En el número de julio de la publicación Todo Por Hacer encontramos esta traducción del portal www.libcom.org sobre la propuesta de modificación de le Ley de huelgas.
Respondiendo a la nueva ley de huelgas Tory
El reciente Discurso de la Reina confirmó que el gobierno Tory trata de introducir nuevas leyes que restrinjan las huelgas. Los sindicatos han reaccionado con furia, ¿pero harán algo?
Después de años amenazando con hacerlo, los tories finalmente han decidido imponer aún más restricciones a las huelgas. Están realizando un requerimiento para que, en caso de querer convocar una huelga, como mínimo el 50% de los trabajadores tengan que tomar parte en una votación para que ésta sea legal, y en los “servicios públicos esenciales”, a esto se suma que no se podrá realizar una huelga a no ser que el 40% del total de trabajadores con voto apoyen la acción, independientemente de la participación real.
El Reino Unido ya tiene “las leyes más restrictivas en materia sindical en el mundo occidental”, como ya señaló una vez Tony Blair, y estas nuevas medidas no van a hacer más que empeorar esta situación.
La verborrea oficial clama que esto no es más que un intento de hacer más democráticas las huelgas, y evitar que un puñado de agitadores use al conjunto de los trabajadores como meros peones contra los pobres empresarios. Porque, querido mío, ¿qué es la libertad sino es pagar a tus trabajadores una miseria a cambio de hacerte tú obscenamente rico sin que ellos tengan ninguna razón para quejarse? Nadie quiere ir a la huelga, ciertamente no por cosas tan insignificantes como salarios justos o seguridad, es sólo que los sindicalistas les obligan a ello.
Pero esta retórica oficial rápidamente se queda coja. Si hablamos sobre democracia, ¿por qué no permitir que la votación de una huelga se realice en el lugar de trabajo para garantizar altas participaciones? Si lo hacemos sobre legitimidad, ¿por qué no aplicar los mismos estándares a las elecciones parlamentarias, eliminando la mayor parte del gabinete tory de un plumazo? Está claro que no son estas las razones. El hecho de que las restricciones al esquirolaje se vayan a levantar solamente subraya que el punto aquí es restringir las huelgas en la medida en que puedan, hasta conseguir hacerlas totalmente ilegales.
Además, vale la pena señalar que estas leyes no son una respuesta a unos sindicatos excesivamente beligerantes. Son el acto de una clase dirigente a la ofensiva, pues pueden promulgar la nueva legislación sin preocuparse por la misma razón que pueden revertir todas las concesiones que en su día hizo la socialdemocracia, porque el movimiento que les ganó está en retirada.
Ninguna respuesta de las cúpulas sindicales
La mayoría de quienes se oponen a estas nuevas leyes sabrán instintivamente cómo desafiarlas. Pero claro, habrá algún alma ingenua que realmente piense que una petición puede solucionar el problema, así como algún tonto ciego que crea que los laboristas derogarán estas leyes dentro de cinco años. Sin embargo, en general, la gente que quiere derrotar a estas nuevas leyes se darán cuenta de que la única manera de hacerlo es desafiándolas.
Pero sería un error buscar ese desafío en los líderes sindicales. En torno a este punto, recalcó las declaraciones del Partido Socialista de Inglaterra y Gales (SPEW):
“En la conferencia del FBU (sindicato de brigadas de bomberos), pocos días después de las últimas elecciones, el Secretario General del TUC –Congreso de Sindicatos Británicos–Frances O’Grady anunció que habrá una reunión especial de la Ejecutiva del TUC tras Discurso de la Reina. Pero si Cameron (elegido con el 24% del electorado) anuncia nuevas leyes amenazado con elevar al 50% la necesaria participación en las votaciones para poder realizar acciones en los centros industriales y situaciones aún peores para el sector público, esto tiene que ser ampliado a una emergencia para el Consejo General del TUC.
