Un Primero de Mayo, el de 2016, marcado por la precariedad laboral , reflejada en las condiciones de trabajo, en la reducción de las jornadas, en la desaparición de pluses, en la reducción de plantilla y personal en los centros de trabajo, bajada de sueldos, empeoramiento del servicio, aumento de los accidentes laborales, pluriempleo, flexibilidad en el despido y un largo etcétera.
Pero la gente ha olvidado que este día de lucha nació de la reivindicación por una jornada de 8 horas, ahora trabajamos 5 en un trabajo, y otras 4 en otro. Y damos gracias a que entran dos medios sueldos, que a su vez son casi la mitad del sueldo que recibíamos hace 8 años.
Este año precisamente, ha coincidido con el día de la madre, esas mujeres que han transformado el mundo continuamente con su labor, desgraciadamente a la sombra del movimiento obrero, pero que cada vez tienen más presencia en esta extenuante e incesante lucha contra las elites empresariales y económicas; hace poco decía Warren Buffett, un multimilloranio: “[…]es mi clase, la clase rica, la que está haciendo la guerra y vamos ganando”.
Fue un placer ver que en el bloque de todos los sindicatos minoritarios, la cabecera estaba llena de compañeras que portaban un claro y directo mensaje: “Contra la precariedad social y laboral. DUINTASUNA.” El empoderamiento nos hace fuertes, a las mujeres ante una sociedad heteropatriarcal que invade nuestros cuerpos y nuestras vidas, y a los compañeros varones que en nuestra mano está luchar por la igualdad intergéneros, y por la Justicia Social y un mundo donde no exista la violencia de género.
Los pulsos al capital, ya ni cierran la mano. Vemos a los sindicatos verticales hacer una concentración forzada frente a la empresa de veinte minutos, llamar a los medios, hacer la foto y desaparecer. Les escuchamos decir que se han reunido, que se está negociando, que no se ha podido… pero sobretodo, les vemos Callar, Callar, Callar.
Se sucedieron los cánticos en la manifestación contra los sindicatos vendeobrer@s, esos que hostigan a nuestras compañeras y compañeros en Wolksvagen y sus empresas subsidiarias, en ETTs, en empresas de formación, y en muchos otros lugares. Caminábamos en otra dirección en la manifestación, al igual que lo hacemos cada día en la vida real, y no disfrazadas como lo hacen ellos (sus cúpulas al menos, y sus comités proempresa) en sus juntas directivas, en sus despachos o pisando la calle, solo en este día. Primero de Mayo, donde los anarquistas nunca son “bienvenidxs” por luchar frente a frente contra el Capitalismo, y no codo a codo.
El bloque anarcosindical, incendiado en consignas contra las prácticas manipulativas, antiobreras y pro-capitalistas, que hacen de estas prácticas algo endémico a sus modelos y sus centrales sindicales.
Pocas eramos este año, pero convencidas de que el modelo sindical de la CNT sigue siendo válido, de ruptura con los sindicatos tradicionales de continuísmo, un Sindicato combativo y eficaz ante los conflictos sindicales, en la demanda de las trabajadoras a las empresas, en la consecución de mejoras, en la lucha de sectores y en la solidaridad dentro del estado español y fuera de nuestras fronteras.
Se transformó la sociedad…se cambiaron los tirachinas por los smartphones, se ralentizaron aquellas carreras frenéticas entre callejones y avenidas, siendo hoy plácidos paseos de domingo (a veces en silencio) expandiendo el orgullo obrero, aquellos neumáticos incendiados son hoy solo el ruido de los coches a los que “encima cortamos el paso al rededor de 3 minutos”.
Terminaremos por colgar un banner multicolor donde rece “Labor Day” en los Centros comerciales y tiendas, con un plan de marketing detrás que haga olvidar que en ese día se reivindica nuestra labor que como obreras ponemos en funcionamiento el mundo, para aceptar que el consumo es lo que nos mueve cada día como personas.
Un día para no olvidar y no resignarse ante el juego del Capital…1º de Mayo. Ahora y siempre.