Los broches de la sumisión cierran mi boca
El miedo a la gente
A la ley, a la fuerza, me vuelve incapaz de levantar un dedo
Quiero largarme lejos, donde no haya seres que me miren
Donde no haya bocas que pregunten
Donde los únicos ojos que me observen sean las estrellas
Y quien me grite palabras al oído sea el aire; no los silbatos moribundos de los autos.
Que la espesura del pasto roce mi mejilla adolecente
Atrapar palabras en la intemperie con redes de nylon
Y muchas, muchas flores adornen el camino que lleva a la montaña
Ella siempre impávida y noble
¡Madre mía escúchame!
Casi siempre el espejo me dicta un mounstruo cuando asomo la cara
Camina codicioso y roba minutos al reloj para gritar que no tiene tiempo
Me he cansado de difamar al prójimo, de esconder entre mis ropas la hipocresía
Quiero regresar a casa
Perderme en el monte, elegida tierra donde tirar mi salea
¡Escógeme montaña!
Dame el valor de entrar a tu centro y ser parte de este mundo.