Proyectos autogestionarios y agotamiento de los recursos naturales


El objetivo de este artículo es el de abrir un debate sobre el problema ecológico dentro de la alternativa libertaria, planteando cuestiones como el fin de la era de energía barata y la escasez de materias primas en un futuro cercano (1) de transformación de la sociedad, y cómo han de tenerse en cuenta desde un proyecto autogestionario.



Endika Alabort / Redacción


El deterioro sistémico del medio que nos rodea, donde el desastre nuclear de Fukushima es solo la punta del iceberg, está haciendo replantear a la sociedad su relación con el mismo. La industrialización vino a romper ciertas tradiciones que, si bien quizás algunas estaban encuadradas dentro de un marco religioso (2), venían a proteger en cierta medida el medio ambiente. Que el capitalismo y la idea desarrollista ya rompieron con ese equilibrio está harto demostrado; las cuestiones que aquí se plantean se centran en propiciar un debate que nos ayude a escapar de la lógica “anti” ecológica del capitalismo, teniendo como centro las ideas libertarias.


El futuro de los recursos naturales


Para poder plantear una alternativa económica y social viable a largo plazo se hace indispensable, entre otras muchas cuestiones a tener en cuenta, entender el papel que juegan los recursos naturales. El agotamiento de éstos condiciona totalmente el modelo económico y las estrategias que se han de tomar para poder adaptarse a los nuevos escenarios que nos aguardan. Un ejemplo claro es el de la crisis energética a la que nos enfrentamos. Si bien ya somos conscientes de que el petróleo ha dejado de ser una fuente de energía barata, hay que sumar que el gas sigue una tendencia similar, y que otra fuente de energía fósil considerada abundante, el carbón, también tiene los días contados. De la nuclear ya se ha escrito suficiente (3). Y los efectos económicos más graves están aún por llegar. Un claro ejemplo es el transporte basado en energía barata, en la que se ha basado gran parte de la globalización durante los últimos 60 años. ¿Sería lógico deslocalizar la producción mundo en un contexto de grandes subidas del precio del transporte?


Junto a la cuestión energética se nos presenta otro de los problemas clave: el aumento del consumo sobre los materiales críticos (4), esto es, materiales que la industria demanda por encima de lo que se puede conseguir y que además no se pueden sustituir por otros más abundantes. No estamos hablando solo de materias primas como el coltán (5) (necesario para el funcionamiento de dispositivos electrónicos como los teléfonos móviles), sino de otras más conocidas como el estaño, el níquel, el hierro… Tomo dos ejemplos ilustrativos del artículo de D. Velte. En el caso de la fabricación de las placas solares, se utilizan materiales como el rutenio o el telurio, que aunque su uso sea en pequeñas cantidades, son difíciles de sustituir y además se obtienen de regiones políticamente inestables. Con los aerogeneradores, ocurre más de lo mismo, solo que con otros materiales. También teniendo en cuenta que los progresos tecnológicos de los últimos años utilizan en mayor o menor medida materiales críticos, se plantea una seria cuestión a resolver en torno a las energías renovables citadas.


El modelo actual de producción y consumo queda otra vez en entredicho, pese a que aún hay muchas dudas sobre el ritmo de agotamiento de los recursos naturales. Este contexto complica la vida al actual sistema económico, pero también a las posibles alternativas autogestionarias que se puedan plantear y llevar a cabo.


