DOSIER: ¡A la calle! | Foto de Javier Bernardo | Extraído del cnt nº 434.
La peor masacre en una frontera terrestre de la Unión Europea tuvo lugar en la frontera de Nador y Melilla el pasado 24 de junio. Al menos una persona murió en España por la actuación policial marroquí y española en el puesto fronterizo del Barrio Chino, entre Nador (Marruecos) y Melilla (España) cuando intentaba llegar a Europa. Aquel día hubo cientos de heridos de gravedad, pero ninguno recibió asistencia médica. Seis meses después, 77 familias siguen buscando a sus seres queridos sin saber si están vivos o muertos. Así de contundente es la investigación liderada por LightHouse Reports, que contradice la versión del ministro del Interior y exmagistrado Fernando Grande-Marlaska.
Aquel 24J murieron al menos 37 personas, según los nuevos datos revelados por Amnistía Internacional, debido a la acción conjunta de la Gendarmería marroquí y la Guardia Civil española. Las autoridades marroquíes no permiten una investigación independiente y afirman que «solo» murieron 23 personas intentando entrar en España. Gracias a esta nueva investigación sabemos que Abdelaaziz Yaakoub, un joven sudanés de 27 años, murió en suelo español. Sus amigos le llamaban Anwar. Lo confirman las imágenes reveladas, también un agente marroquí e incluso un amigo que sobrevivió aquel día y lo vio con sus propios ojos: «Hubo un fuerte bombardeo de gas que asfixió a muchas personas, entonces un soldado lo golpeó en la nuca y, cuando no podía respirar, otro soldado saltó sobre su pecho con sus botas. Cuando se dieron cuenta de que estaba muerto, recogieron toda la basura (los restos de ropa) y lo taparon».
Aquel 24J murieron al menos 37 personas, según los nuevos datos revelados por Amnistía Internacional, debido a la acción conjunta de la Gendarmería marroquí y la Guardia Civil española.
La investigación se apoya en más de 40 entrevistas, incluso a miembros de la Guardia Civil, y una minuciosa recreación tras obtener cientos de imágenes inéditas con las que consigue demostrar cómo unas 700 personas se vieron atrapadas en el paso fronterizo de Barrio Chino, donde la presión de las fuerzas marroquíes dio lugar a una gran estampida mortífera en la puerta que separa Nador y Melilla. La mayoría de las víctimas eran solicitantes de asilo, personas que huían de la guerra en Sudán y tenían derecho a protección internacional. Aquel día hubo cientos de heridos, pero ni España ni Marruecos les prestaron atención médica. España devolvió a 470 personas a Marruecos, donde sus vidas corrían peligro y a sabiendas de que tenían derecho a pedir asilo. Entre ellos había al menos un menor de edad.
La versión del gobierno español ante lo sucedido siempre ha sido la negación de los hechos y el uso de un lenguaje bélico para intentar explicar qué pasó aquel día. También ha incurrido en varios relatos contradictorios, como han denunciado varios diputados de la comisión de Interior y que exigen una investigación independiente para esclarecer la actuación policial aquel día en Melilla. Tanto la Fiscalía como el Defensor del Pueblo han protestado varias veces porque Interior no les facilita el acceso a todo el material visual disponible.
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, volvió a negar lo sucedido en su comparecencia en el Congreso de los Diputados. No hubo «ningún hecho trágico», «los hechos se produjeron fundamentalmente en territorio marroquí», el intento de llegar a España de las personas migrantes fue «de forma organizada» y con violencia, que incluyó el uso de «objetos ofensivos». Son algunas de las explicaciones que dejó el ministro en sede parlamentaria para defender la «absolutamente rigurosa, templada y profesional» actuación de la Guardia Civil.
Las imágenes difundidas por la investigación muestran cómo los agentes marroquíes golpearon a las personas atrapadas en el puesto fronterizo, tanto en el lado español como en el marroquí, instantes después de la avalancha mortal. Las alabanzas del ministro Marlaska hacia el régimen dictatorial de Marruecos se enmarcan en la creciente cooperación policial de España y Marruecos para reprimir a los migrantes, una estrategia que va más allá e incluye el cambio de postura español respecto al Sáhara bajo ocupación ilegal de Marruecos.
Las imágenes difundidas por la investigación muestran cómo los agentes marroquíes golpearon a las personas atrapadas en el puesto fronterizo, tanto en el lado español como en el marroquí, instantes después de la avalancha mortal.
Negar las evidencias y acusar a quienes huyen de la guerra de ser «violentos» es uno de los principales mantras del gobierno de España. No obstante, el ministro Grande-Marlaska parece cada vez más acorralado, presa de sus propias mentiras mientras afloran nuevas pruebas sobre lo que sucedió aquel 24J.
