Para aquellas alumnas con todo aprecio
«Jamás vi a nadie que mirara
con ojos tan ansiosos
la pequeña tienda azul
que los presos llaman cielo,
y a cada nube fugitiva
que cruzaba con velamen de plata»
Óscar Wilde
¿Es que no ves la estaca a la que estamos todos atados?
Lluis Llàch
Miras y en tus ojos no hay. No hay barrotes, dices, nadie puede ponerle herrumbre a los ojos que miran hacia dentro. Y dentro sí. Sí hay aquello: piel, fulgor, árboles donde perderse y aire, sobre todo aire. Aire para respirar, para caminar, para sentir sin condena posible. Cierras, entonces, los pájaros que otros llaman párpados y caminas sin púa y sin alambre por un breve camino que conduce a la casa, a tu casa. Y en ella ya no hay puertas, tú lo sabes. Nada que encierre o que silencie.