En el Ateneo de Madrid se enfrentaron el jueves 20 de octubre el economista galo Latouche y el pensador soriano Rodrigo Mora. La Fundación Anselmo Lorenzo hizo las veces de árbitro. Prueba clasificatoria para el “todes contra todes” de las jornadas-conferencia sobre economía alternativa de CNT (Villaverde, 9-11 diciembre).
GPG / Periódico cnt
Departiendo (contraportada)
Desde media tarde un público entregado agotó el papel en el Ateneo. La velada no podía comenzar: “¡espera más gente fuera de la que hay dentro!”. Los aficionados, enfervorecidos, asaltaron el edificio encontrándose que otros combates de pesos menores ocupaban salones y pabellones decrépitos. “A mi espalda, desde la Universidad Orsay-París, el Premio Europeo Amalfi de Sociología y Ciencias Sociales (1998) y gran teórico del decrecimiento. Con más de veinte libros en su haber donde vapulea a la ortodoxia económica y al utilitarismo ¡¡Serge Latouche!!. En el otro extremo, el terror de liberales y estatólatras; autor de media docena de libros y decenas de artículos sobre Naturaleza, Ruralidad y Civilización; conferenciante incansable ¡¡Félix Rodrigo Mora!!”.
Sobre la escalinata del recibidor, Latouche toma la iniciativa en el primer asalto. Comienza desgranando las causas de la crisis e igual que en combates previos ante instancias institucionales y movimientos sociales. Golpea con sus cuatro propuestas de “R” al hígado: relocalización, “reconstruir la economía local”; reconversión, “de aquellas industrias inútiles tipo publicidad, armamento, agricultura intensiva”; reparto, también del trabajo o “trabajar menos para vivir mejor”; y dominio sobre el sistema financiero. Su programa provocará “lágrimas, sudor y sangre” pero no a quienes lo hemos dado ya todo, sino en los mercados y las multinacionales.
Segundo asalto. Rodrigo Mora ataca con argumentos más allá de la crisis ecológica y económica, en las que se había centrado Latouche. La crisis de la libertad, castrada por el parlamentarismo contra el que se rebeló el 15M, dándole donde más le duele: en el asamblearismo. Lanza su ofensiva sobre la base política del “momento dramático” que vivimos. “Los seres destruidos son dóciles pero no productivos”. Trabaja insistentemente las carencias del decrecimiento: el problema humano, la reorganización de poderes económicos, la guerra mundial… Termina con dos golpes de R novedosos: reforestación, para evitar la desertización y revolución integral o constitutiva.
Un espontáneo, investido en los poderes de la autoridad competente, intenta paralizar el combate con la excusa del civismo. El respetable abuchea al fantoche que solo consigue calentar los ánimos: “¿qué pasa con las condiciones materiales?”, dice uno; “¡preparémonos para lo peor!” se escucha en las primeras filas; “¡esto ha sido un ajuste de cuentas en toda regla!”. Se oyen más recetas, la principal: “reparto del trabajo y la riqueza mediante la economía autogestionaria”. Desde el cuadrilátero, los púgiles lanzan al aire los últimos golpes: “la guerra económica ya está aquí: contra los pobres”, demostrando la pérdida de resiliencia para aguantar los envites; remacha Latouche. El estado del bienestar es vapuleado por Rodrigo Mora. ¿Condiciones materiales, más consumo? ¡Toma cínicos!