Bilbao | Ilustración de Jaume Molera | Extraído del cnt nº 425
El imaginario colectivo de antaño hizo pensar que los alquileres a bajo precio eran algo accesible para personas con vidas líquidas y trabajuchos. Al de nada, si tu proyecto vital, el mercado y la alineación de los astros permitían encontrar estabilidad laboral, la situación comenzaría a solidificarse, y esto se materializaría, en el mejor de los escenarios, en la compra de una vivienda. ¿Alguien más recuerda esta leyenda urbana?
Todxs deberíamos tener derecho a un techo al que no entrar de extranjis. Saber que no te echarán de casa mañana, no puede ser un privilegio.
Después, los opinólogos de clase media eruptaban posturas encontradas: a un lado del ring había quien decía que alquilar es tirar dinero, y al otro lado quienes fluían por la vida cual unicornios, diciendo que comprar era limitante para el deporte millenial por antonomasia: ver mundo con mochila y visa en el bolsillo, conocer culturas en una semana o regatear para comprar chancletas de un euro.
¡Basta de chorradas! Sin peros ni condiciones, todxs deberíamos tener derecho a un techo al que no entrar de extranjis. Saber que no te echarán de casa mañana, no puede ser un privilegio. De la feminización de la pobreza y los hogares monomarentales, ni hablemos porque es un hecho que los desahucios son violencia estructural organizada y cuando hay menores de por medio, terrorismo.
La casa real la lía, pero los teletertulianos nos asoman por la ventana de casos irreales, cuando lo verdaderamente interesante sería saber cuál es la cantidad de MENAS abandonados a su suerte por las autoridades, o de personas desahuciadas por bancos que han sido salvados con fondos públicos; cuál es el número de viviendas sin personas y personas sin vivienda, o debatir si tener un segundo piso es ético mientras gente duerme en cajeros de las entidades bancarias que les han echado de sus casas. Algo no cuadra (¿o cuadra demasiado?) y según Malcom X: «si no estamos prevenidas, ante los medios de comunicación, nos harán amar al opresor y odiar al oprimido», como reza la famosa pintada viral: «el enemigo no viene en patera, viene en limusina» y como dijo la bollera-feminista-negra Audre Lorde, «no se puede destruir al amo con las herramientas del amo». Son frases que valen para toda lucha: interioricémoslas.
Perteneciendo al precariado alquilar es carísimo y comprar imposible, ¿qué hacemos?
Debería preokuparnos el estigma que se ha creado, así como la falta de autocrítica de unas autoridades y medios de comunicación negligentes que han decidido criminalizar a quienes buscan soluciones autogestionadas para los problemas que los gobernantes ignoran: perteneciendo al precariado alquilar es carísimo y comprar imposible, ¿qué hacemos?
Esto es una campaña de desprestigio planificada con escuadra y cartabón: sabemos que es un allanamiento del camino para tomar drásticas medidas de cara a los futuros impagos de hipotecas y alquileres que se avecinen este septiembre por los despidos post-ERTE.
Organicémonos desde el anarcosindicalismo feminista: rebatamos con argumentos, creemos propuestas realistas y pongámoslas sobre la mesa.
Quizás este tema a ti no te preokupe, porque hoy no eres okupa, ¿pero mañana?
MO-VI-LI-CÉ-MO-NOS.