en una imprenta clandestina que dando clases de ciencias cuando estaban en Inglaterra.
Se aprende gracias a este libro que después de la muerte de Kropotkin en Rusia, una de las contribuciones describe cómo Sofía se dedicó a animar un museo Kropotkin en Moscú hasta tomar la palabra en julio de 1926 para celebrar los cincuenta años de la muerte de Bakunin y denunciar la ausencia de libertad en la URSS. Una actitud valiente y peligrosa para su obra y su propia seguridad.
Muy difícil es hablar de un libro en el que se ha participado porque reaccionar a aspectos de contribuciones de compañeros puede atribuirse a soberbia o agresión. En mi caso se trata de sugerencias que incluyen a mi propio aporte.
Mi objetivo es insistir en las cualidades, los elementos que nos da Pedro Kropotkin para comprender mejor el capitalismo en todas sus facetas.
Y su crítica no solo es demoledora sino matadora para el leninismo. Kropotkin, al contrario de todos los anarquistas rusos y extranjeros, conoció personalmente a Lenin, habló con él a petición del mismo Lenin, estuvo en relación frecuente con su secretario Bonch Bruevich (a quien conoció y apreció quince años antes en la emigración) y con otros allegados durante casi dos años enteros, los últimos de su vida. Anciano, enfermo, rodeado de leninistas, Kropotkin era el anarquista ideal que se debía convencer, enredar, atar en la telaraña leninista1 para que repitiera alabanzas sobre la URSS, como otros pagayos exzaristas, exanarquistas, exsocialistas revolucionarios, etc.
Por otra parte, se ve a continuación que tampoco Kropotkin pudo influir la política de Lenin.
- 6 de marzo de 1919 carta personal al soviético Milner intermediario de Lenin sobre los países occidentales que no «pueden confiar en un poder, que se vale de un procedimiento de defensa tan bárbaro como tomar rehenes, manteniéndolos condenados a muerte durante meses, ¿qué puede ser más espantoso que eso?, y fusilarles en secreto por una supuesta “decisión” [institucional], como venganza por la muerte de alguien;2»
- 28 de abril de 1919 carta al escritor sueco Brandes publicada por Milner en Europa Occidental a fines de 1919 «el método con que quieren [los leninistas] imponer, en un Estado muy centralizado, un comunismo que recuerda al de Babeuf, mediante decretos y paralizando el trabajo constructivo del pueblo, hace que el éxito resulte imposible.»
- 4 de marzo de 1920 carta personal a Bonch Bruevich adjuntando una carta para Lenin. «Ahora en Rusia, no dirigen los soviets sino los comités del Partido. Y sus esfuerzos constructivos sufren de las insuficiencias del sistema burocrático.»
- 10 de junio de 1920 carta a obreros ingleses para que se publique fuera de la URSS «mientras esté gobernado un país por la dictadura de un partido, los Consejos del Trabajo y de Campesinos pierden, por supuesto, toda su significación.»
- 21 de diciembre de 1920 carta personal a Lenin. «¿Por qué colocar la revolución en un camino que la conduce a la destrucción?»
Para concluir es evidente que si no hubo acuerdo entre Lenin y Kropotkin, Lenin se empeñó en no tomar en cuenta las críticas de su opositor y llegó al fiasco que sus sucesores fueron incapaces de reformar ni por la fuerza de las armas ni por la de las ideas (con Gorbachov).
El proletariado, con su formación, desde 1921, marxista leninista a través del día a día, de las juventudes comunistas, el sindicato único, el partido único y la policía del pueblo, ni se lanzó a la calle ni tomó las armas entre diciembre de 1991 y 2022, para restablecer el partido de Lenin. La indiferencia proletaria acompañó la desaparición de la «Patria del socialismo».
El análisis de Kropotkin fue pues confirmado por la realidad, que Putin y compañía sigue confirmando: se apoderó del legado de Lenin, un capitalismo estatal edificado sobre un proletariado disciplinado por una todopoderosa policía que nació en diciembre de 1917 acatando a Lenin y sus fieles en la Cheka.
Por lo tanto, Kropotkin demostró a través de sus contactos con Lenin, como el leninismo adaptado en la Rusia y la China es una faceta inseparable del capitalismo.
Otra anticipación de Kropotkin es su reacción, junto con otros científicos, en 1912 durante un congreso sobre la eugenesia3.
- «[…] se nos pidió que sancionáramos, después de un examen muy rápido, los certificados de matrimonio, el maltusianismo, la notificación de determinadas enfermedades contagiosas, y especialmente la esterilización de los individuos que pueden ser considerados como indeseables. […]
- …. el Congreso transmite una idea completamente falsa a la vez de la genética y la eugenesia. Para utilizar la palabra de moda, corre el riesgo de la «esterilización» de sus propias discusiones. De hecho, semejante separación entre el entorno y la herencia resulta imposible, como acabamos de verlo en la ponencia del profesor Kellogg4, que nos ha demostrado cómo es baladí aplicar medidas eugenésicas, cuando algunos agentes activos inmensamente poderosos, como la guerra y la pobreza, obran de consuno para contrarrestar tales medidas.
