Por una escuela desde abajo y a la izquierda

EDUCACIÓN | Extraído del cnt nº 437

Desde CNT-EIS Madrid, buscamos luchar por los derechos de todas las personas que trabajan en los centros educativos, independientemente de las tareas que desempeñen. Nos posicionamos claramente contra el gremialismo que defiende exclusivamente al profesorado, olvidando al personal administrativo y laboral de los mismos. Con nuestro mensaje, deseamos dar a conocer nuestras principales líneas de actuación, las cuales no buscan imponer métodos o reglas, sino concebir, debatir y consensuar nuevas formas de convivencia y de trabajo, por supuesto siempre abiertas a mejoras y revisiones.

En CNT-EIS Madrid, partimos de que el Estado no ofrece la educación que el alumnado requiere, sino la que el Estado necesita. Quizás CNT no puede atacar frontalmente la línea de flotación del sistema, aunque ese sea nuestro objetivo, pero sí que podemos señalar defectos, promover metodologías alternativas activas, luchar por mejoras laborales y de trabajo, e imaginar otras formas de relaciones entre el equipo docente y el alumnado.

Nuestras primeras propuestas se han inspirado en una larga genealogía de proyectos educativos anarquistas, libertarios o antisistémicos, donde destacan Ferrer i Guardia, Teresa Mañé Miravet, Adolphe Ferrière, Emma Goldman, Célestin Freinet, Flora Sanhueza, Paulo Freire o Ivan Illich, entre otrxs muchxs. En nuestra carta a centros educativos y academias, explicábamos que nuestro proyecto sindical pretende empoderar al estudiantado, promover la libertad individual y la responsabilidad social, así como crear un entorno de aprendizaje más inclusivo, participativo y significativo para las necesidades y deseos del alumnado en la actualidad.

Estos autores y autoras, consideraban que para garantizar procesos de enseñanza-aprendizaje alternativos, no bastaba con cambiar los métodos docentes del aula, sino también las estructuras del centro educativo.

En alguno de sus escritos, también plantearon la necesidad de desescolarizar la sociedad e incluso de eliminar las aulas físicas tradicionales, concebidas para aislar, controlar y castigar. Dialogar e interactuar con el alumnado en parques, plazas, bibliotecas, museos y otros lugares municipales ayudaría a promover la conexión entre el aprendizaje y las problemáticas cotidianas de la ciudadanía. Promovieron una educación ambiental de carácter anticapitalista. Alentaron a las nuevas generaciones a responsabilizarse, y hacer responsabilizar a quienes no se sintieran interpelados, sobre la obligación de luchar por la sostenibilidad y la preservación de la naturaleza como garante de la vida. Igualmente, apostaron por la resolución pacífica de los conflictos y la comprensión intercultural del currículo, así como la cultura de la paz y la no violencia como medios para buscar cambios positivos en las comunidades. En síntesis, sus proyectos y propuestas tenían los objetivos de democratizar los órganos de participación de los centros educativos y los procesos de enseñanza-aprendizaje, mejorar las relaciones laborales y personales entre sus integrantes, tejer lazos con el barrio y la comunidad que los abrazan, y reconectar con (y en) los entornos naturales circundantes.

Para garantizar procesos de enseñanza y aprendizaje alternativos, no basta con cambiar los métodos docentes del aula, si no también las estructuras educativas

Por ello, en nuestro mensaje a las academias y centros educativos de la Comunidad de Madrid, proponemos concienciar a la comunidad educativa y laboral de la necesidad de mantener limpios los espacios comunes y el entorno. Para ello, no basta con instalar papeleras tanto en los pasillos como en las aulas, sino que se deben organizar talleres, inculcar prácticas, promover actividades para reflexionar sobre los problemas y las posibles soluciones. Respecto a la conciliación, pedíamos que claustros y juntas de evaluación se llevasen a cabo de forma online o, cuanto menos, que se facilitase asistir en esta modalidad al personal docente contratado a media jornada o un tercio, así como a quienes asuman cargas de cuidado en el hogar. También solicitábamos que se revisasen los protocolos de control y castigo. Numerosos estudios atestiguan sesgos racistas, aporofóbicos y mayor punitivismo en las sanciones disciplinarias hacia los colectivos minorizados, siendo el alumnado gitano, latinoamericano y afrodescendiente el más estigmatizado. Igualmente, pensamos que se deberían democratizar y empoderar a los consejos escolares como espacios de diálogo y toma de decisiones. Actualmente, constituyen espacios informativos para refrendar las decisiones adoptadas por el claustro del profesorado a iniciativa frecuentemente del equipo directivo. Así, la opinión de las familias, el personal laboral o el alumnado apenas tienen relevancia. Pensamos que todos los grupos relacionados con el centro deberían ampliar e intensificar su participación y cooperación en estos órganos. De esta manera, se contribuiría a desjerarquizar los centros, pero también a que el alumnado normalice, e interiorice, mecanismos de autogestión y democracia directa.

