El pasado 21 de marzo compañeros del Sindicato del Metal de Madrid y del SOV de Guadalajara visitamos por tercera vez la planta de Teka en Alcalá de Henares, dentro de la Jornada Internacional de lucha contra Portinox-Teka por la readmisión de los 13 trabajadores despedidos en la planta de Granada.
En plantas como esta de Alcalá, quizá alguna vez de producción, hoy más bien parece de distribución de lo producido en otros sitios, se puede sentir de primera mano el alcance de la deslocalización industrial, de la mezquindad de la globalización que nos han impuesto desde arriba. Se pretende que las cosas se hagan allí donde el precio de una hora trabajada no equivale ni a un minuto de los ejecutivos que diseñan en los despachos el aparataje que esquilma su esfuerzo y los relega a la miseria. Mientras tanto, los «privilegiados» trabajadores del primer mundo nos vemos relegados a servir de intermediarios necesarios en la operativa o al despido.
Mientras en las plantas de logística occidentales se dispone de adelantos tecnológicos, estrictos requisitos de seguridad y sofisticados sistemas de control, o se dice disponer, que en muchos casos ni eso, se pretende y se logra que los productos que desde estas plantas se distribuyen al «primer mundo» se realicen en unas condiciones diametralmente opuestas, en infames factorías y por un salario miserable.
¿Cuánto tiempo más podrá mantenerse esta situación? ¿Cuanto tardarán las trabajadoras y trabajadores de estos países, tan duramente explotados, en organizarse, levantarse y luchar? Debemos ayudarles a conseguirlo, y lo lograremos luchando contra las deslocalizaciones: nuestros derechos no están completos sin los suyos.