- Otro punto de importancia es el siguiente. La ciencia, es decir, la suma total de la opinión científica, no considera que todo lo que debemos hacer es alabar esa parte de la naturaleza humana que induce al hombre a tomar el partido de los débiles, y luego actuar en la dirección opuesta. Charles Darwin sabía que los pájaros que suelen traer pescado desde una gran distancia para alimentar a uno de sus compañeros ciegos eran también una parte de la Naturaleza, y, como él nos lo dijo en Descent of Man5 [El Origen del hombre], semejantes hechos de apoyo mutuo eran el principal elemento de la preservación de la raza, tales hechos de benevolencia nutren el instinto sociable, y sin este instinto ni una sola raza podría sobrevivir en la lucha por la vida contra las fuerzas hostiles de la naturaleza. […]
- Antes de conceder a la sociedad el derecho de la esterilización de las personas afectadas por la enfermedad, la debilidad mental, el fracaso en la vida, la epilepsia (de pasada señalo que el escritor ruso que tanto admiran ustedes en este momento, Dostoievski, era un epiléptico), ¿acaso no es nuestro deber sagrado estudiar cuidadosamente las raíces sociales y las causas de estas enfermedades?»
Es de notar cómo aparecen paulatinamente secuelas de dicho congreso: en 20146 y 20197 y el problema no está resuelto.
Para América Latina, es útil recordar la breve intervención de Pedro Kropotkin a favor del movimiento revolucionario encabezado por los hermanos Flores Magón8. Merecía ser ahondada la observación de que la militancia anarquista local y regional constante es un factor fundamental que estalle la revolución social, como fue en varias partes de España y Ucrania.
Gracias al libro KROPOTKIN cien años después creo que muchos lectores van a hallar numerosas sugerencias y nuevas ideas.
Frank Mintz
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1 No escribo marxista porque si Lenin (y Trotski) siguió de maravilla la estrategia de calumnias, de mentiras pueriles de Carlos Marx, nunca se inspiró en el Marx conocedor de Rusia a partir de fines de 1878-1880, que supo ver la capacidad del campesinado, el desarrollo económico específico fuera de las directrices de El Capital y fuera de algunas elucubraciones “científicas” de Friedrich Engels. Por eso León Trotski se burló ya en 1904 en Nuestras tareas políticas (cuestiones de táctica y organización del marxismo ficticio de Lenin. Y no puso la palabra “leninista” en su testamento. Su marxismo fue seguramente mejor, creo pero no lo sé realmente: nunca fui marxista. Para entender la economía, me contenté de extractos de Proudhon, y leí textos anarcosindicalistas.
2 Esta cita, y la creación leninista de la Cheka, el alentar el fusilamiento de uno de cada diez soldados en el Ejército Rojo, dialogar a cañonazos con los revolucionarios de Kronstadt y silenciar a los opositores en marzo de 1921 son hechos, entre otros muchos que demuestran que crear o creer en una diferencia profunda entre Lenin y Stalin se basa más en la fantasía que en la realidad de la URSS.
3 “The Sterilization of the Unfit”, Mother Earth 7, n° 10 (diciembre 1912), pp. 354-357. [http://www.fondation-besnard.org/spip.php?article1613]
4 John Harvey Kellogg, 1852-1943, médico estadoudinense.
5 Darwin The Descent of Man (and Selection in Relation to Sex) Princeton University Press, 1981, p. 77, 109.
6 Suecia admite que durante 100 años marginó y esterilizó al pueblo gitano, en el diario El País, el 28 de marzo de 2014.
7 Rights of people with disability routinely ignored: new report (Australia)
https://dpoa.org.au/rights-of-people-with-disability-routinely-ignored-new-report/
8 «En las planicies, en las campiñas apacibles, se desconfía (y con razón) de los extranjeros, y -de vez en tiempo- ya aquí, ya a veinte leguas al este o al sur o al norte de este lugar, con siete u ocho días de intervalo, otra aldea ataca a los explotadores y se apodera de la tierra. Después, veinte o treinta días más tarde, llega un destacamento de soldados del «orden» que ejecuta a los rebeldes, quema la aldea, y, en el momento en que regresa «victorioso», cae en una emboscada de la cual no escapa sino dejando a la mitad de los soldados muertos o heridos.
He aquí lo que es un movimiento campesino. Y es evidente que si unos jóvenes [de Francia] llegaron soñando con una campaña garibaldina, llenos de entusiasmo militar, sólo encontraron desaliento. Rápidamente allí se dieron cuenta de su inutilidad.» Abril de 1917 [http://www.fondation-besnard.org/spip.php?article377]
Una respuesta a “Reseña de ‘Kropotkin. Cien años después’, por Frank Mintz”
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