Mientras luchamos para conseguir estos cambios estructurales, podríamos comenzar por llevar a cabo tres iniciativas propuestas en nuestras asambleas. Primero, plantear que la delegación y subdelegación de cada aula fueran cargos rotatorios a fin de que todo el alumnado asuma tareas de responsabilidad respecto a sus compañeros y compañeras y de representación en las juntas de delegados y el consejo escolar. Segundo, llevar a cabo encuestas de satisfacción, críticas y propuestas entre el personal administrativo y laboral de nuestros centros y academias de adscripción. Y, tercero, poner en marcha la denominada por Ivan Illich como “lonja de habilidades”. Es decir, espacios para que la comunidad educativa y laboral pueda intercambiar conocimientos y destrezas no recogidas en el currículum. Si a una alumna se le da bien una destreza, por ejemplo dibujar cómics, y hay un grupo de personas interesadas en ellas, deberíamos tomar la iniciativa de organizar espacios en recreos o guardias para que puedan interactuar e intercambiar conocimientos no reglados. Estas iniciativas irían encaminadas a reforzar la acción directa, la participación activa, la solidaridad y la construcción de vínculos de apoyo mutuo y confianza más horizontales y menos finalistas entre los grupos subalternizados de nuestros espacios de trabajo.

También planteamos reivindicaciones sobre las condiciones laborales y de trabajo que deberían ser acometidas por las direcciones de área territorial y la consejería de educación. Reclamamos, por ejemplo, garantizar como máximo las 23 horas y 18 horas lectivas semanales, respectivamente, en educación primaria y secundaria; reducir las horas de permanencia en el centro para poder así atender a las personas dependientes de nuestra unidad familiar o comunidad; garantizar el pago completo de las tutorías realizadas por el personal docente a media jornada o a un tercio; disminuir las ratios de los grupos para prestar una atención más personalizada al alumnado y para poder llevar a cabo clases menos magistrales y más interactivas y grupales; automatizar a comienzo de cada curso la ejecución del reparto de frutas y leche del programa “desayunos saludables” a comienzo de cada curso, pues el año pasado llegó a demorarse hasta seis meses en algunos centros; incluir en el horario laboral la formación exigida al personal del centro; y exigir la dotación de instalaciones o equipos de calefacción, ventilación o refrigeración para garantizar unas condiciones dignas, no solo al personal docente, sino también al personal administrativo y laboral y al estudiantado. Igualmente, señalamos algunas deficiencias estructurales que deber ser atajadas y corregidas: acabar con los modelos educativos como las secciones de bilingüismo o el bachillerato internacional o de excelencia que en lugar de corregir el apartheit existente fuera de las aulas, solo consiguen ahondar en la segregación y la guetificación social; eliminar las numerosas acreditaciones y habilitaciones TIC y cursos de formación forzosos que burocratizan y limitan el tiempo disponible para la labor docente y la atención al alumnado y las familia; y eliminar los conciertos educativos y la enseñanza de religión católica de las aulas.
Por último, exigimos mayor transparencia en los procesos selectivos de reposición y estabilización, sobre todo en relación a las rúbricas utilizadas en las correcciones de las pruebas y a las defensas orales, ya que, al no grabarse, las y los opositores no tienen forma de demostrar una potencial actuación negligente del tribunal en la calificación de su actuación ante un recurso de alzada o un proceso judicial.

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