La construcción de una alternativa de vida


En este último caso, si estamos pensando en construir una alternativa de vida, habría que analizar cómo llevar adelante la producción, teniendo en consideración la problemática que hemos planteado al comienzo del artículo. Esto es, la cuestión no sería sólo lograr un proyecto viable desde los parámetros tradicionales (viable social y económicamente), sino que algo que hasta hace bien poco era considerado marginal o secundario (el medio ambiente), se toma vital para asegurar su continuidad. Aquí la transdisciplinariedad (6) toma verdadera fuerza, al integrar las diferentes visiones de las ciencias naturales y sociales, logrando una visión más global y realista. La visión ortodoxa de la economía es miope ante estas cuestiones, al ser incapaz de valorar el conjunto de interrelaciones que se dan en el caso de los recursos naturales. Un ejemplo de esto es que la solución a las crecientes emisiones de gases de efecto invernadero (que son el principal responsable del cambio climático) se supone solucionado con la creación de un mercado de ese tipo de gases. Nada más lejos de la realidad, ya que se está alterando la composición de la atmósfera, con todos los efectos (tanto los conocidos como los que están aún por descubrir) que esto conlleva.


Aquí es donde entra la cuestión del tan alabado I+D+i (Investigación, Desarrollo e innovación). Hace falta investigar y aplicar los resultados que se están consiguiendo en este ámbito. Si bien es cierto que el capital es el actor que está impulsando y acaparando todos los beneficios del progreso, hay que lograr en la mayor medida posible investigaciones que sean de utilidad para los proyectos autogestionarios actuales. Y esto siempre desde una perspectiva libertaria. Cómo lograr esto es otra de las cuestiones que hay que responder, pero esto excede el objetivo de este breve artículo.


Otra de las ideas a tener en cuenta es el decrecimiento. Este concepto es interesante al poner directamente en cuestión el actual modelo de desarrollo productivista y de sus fundamentos, el culto hacia el crecimiento y la creencia ciega en los infinitos beneficios del progreso. Sin embargo, y si bien es cierto que toma consciencia de la problemática planteada en los párrafos anteriores, algunas de las tesis ‘decrecentistas’, al no poner en el punto de mira al mismo modelo capitalista, que es incapaz de superar la crisis ecológica por mucho que se le quiera reformar, obvia que sólo podremos salir de este callejón sin salida abandonando el sistema en su conjunto (estrategia que ha de tener en consideración, en todo caso, las implicaciones distributivas y para las condiciones de vida de tal proceso). En todo caso, el mérito del debate sobre el decrecimiento ha sido sobre todo el de que poco a poco ha ido calando en la sociedad (y en diferentes proyectos), lo que no deja de ser una buena noticia.


A modo de conclusión


Es cierto que si pensamos en proyectos autogestionarios, no todos se enfrentan a la problemática planteada desde la misma situación. Habrá sectores o proyectos que estén menos expuestos, pero lo cierto es que el problema es general y va a afectar a todos los ámbitos de la vida. Se está poniendo en cuestión todo el sistema y tenemos que ser capaces de demostrar que la alternativa libertaria es válida y viable. La cuestión es saber si seremos capaces de funcionar en un nuevo entorno global en el que la energía sea cara y difícil de generar, y los materiales con los que estamos acostumbrados a tratar estén agotándose. Cuestión que debemos abordar desde ya, antes de que sea demasiado tarde.


 Notas 


(1) Para más información sobre tendencias de consumo de recursos naturales y dinámicas de agotamiento, consultar el artículo publicado en Ekonomiaz por D. Velte (disponible en internet).


(2) Ibañez, I., (2001) Los textos sagrados y el medio ambiente. Ilu, Revista de Ciencias de las Religiones, Nº 6, págs. 47-65.


(3) En la web http://www.crisisenergetica.org/ se puede encontrar abundante material sobre la problemática energética.


(4) Velte, D. (2011). Las dinámicas de agotamiento de los recursos naturales y el papel de la prospectiva. Ekonomiaz, nº 76, 1er cuatrimestre, págs. 104-123. En el mismo artículo la idea se desarrolla de una manera más profunda.


(5) http://www.consumer.es/web/es/tecnología/hardware/2011/06/07/200998.php


(6) La transdisciplinariedad vendría a ser un principio de unidad del conocimiento más allá de las disciplinas establecidas (economía, sociología, ingeniería…).


 


Fuente: Periódico cnt nº 381


 

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