La repercusión de lo sucedido en España tiene un gran eco político en el ámbito internacional, incluyendo el Consejo de Europa, que exigió el «pleno cumplimiento» de los derechos humanos en la frontera de Melilla y Marruecos, la Comisión de Libertades de la Eurocámara, que demanda respuestas y pide por segunda vez una comparecencia del ministro Marlaska, y expertos del Mecanismo Internacional de Expertos Independientes (MIEI) de la ONU exigiendo rendición de cuentas e investigaciones independientes por lo sucedido tanto al gobierno marroquí como al español. También Amnistía Internacional denunció la actuación española y marroquí en un informe que acusa a ambos gobiernos de cometer «crímenes de derecho internacional» aquel 24 de junio. Amnistía Internacional destaca la falta de auxilio: «Las autoridades españolas no ayudaron en modo alguno a las personas heridas que quedaron en el suelo en territorio español una vez concluida la operación policial, por lo que violaron sus derechos de múltiples formas, incluido su derecho a atención médica adecuada y a no sufrir tortura y otros malos tratos».
La situación en otras fronteras de la Unión Europea no es mucho mejor. La dinámica que existe entre España y Marruecos también se reproduce, por ejemplo, entre Grecia y Turquía: en diciembre conocíamos como 66 personas fueron obligadas a volver a aguas turcas por la Guardia Costera griega mientras intentaban llegar al país heleno en un bote salvavidas. Otro ejemplo: 92 personas desnudas y heridas intentaron cruzar la frontera entre ambos países en dirección a Europa. Lo habrían hecho en estas condiciones después de que Turquía les hubiera obligado a desnudarse antes de atravesar la frontera. A principios de diciembre, una nueva investigación de Lighthouse reveló imágenes en las que un agente fronterizo de Bulgaria disparó fuego real contra un refugiado. La lista de ejemplos es interminable.
Las personas que intentan llegar a Europa son tratadas como moneda de cambio en una política migratoria racista que convierte las fronteras puntos ciegos para el respeto de los Derechos Humanos. La impunidad de lo que sucede a las puertas de Europa cobra fuerza debido a la opacidad de los gobiernos y, especialmente, de Frontex, la agencia europea de fronteras cuyo objetivo es convertir Europa en una fortaleza. Rodeada de escándalos de corrupción y violencia, Frontex ya es el primer cuerpo uniformado y armado de la Unión Europea, y su presupuesto supera los 900 millones de euros.
¿Cuántas personas murieron en total aquel 24 de junio en la frontera de España y Marruecos?¿Qué cambios se implementarán para que se repita lo sucedido? ¿Habrá rendición de cuentas? Faltan por conocerse muchos de los testimonios que intentaron llegar a nuestro país aquel día.
El ministro Marlaska no se plantea dimitir pese a las graves acusaciones e ilegalidades que pesan sobre la actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado de las que él se ha hecho plenamente responsable en varias ocasiones. Los hechos más graves que contradicen la versión del ministro son cinco: la entrada de gendarmes marroquíes en territorio español, el uso de balas de goma, qué ocurrió exactamente en suelo español y el número de devoluciones en caliente de solicitantes de asilo reconocidas por Interior, muy por debajo a las cifras que posee la propia Guardia Civil sobre el terreno. Además, hay otro hecho en disputa: cuánto material audiovisual dispone Interior y si, como ha asegurado el Ministerio, se ha entregado todo al Defensor del Pueblo y la Fiscalía, que en este momento investigan lo sucedido.
Sigue habiendo muchas preguntas sin respuesta sobre lo que pasó el 24 de junio en la frontera de España. En noviembre, PSOE y PP tumbaron la petición de crear una comisión de investigación sobre la masacre de Melilla. Ambos grupos parlamentarios unieron sus votos este viernes en la Junta de Portavoces ante la última petición de creación de la comisión de investigación que habían solicitado Unidas Podemos, ERC y EH Bildu, entre otros.
Nada apunta a que el ministro vaya a salir del cargo, a pesar de que finalmente Unidas Podemos sí sopesa –aunque no confirma– pedir su dimisión, sumándose así a la misma postura exigida por el resto de partidos del Congreso de los Diputados. El papel de Unidas Podemos en este asunto da para un capítulo aparte. Más allá de la retórica de sus representantes –que emplean expresiones como «inmigrantes ilegales», en línea con el ala dura de la ultraderecha–, la formación morada evita críticas hacia su socio de gobierno que podrían volverse en su contra. El portavoz de UP y Secretario General del PCE, Enrique Santiago, ya no exige la marcha del ministro sino que pide tener «claro lo que pasó» o «correcciones de cara al futuro».
¿Cuántas personas murieron en total aquel 24 de junio en la frontera de España y Marruecos?¿Qué cambios se implementarán para que se repita lo sucedido? ¿Habrá rendición de cuentas? Faltan por conocerse muchos de los testimonios que intentaron llegar a nuestro país aquel día. También queda mucha información oculta en las imágenes de las cámaras de seguridad que rodean el perímetro de Melilla y que Interior se niega a revelar. Investigaciones como la que lidera Lighthouse Reports –y que cuenta con periodistas marroquíes, a pesar del riesgo que entraña informar desde Marruecos– han obligado al titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska, a cambiar su relato. La mentira tiene las patas muy cortas.