En un nuevo ataque al
periodismo libre, la sección de UGT en el centro territorial de Asturias de
RTVE denunció ante la empresa por supuestas incompatibilidades a uno de sus
propios compañeros, el redactor Xuan Cándano.
A. Sánchez | Periódico CNT
La CNT de Oviedo denunció en un
comunicado de apoyo, que en el trasfondo estaba el intento de represalia por la
publicación en Atlántica XXII (de la que es director), el pasado septiembre, de varios artículos sobre
el sindicato socialista. El pasado 10 de abril, Xuan ganó el juicio interpuesto
contra la sanción que RTVE le impuso, aunque el juez no admitió su demanda por
vulneración de derechos fundamentales.
Pregunta.- Se puede considerar
que el juicio ha sido una victoria parcial, ¿te sientes satisfecho con la
sentencia?
Respuesta.- Sí, estoy muy
satisfecho porque fue una victoria. No ya sólo desde el punto de vista laboral,
sino porque es una victoria para el periodismo libre. Ademas era David contra
Goliat, me estaba enfrentando a grandes poderes que iban de la mano, RTVE y
UGT, aunque el juez podía haber ido más lejos aceptando la demanda por
violación de derechos fundamentales. De hecho, en el texto de la sentencia deja
bien claro que hay una venganza y que es éticamente reprobable la actitud de
UGT, que hubo persecución.
En definitiva, una
gran victoria para el periodismo libre, porque se trataba del acoso a un
periodista por difundir informaciones veraces. De eso se trataba, de imponer
castigo a un periodista y a un medio de comunicación por difundir informaciones
veraces, y el juez desde luego los puso en su sitio.
P.- ¿Qué se denunciaba
en esos artículos?
R.- Para empezar hay que
decir que los artículos no son míos, yo soy sólo el director de la revista
Atlántica XXII. Se trataba de un dossier, cuyos autores eran Fernando Romero y
Blanca García. También había una editorial que hacía referencia a la situación
de los sindicatos en España y también la sección fija «El casting de Milio
Rodríguez Cueto», que en esta ocasión dio la casualidad que iba dedicado a
Justo Rodríguez Bragas, Secretario General de UGT en Asturias.
Una entrevista
contaba la situación de los trabajadores de UGT en Asturias, donde acababa de
aplicarse un ERE, después de la Reforma Laboral del PP. Había gente que se fue
a la calle y el presidente del comité de empresa, un abogado, grabó una
conversación, sin que Justo Rodríguez lo supiese, en la que se dirigida a él de
forma no precisamente complaciente. Llevó esta grabación ante el Juzgado y el
Juez condenó a UGT y a su Secretario General por vulneración de derechos
fundamentales.
P.- Parece que está
totalmente claro que ha sido una venganza…
R.- Lo que sí sé, lo
tengo constatado, es que la dirección del sindicato se dirigió a sus abogados
para que nos denunciaran, tanto a mí como a Fernando y a Blanca. Los abogados
les dijeron que no había materia para ello porque las informaciones eran
veraces. Sospecho que entonces se dirigieron a la Sección Sindical de UGT en
RTVE, con el fin de que me dieran un castigo. Eso es lo que debió pasar, porque
la dirección de UGT siempre se desmarcó de la Sección Sindical de UGT en el
centro territorial de RTVE, pero parece difícil de creer que hayan actuado por
su cuenta. En cualquier caso nunca condenaron esa actitud insólita, como
reconoció en el juicio el propio Director de Relaciones Laborales de RTVE, que
dijo que nunca se había encontrado un caso así.
P.- ¿Ha cambiado en algo
la situación laboral que tienes en RTVE?
R.- Yo siempre estuve
marcado en RTVE por ser un periodista independiente y libre, jamás tuve cargos ni
tampoco tengo ambición en tenerlos. Siempre trabaje absolutamente condicionado,
eso no es algo de ahora, pero lo que si es reciente es que UGT en este centro
territorial antes no tenía la mayoría en el comité de empresa y, con sus
prácticas clientelares, fue ganando poder poco a poco hasta tenerla ahora.
Desde la sentencia mi
situación no es precisamente mejor, se les nota rabiados por la sentencia y por
el ridículo público inmenso que hicieron. En este caso desde el primer momento
perdieron la batalla de la opinión pública y eso se expresó perfectamente a
través de Internet y las redes sociales. Hubo una unánime campaña espontánea a
mi favor y en contra de esas prácticas sindicales. Lo que no tengo ahora precisamente
es estabilidad para trabajar, no es plato de buen gusto tener que ir a trabajar
todos los días ahí.
P.-
¿Cambiará
este hecho en algo la línea editorial de la revista en el futuro?
R.-
En
absoluto. Con cualquier sentencia, aunque hubiese sido otra, no hubiésemos
cambiado jamás. A nosotros nos derrotará el mercado, nos derrotarán los
lectores si nos abandonan, pero nuestras convicciones profesionales son muy
firmes y de ninguna manera iban a cambiar. Si pretendían asustarnos y callarnos,
no lo iban a conseguir, aunque la sentencia no hubiese sido ésta.
P.-
En
líneas generales, ¿crees que hay libertad de expresión y libertad de prensa en
España?
R.-
Más
que nada lo que abunda la auto censura de los propios profesionales. En general,
yo creo que podemos decir que en España hay un sistema democrático formal y un
sistema de libertades, pero no se ejercen en la mayoría de los casos por el
miedo de los ciudadanos, en este caso de los profesionales de la comunicación. Yo
creo que es más abundante la autocensura, que no tiene justificación en la
mayoría de los casos, que la censura.
Si
los periodistas no cayésemos en esa especie de dejación de funciones, que
consiste en eso, en callar, en obedecer, en no informar con libertad, creo que
la democracia ganaría muchísimo y habría un salto cualitativo desde el punto de
vista ciudadano. Creo que no tenemos muchas razones para protestar, es cierto
que los grandes poderes, el económico, el financiero y el político obstruyen
nuestra labor, pero no es menos cierto que eso ocurrió siempre. Es evidente que
en otras épocas los periodistas éramos más valientes y no nos dejábamos
abucharar por esos poderes, eso lo digo yo y hasta un periodista conservador
como Pedro J. Ramírez, que lo acaba de decir en Oviedo. Creo que es algo
perfectamente visible y es un problema democrático muy serio, porque no hay
democracia sin medios de comunicación libres, o al menos periodistas libres.