Primero de Mayo, ¡ahora!
El Primero de Mayo debe servirnos para mostrar con fuerza nuestro más firme rechazo a la actual situación socioeconómica. Pero más allá de la situación actual, es necesario reivindicar y mantener el legado histórico de esa fecha y su significado. Sin querer con esto caer en la mitificación, debemos rechazar un Primero de Mayo como un simple día festivo, porque desvirtúa su origen de lucha obrera.
La lucha no puede estar sujeta al calendario, sino a la necesaria respuesta a los graves ataques que sufrimos día a día, sin olvidar nuestra justa aspiración a un mundo mejor a través de un cambio radical de la sociedad y la economía, que solo puede ser protagonizado por la clase obrera.
No vamos a enunciar aquí ni la larga lista de robos y abusos, ni las injustas condiciones a las que someten nuestras vidas los de siempre: banqueros, políticos, empresarios y demás calaña. Digamos, por simplificar, que todos los problemas forman parte de uno solo: el sistema capitalista.
Ellos, como clase social, con sus decisiones y actos persiguen un único objetivo: el de mantener sus beneficios y privilegios a través de un sistema socioeconómico basado en la dominación y la explotación del resto de las personas, considerándonos mercancía, gando sin dignidad, sin derechos ni control sobre nuestras vidas. Nos preguntamos qué es necesario para responder y actuar «como ellos». Es decir, como una misma clase, organizada y con un único interés final: liberarnos del yugo capitalista.
Ahora es cuando tenemos que abandonar la resignación, perder el miedo, y debemos recuperar la conciencia de clase, generar y proyectar valores propios, construir alternativas reales y no solo teóricas.
Estamos obligados a hacerlo, ya que el sistema nos quiere convencer de que somos individuos inconexos, aislados, incluso mejores que otros en base a identidades culturales, religiosas, futbolísticas, nacionales… para convertirnos en meros consumidores o en simples productores. En definitiva, hacen todo lo posible para crear divisiones, barreras, fronteras que solo sirven para impedir que nos encontremos y nos reconozcamos como lo que somos: una misma clase; explotada, dominada y utilizada. Tenemos que levantarnos y plantarles batalla.
Por eso el Primero de Mayo sigue siendo importante, por su esencia internacionalista y obrera, por su valor combativo y de reivindicación. Reclamamos el Primero de Mayo por orgullo obrero, ya que históricamente fue una demostración de fuerza de los trabajadores en todo el mundo, que servía para recordarles que estábamos enfrente, dispuestos a pararlos y a derrotarlos.
Sí, el Primero de Mayo era una Huelga General mundial. Casi nada. Parece un cuento, pero no, es nuestra historia, la del Movimiento Obrero.
Por eso, ahora, Primero de Mayo, debemos continuar con la movilización, para seguir en la calle, para seguir sumando y ser más fuertes, para que los de arriba empiecen a dormir con un ojo abierto, intranquilos, porque los de abajo hemos comenzado a despertar, y nuestros sueños son sus pesadillas.
Salud y Revolución Social.
Secretariado Permanente del Comité Confederal
En este número:
- Portada | Dignidad, que bonito nombre tienes
- Sindical pág 6 | Los monitores administrativos de Andalucía, en lucha
- Economía pág 10 | Empresas recuperadas, un encuentro necesario
- Actualidad pág 12 | La represión comienza en las vallas
- Global pág 17 | ¿Quién está detrás de cada político ucraniano?
- Memoria e Historia pág 22 | 36 años sin Agustín Rueda
- Cultura cuadernillo central | Entrevista a Julián Hernández: «A todo el mundo le parece bien arramplar con la pasta»
- Opinión pág 25 | A debate: el lenguaje secuestrado
- Contraportada | Nuestros locales // Córdoba: un paseo de poniente a levante