Hay personas que sin saberlo consiguen cambiar la historia. Hay veces que estas personas mueren sin tan siquiera haber recibido un mínimo reconocimiento. Es el caso de Rosa Pazos, la activista transexual de Sevilla que fue encontrada muerta en su vivienda, un suceso cuyas causas están siendo investigadas. Mujer transexual, mujer anarquista, sufridora y soñadora que, sin saberlo, ayudaría al resto de personas transexuales.
La transexual muerta en Sevilla fue clave para lograr la gratuidad de la cirugía de reasignación.
Diario Publico.es FRANCISCO ARTACHO – Sevilla
“En febrero de 1997 comparecía una persona transexual que se llama Rosa y presentaba queja porque el Servicio Andaluz de Salud, SAS, le niega la asistencia sanitaria para feminización…”. Así comienza un histórico informe de 19 folios redactados por el adjunto del Defensor del Pueblo Andaluz (DPA), José Chamizo, en 1998, sobre el caso de Rosa, y en el que se reflejaba también la realidad de la transexualidad, a nivel médico, jurídico y social. Como conclusión se recomendaba al SAS que asumiera los costes sanitarios del tratamiento transexualizador.
Y así fue cuando un año después, el 11 de febrero de 1999, el Parlamento Andaluz aprobó un decreto que hacía realidad este sueño, inalcanzable años atrás cuando, en un centro de salud, trataron a Rosa como “travesti”. Ella transformó su rabia e indignación en cartas y escritos al Defensor. Lejos de caer en saco roto, fueron claves para que Andalucía fuera pionera en la materia.
Pero Rosa, de 46 años cuando murió, no sólo luchó por derechos que le pudieran afectar como transexual. Sus compañeros de CNT recuerdan que “era la primera en ponerse a hacer pancartas y ayudar en todo lo que podía”. A pesar de sus problemas económicos, ya que Rosa, como otras muchas transexuales, fue despedida tras comenzar la transformación, siempre ayudó en las luchas obreras. Su transexualidad también la alejó de su familia, según personas de su entorno. Vivía sola desde que su madre murió.
Burlas y agresiones
Su aspecto físico, con 1,95 metros de altura, pelirroja y con rasgos masculinos bastante marcados, hacía que se convirtiera no sólo en el centro de todas las miradas, sino también de burlas y agresiones. Blanca, su mejor amiga, explica que en el viaje a Málaga para que Rosa se sometiese a las pruebas para conseguir la cirugía, “dos individuos se burlaron e ella y se vino abajo” pocas horas antes de unas pruebas vitales.
Rosa nunca consiguió la reasignación, ni el cambio de nombre. Sus problemas mentales fueron una barrera infranqueable para conseguirlo. Su psicólogo, José Luis Sánchez, se mostraba indignado. “¿Por qué las personas transexuales no pueden tener problemas mentales? Siempre se sintió mujer, con y sin problemas mentales”, afirmaba tras el fallecimiento de su paciente.
Concentraciones en nueve ciudades
En la tarde de este lunes se celebraron concentraciones en nueve ciudades de España en recuerdo de Rosa. En Sevilla el colectivo queer Panteras Rosas organizó una concentración de homenaje en la plaza de La Barzola, en el barrio de Rosa. El colectivo CNT, así como amigos y compañeros de Rosa, se unieron a este acto, en el que también se exigió el esclarecimiento de su muerte.