En los últimos meses, y con la llegada de la más que anunciada crisis económica, se han agudizado los ataques de todo tipo contra un colectivo, el de los migrantes, a los que directa o indirectamente se les está haciendo responsables de toda una serie de problemas que tienen más bien su raíz en el sistema capitalista y neoliberal en que nos encontramos inmersos, donde prima la obtención de beneficios lo más rápido posible sin que importen los medios y sus consecuencias.
Así, en la prensa se señala continuamente a los inmigrantes como causantes del colapso del sistema sanitario o de las graves deficiencias del sistema educativo, no sólo a nivel de Canarias, sino de todo el Estado español. Para desmentir tales afirmaciones hay que decir que esta situación se produce tanto en aquellas autonomías que tienen un número mayor de personas foráneas, como en las que menos y que, si volvemos al caso del archipiélago, podemos hablar de una falta de planificación, previsión y responsabilidad a todos los niveles desde hace décadas que han llevado a la Sanidad canaria, e igualmente a la Educación, a los últimos puestos en calidad de servicio, sin que se haya mostrado capacidad en la cuestión sanitaria para ni tan siquiera absorber el crecimiento vegetativo de la población, así como el envejecimiento de un elevado porcentaje de la misma. Mientras que en Educación no se han hecho las inversiones y planeamientos necesarios para tener un sistema educativo público y de calidad.
Otra de las falacias que se está convirtiendo en dogma de la fe xenófoba es la de la importancia de la migración en el crecimiento de la población isleña por encima de la sostenibilidad. Lo cierto es que tal crecimiento ha sido incentivado por quienes dicen querer controlarlo, que en un juego de hipocresía han venido permitiendo la destrucción del territorio con nuevos y enormes complejos hoteleros, urbanizaciones para niveles elevados de renta, o infraestructuras como el puerto de Granadilla. Claramente se deduce que nada de esto va destinado a los migrantes, cuyo impacto en el aumento de la población en las islas es mucho menor del que se nos quiere hacer creer a fuerza de magnificarlo.
Igualmente se recogen una y otra vez declaraciones en las que se identifica a los migrantes africanos como portadores de enfermedades contagiosas, mentira que a fuerza de su repetición se está convirtiendo en un peligroso argumento para conductas racistas como las vividas en Garachico por el traslado de menores negros a esta población, o más recientemente en Las Canteras (La Laguna) ante la posibilidad de la instalación de una cárcel para migrantes o CIE en la zona. La responsabilidad de los medios de comunicación es sólo superada por la irresponsabilidad de las autoridades locales, isleñas y autonómicas en su desidia para desmentir tales barbaridades.
Por otro lado, planes como el de empleo del Gobierno de Canarias, que supone discriminar a la hora de cubrir un puesto de trabajo por ser de aquí o de allá, o el del gobierno de España de retorno «voluntario» de los migrantes en paro con derecho al cobro de prestaciones, vienen a señalar de nuevo al colectivo inmigrante como responsable de una crisis económica y de empleo que ha sido generada por el afán especulativo de las grandes empresas constructoras, inmobiliarias, bancarias, etc, con la complicidad de gobiernos como el canario, que sigue promoviendo la especulación salvaje de un suelo que difícilmente está al alcance de los bolsillos de trabajadores migrantes, por no decir también de muchos canarios y canarias. Esta complicidad se ha manifestado también en la cuestión de las relaciones laborales, donde la explotación ha reinado con todo el descaro empresarial, y que ha sido propia de un estado esclavista en el caso de los migrantes sin papeles. Y ya no hablemos de siniestralidad laboral, en cuyas estadísticas no aparecen gran número de los accidentes que les han sucedido y suceden a los esclavos del siglo XXI.
Por último, la aprobación de la Directiva europea sobre inmigración, que criminaliza a los migrantes, a los que se podrá encarcelar durante año y medio por serlo, restringiendo al mismo tiempo derechos básicos del ser humano, junto a la directiva de las 65 horas laborales, destructora de una de las más importantes conquistas sociales como es la jornada de 40 horas, y el Espacio Europeo de Educación Superior o Plan Bolonia, con el retorno a las políticas educativas elitistas y contrarias al derecho a la educación para todos, suponen el triunfo del planteamiento más derechista, más asocial y más restrictivo de derechos desde la caída del franquismo en España, del fascismo-nazismo en algunos países y del sistema soviético en otros. Mirar hacia otro lado, o considerar todo este tipo de directivas como necesarias, sólo contribuye a mantener el estatus económico y social de los sectores más favorecidos de la sociedad europea, los cuales disfrutaran cuando vean como los parias de esta tierra y los parias venidos de otras tierras acaben enfrentándose por la promoción del odio, del racismo y de la xenofobia que se está haciendo desde los círculos de poder. Pero que no se confíen, pues quien siembra vientos recoge tempestades.
S. de acción sindical
S.O.V. CNT Tenerife