COLUMNISTAS | MONCHO ALPUENTE
Los anarquistas son como las chinches, viven agazapados en las
costuras de la sociedad, son prácticamenter invisibles hasta que un día, mejor
una noche, abandonan sus madrigueras y atacan a los indefensos humanos que están
a su alcance, saltan de los colchones y con sus picaduras soliviantan el
merecido descanso de los trabajadores.
Los anarquistas son una plaga, están por
todas partes pero solo se detectan cuando pican con voracidad salvaje. Su
vecino de arriba puede ser un anarquista, cuidado con los anarquistas. Los
anarquistas dice el jefe superior de Policía están preparando un gran atentado
aunque ellos no lo sepan. El jefe superior está bien informado porque su
ministro de lo Anterior tiene línea directa con el Espíritu Santo desde que
este se le apareció en un casino de Las Vegas y le atrajo de nuevo al redil
diciéndole: «De que te vale ganar al black-jack si pierdes tu alma». Los
anarquistas no tienen alma porque son, ante todo, unos desalmados que no
respetan nada, ni la propiedad privada, ni a Dios ni al Rey, ni a la. Virgen Y
hasta ahí podíamos llegar, los artefactos pirotécnicos que colocaron los
anarquistas del comando Mateo Morral han despertado de su letargo a los nuevos
inquisidores y a sus centuriones, el anarquismo vuelve a estar ahí, entre los
radicales, los indignados, los insumisos, los republicanos, los antisistema,
los del 15 M,
forman parte de todas las mareas y son más difíciles de detectar que los
yihadistas, por ejemplo, porque a veces no llevan barba y nunca lucen turbante.
Los anarquistas prefieren el desorden a la injusticia y saben que ha llegado el
tiempo de desordenar a conciencia el tinglado de la antigua farsa que se
tambalea y a la que quieren seguir apuntalando
los grandes partidos. Los anarquistas dan mucho miedo a las gentes de
orden y de gobierno, los anarquistas siempre están ahí para cuando los
gobernantes necesiten amedrentar a sus súbditos. ¡Que viene la mano negra!. O
nosotros o el caos… pues el caos, porque a ustedes ya les conocemos y cada día
va a ser más difícil que nos vendan su burra. Rebuznan, luego cabalgamos.