Debe ser un “consejo de guerra” para preparar en serio todo el movimiento sindical hacia una huelga general de 24 horas, como una advertencia a los tories. Más importante aún, habría que elevar las miradas y levantar el ánimo de millones de trabajadores y de todos aquellos alineados en contra de los recortes en materia social que los tories plantean por un total de 12 mil millones de libras. Los sindicatos de izquierda deben elaborar una estrategia para presionar al TUC. Pero si el TUC se niega a organizarse, a continuación, estos sindicatos de izquierda deberían reunirse para llamar a la acción.”
En este sentido, el SPEW asume la posibilidad de que el TUC pueda negarse a llevar a cabo dicho desafío. Esto ha quedado ampliamente demostrado a lo largo de la historia, ya sea en su traición a la huelga general de 1926 o su espantada de las movilizaciones contra las leyes anti-huelga de Thatcher. Pero no sólo hablamos de reticencia o cobardía. Incluso si el TUC no fuera meramente una organización paraguas con ningún poder en sí misma para declarar una huelga o instruir a sus sindicatos miembros, convocar una huelga general (incluso en la forma simbólica de una protesta de un solo día) simplemente no está en sus intereses materiales.
Me refiero tanto a la legislación vigente como a la entrante como “anti-huelga” en lugar de “anti-sindical”, ya que en realidad sirve al sindicalismo empresarial. Junto con la restricción de la capacidad de los trabajadores de ir a la huelga, esta nueva ley también refuerza la función de representante del sindicato en la mediación entre los trabajadores y el capital, y en la prestación de apoyo a casos individuales en el trabajo en lugar de organizar los conflictos colectivos. En otras palabras, ayuda a las burocracias sindicales a frenar a la militancia al tiempo que refuerza su papel en la desactivación de la ira a cambio de un asiento en la mesa de negociación.
Por supuesto, la militancia ya ha sido frenada hasta tal punto que el incentivo de los jefes en ofrecer un asiento a los burócratas últimamente está disminuyendo. Mientras que la mayor parte de los sindicatos se contentan con esta situación, algunos mantienen una muestra de combatividad a fin de presentar algún nivel de amenaza si no son escuchados. Estos son los ‘sindicatos de izquierda’ a los que la SPEW se refiere.
Pero su combatividad, sin importar cuán fuertemente contrasta con la del TUC, todavía está en gran medida por demostrar. Supuesto sindicatos combativos como el PCS (sindicatos de servicios públicos y comerciales) existen en última instancia para moderar a la lucha de clases, y lo lejos que pueden ir en la lucha está determinado por su necesidad de asegurarse una posición en las negociaciones a través la venta de la paz social. Por no hablar de que los sindicatos tienen todo que perder y nada que ganar al desafiar la ley y poner en riesgo el secuestro de sus fondos.
En resumen, aunque el Consejo General del TUC llamara de un “consejo de guerra”, éste siempre sería una pantomima.
¿Y entonces qué?
No vamos a ver a una huelga general en el corto plazo; ni siquiera una de un solo día. Realizar cábalas en torno a si el TUC dará una respuesta contundente es proseguir en la ignorancia sobre su funcionamiento y sus intereses materiales. Al igual que continuar mirando al Partido Laborista, sin recordar que fueron responsables, en su día, del documento llamado “En lugar de la lucha” y que, de no ser por su derrota electoral, en lugar de las leyes anti-huelga de Thatcher hablaríamos de las de Wilson.
En su lugar, tenemos que mirarnos a nosotros mismos. Bastante se ha escrito ya sobre la necesidad de construir un movimiento desde la base basado en la auto-organización y la acción directa. Al final, lo importante es asumir que la respuesta está en nuestra clase, en lugar de en los que se proclaman nuestros líderes o representantes.
Así que dejemos de hablar a la ligera de una huelga general, más si cabe si es una versión de juego de la misma en su formato de un sólo día. Ni mucho menos hagamos ‘un llamamiento’ al TUC o a los laboristas, ya que no pueden ofrecernos nada.
Vamos a tomar el asunto en nuestras propias manos para que podamos empezar a avanzar en lugar de retroceder.