COLUMNISTAS | MONCHO ALPUENTE
Y cuando abrimos los ojos los dinosaurios seguían estando allí, dominando la Tierra desde la cima de una montaña de excrementos. Los dinosaurios primitivos eran herbívoros y pese a su mala fama no eran más agresivos de lo imprescindible, lo mínimo para garantizarse la supervivencia. Un meteorito acabó con ellos.
Habíamos puesto algunas esperanzas en que el asteroide que visitó nuestros cielos hace unas fechas produjera un cataclismo similar, una radiación selectiva que borraría del planeta a nuestros dinosaurios, pero nuestros grandes reptiles continúan vivitos, coleando y convirtiendo en mierda todo lo que tocan que es todo.
En lo que llaman España, los dinosaurios están especialmente activos últimamente, afectados por una afección bulímica devoran todo lo que no aplastan a su paso, se alimentan del saqueo y se embriagan con los más nauseabundos fermentos que destila la corrupción. Todo el que tiene ojos para ver, oídos para escuchar y boca para hablar ya se ha pronunciado y ha dejado oír su voz indignada contra los recortes y los abusos. Pero los dinosaurios políticos, económicos, judiciales… siguen haciéndonos la peineta y la puñeta. Abrimos los ojos y los dinosaurios seguían estando allí y se reían en nuestras caras.
Entre las más altas jerarquías históricas de los grandes saurios que dominan la Tierra, figura, no como especie dominante sino como parásito de lujo, la institución monárquica en la que la monarquía española es una rara avis, un engendro diseñado en las cloacas del franquismo, un sapo que hasta el partido comunista se desayunó sin hacerle demasiados ascos para que le dejaran sentarse a la mesa de la transición y comerse las migajas.
Hoy un sapo advenedizo de la dinastía les salió rana y emergió de la ciénaga pringando con sus lodos a la real familia. Juan Carlos I el gran cazador blanco ha disparado su último cartucho. La monarquía se tambalea y se escuchan voces pidiendo la abdicación pero la abdicación es la última salida para la perpetuación de las dinastías con renovados bríos. A los reyes no se les jubila se les derroca y se les manda al exilio. Los Borbones ya están acostumbrados al trasiego pero este será el último.