CARLOS TAIBO | Ilustración (fragmento): portada del nº 14 de Solidaridad, Chile 2012 | Extraído del cnt nº 425.
EN EL MUNDO libertario los sindicatos han sido objeto a menudo de críticas acerbas que han asumido, ciertamente, perfiles distintos según los momentos. Las más comunes hoy hablan de la primacía abusiva que suelen conceder al salario y al empleo, de su negativa a tomar nota de los cambios operados en la condición de la clase obrera, de su desapego en lo que hace a la condición de precarias o inmigrantes, o del relieve limitado que en sus filas se atribuye a problemas como los que plantean el feminismo y el ecologismo. Aunque todas esas taras, ficticias o reales, se revelan con mucha mayor claridad en el sindicalismo de pacto, sus señales no faltan tampoco en el alternativo y resistente, cuya presencia, por añadidura, en lo que respecta a la construcción de espacios autogestionados y desmercantilizados resulta ser infelizmente liviana.
Muchas veces he dicho que el sindicalismo libertario me parece tanto más interesante cuanto más capaz se muestra de romper las fronteras del mundo sindical entendido en sentido estricto. Bueno será que deje claro, sin embargo, que no sería saludable que esa expansión extramuros se verifique a costa de provocar la desaparición de la lucha sindical. Sucede con esto algo similar a lo que ocurre al amparo de una tesis muchas veces expresada desde la atalaya de lo que ha dado en llamarse postanarquismo. Si éste lleva razón a la hora de subrayar que el poder tiene muchas expresiones que trascienden la institución Estado, semejante consideración no parece razonable que se despliegue en abierto olvido de que es preciso seguir contestando, claro, el Estado entendido en su significado más tradicional y represivo.
El sindicalismo libertario me parece tanto más interesante cuanto más capaz se muestra de romper las fronteras del mundo sindical entendido en sentido estricto.
Así las cosas, las criticas, inexcusables, de lo que significa el sindicalismo entiendo yo que no pueden conducir —sería un ejercicio de frivolidad— al designio de tirar por la borda lo que aporta hoy, en ese terreno, el mundo libertario y alternativo. Sería hacerle un regalo, que no merece, a la patronal y a sus intereses en un momento en el que el endurecimiento planetario en las condiciones del trabajo asalariado debe provocar un rebrote del sindicalismo de confrontación. Ello parece tanto más cierto en estas horas, en las que una vez más lo que se anuncian son desafueros mayores en provecho de los de siempre. Con un gobierno de izquierdas y sin él.
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