Que uno trabaje para que cien vivan

EL CUARTO OSCURO | Ilustración: Empréstito forzoso, en la revista satírica española Gil Blas (1865). | Extraído del cnt nº 421

Me he estado leyendo el libro del profesor Leandro Prado de la Escosura, Spanish Economic Growth, 1850–2015. El profesor es una hormiguita, y nos explica cómo ha ido creciendo «España», o sea, los ricachones españoles y extranjeros que explotan el territorio y la población asalariada.

 En resumen, resulta que un trabajador actual, produce tanto (redondeo) como cien del siglo pasado, debido a la innovación tecnológica, y a cómo se organiza el curro. Antes cien trabajadores a pico y pala abrían un cimiento, y ahora llega un tío en una máquina y en una hora lía una que no veas.
 Me pregunto… ¿Ha disminuido la jornada de trabajo cien veces para equilibrar? Pues no. La productividad sube. La jornada permanece.

La jornada laboral del siglo pasado venía a ser de 2800 horas anuales. La actual es de 1800 horas al año. Es decir, que mientras que la productividad de un trabajador se ha incrementado una salvajada, la jornada laboral sólo ha disminuido un 36% desde nuestros retatatarabuelos a nosotros. Y la riqueza, ha ido mayoritariamente a los ricos.

 La acumulación de capital en manos de los ricos es monstruosa. Con esa montaña de pasta, los pudientes pueden comprar a Dios. Legislan y marcan el ritmo como nunca lo hicieron. Y…, mucho ojo: que alguien se atreva a tocar sus caudales, y saltan al cuello a beber sangre a borbotones.

 Ante esta violencia plutocrática, hay que tomar nota y defender nuestros intereses sin cortarnos ni un pelo. Estamos en la Guerra de Clases. Dura ya demasiado. Tenemos que ganarla de una vez.

La jornada laboral del siglo pasado venía a ser de 2800 horas anuales. La actual es de 1800 horas al año. Es decir, que mientras que la productividad de un trabajador se ha incrementado una salvajada, la jornada laboral sólo ha disminuido un 36% desde nuestros retatatarabuelos a nosotros. Y la riqueza, ha ido mayoritariamente a los ricos.

 ¿Qué hacer con los ricos, una vez llegue la victoria? Tengo la solución perfecta: poner a trabajar a todos esos tipos improductivos de la Casa Real, economistas, tertulianos, gerentes, presidentes, curas… Esos indeseables son la minoría suficiente. Con que uno de esos vagos trabaje, cien podemos dedicarnos a vivir noventa y nueve años, trabajando uno.

 Y ahora imaginaos un mundo donde la gente se dedica a sus cosas. Los niños aprenden en parques, rodeados de flores, con amables profesores que les enseñan filosofía, música, canto, poesía, lógica, mecánica… Cuando se cruzan a un malcarado Felipe VI transportando una enorme máquina de Von Neuman, destinada a las minas de Marte. Los niños –muy asustados– preguntan: «¿señoseño, quién es ese tío tan feo?» Y la profesora, muy bondadosa, les responde… «Ese cabrón, cariños míos, es el que trabaja«.

 ¿A que no es mala idea?.

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