Una vez más, suena la vieja canción. Una empresa adquiere la concesión de un servicio público, éste se devalúa y los trabajadores acaban en la calle. Con el dinero de la ciudadanía, incumpliendo pliegos y sin ningún tipo de consecuencia para la junta directiva. Distintos músicos, misma melodía.
En esta ocasión, los trabajadores afectados pertenecen a la empresa CEMUSA, ligada hasta hace dos años al grupo FCC. Fue en 2013 cuando la excelentísima Ana Botella decidía traspasar la explotación del servicio de mantenimiento y limpieza de marquesinas a la EMT, Empresa Municipal de Transporte de Madrid. Con esta maniobra trataba de maquillar la deuda que la EMT venía acumulando ya que ingresaría un porcentaje correspondiente a la publicidad inserta en las marquesinas.
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