Ocaña. Acciones, actuaciones, activismo

En el palacio
Montehermoso de Vitoria (antigua residencia del Obispo) pudo visitarse del 7 de
octubre al 20 de enero una exposición un tanto peculiar, que escandalizaría
(¿seguro?) a sus antiguos inquilinos: “Ocaña 1973-1983. Acciones,
actuaciones, activismo
”.

Asociación Isaac Puente / Periódico cnt

Una
exposición que hace treinta años hubiera resultado más rupturista que ahora.
Los programas de la televisión basura han hincado el diente al producto sexual
sin miramientos y ya es pan comido y suenan primitivos los alardes de pérdidas
de virginidad a los trece años, salidas a escape de los armarios, procesiones
ateas y satánicas, desnudos  callejeros,
paseantes travestidos y bodas civilonas.

 No parece
que haya resultado muy costosa esta muestra. Aunque nunca se sabe: desde que
cualquiera cree que tiene derecho a cobrar derechos de autor, registra la foto
de su abuelo y te denuncia por incluirlo en un listado de fusilados. Es un
conjunto de fotografías, carteles, dibujos, pinturas y eso que se llama
material audiovisual y vende tanto en desdoro de la imprenta.

Fotografías del
homenajeado, con profusión de nalgas y atributos masculinos tomando el aire en
distintos ambientes, poses con vestimentas entre castizas y ultramodernistas
según momento. Al fin, militante de la libertad sexual y de los derechos de los
homosexuales. Defensor del cuerpo humano como territorio sin impudicias ni
recónditas impurezas, compuesto de algo más que cabeza, tórax y extremidades.
Anatomía diseccionada sin presencia de sotanas y tocas.

Carteles, sobre
todo de sus exposiciones de pintura en Cantillana, Barcelona, Palma, Ibiza y
como remate ¿se trata de consagrar el cadáver del vivo que tanto  molestó? la del Museo Español de Arte
Contemporáneo de Madrid en 1985-1986. Alguno cinematográfico (Silencis y
Manderley) y uno, el más grande, que nos llena más, de las Jornadas
Libertarias de Barcelona de 1977, a las que asistimos, sin canas y con pelo
encrespado, autobús contratado, un buen número de compañeros de la CNT de
Vitoria. El parque Güell, el salón Diana y los locales de ateneos libertarios y
sindicatos entre el 22 y 25 de julio acogieron a medio millón de personas. Allí
largaron y actuaron, entre otros, gente de guitarra y cámara, Vicente Aranda,
Antonio Artero, Francesc Bellmunt, Emma Cohen, Fernando Fernán Gómez, Juanjo
Puigcorbé, Luis García Berlanga, Martín Patiño, Pablo Guerrero, Ramón Muns y entre
tantos Ocaña más que desmereció, deslumbró y asombró.

Algunas pinturas y dibujos de Ocaña (Ángeles
de la guarda, Sagrado Corazón de Jesús Marica, Carnaval
). Podían o debían
haber sido más, aunque sólo fuera para reivindicar la faceta menos conocida y
aún poco valorada del sevillano. Un par de ellos atraen, el óleo del Jesucristo
más por el título que por el contenido o el trazado.

Media
docena de pantallas distribuidas por salas proyectan vídeos, programas de televisión y películas que
participaron de la vida de Ocaña.

Vemos lo
que esperamos: sexo en libertad, religión a lo Virgen del Rocío, fiesta
carnavalesca, andaluza y ramblera, hago lo me da la gana. Porque efectivamente
todo lo que se expone es Ocaña, Ocaña y Ocaña. Épater le bourgeois decían
los dadaístas. Justo es reconocer que pasado el tiempo otro burgués, puro
negocio, es el que recoge, estudia y colecciona lo que hería la sensibilidad de
su abuelo. 

A la entrada puedes recoger
un libreto o programa de mano, aparentemente de papel reciclado, o sea,
grisáceo, y con pinta de fotocopia, sin una sola ilustración de lo que se
avecina, que no pasará a la historia del diseño. Será la crisis, pero cuadra
mal semejante libreto con el espíritu ocañista. Abundoso de escritura, extraña
su anonimia. No sabemos si se debe al encargado del evento, Pedro González
Romero, otro libertario mientras él no diga lo contrario, del que puede leerse
una semblanza en la Enciclopedia de nuestro anarquismo, que parece haber comprendido
el significado de Ocaña en su tiempo.

Recorrimos las salas pausadamente. Sin agobios, con más
vigilantes que interesados. Tal vez fuera por la intempestiva hora, siete y
media de la tarde. Al abandonar el lugar, en el vestíbulo, suponemos que para
la inauguración de otro evento, se amontonaba el gentío: el famoso vino español
y la tortilla de patatas esperaban a los reunidos.


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