Libros contra la Guerra

CULTURA | Imagen gráfica por Emma Gascó | Extraído del cnt nº 437

Nos hacemos eco de la iniciativa antimilitarista que el ecosistema crítico del libro, proyectos entre quienes se encuentra la FAL, están llevando a cabo contra la guerra. Un espacio de pensamiento disidente desde las bases del mundo cultural con un manifiesto que animamos a leer en su web (https://www.libroscontralaguerra.org ) y no podemos dejar de suscribir.

El pensamiento libertario siempre ha ido de la mano con los movimientos antimilitaristas. Aunque en numerosos casos se ha intentado vincular anarquía con caos, desorden y violencia, su base es la confianza en los seres humanos y su capacidad de organización frente a las injusticias. Eso es, por ejemplo (disculpen la obviedad) un sindicato como CNT: una unión —es la palabra con que se traduce en el mundo anglosajón— de personas que trabajan en diferentes ámbitos para luchar contra las injusticias de los empresaurios. Sin intermediarios, con la acción directa y la legitimidad que nos da la razón y la solidaridad.

Por ello, la postura ideológica que subyace en un sindicato como el nuestro ante las guerras que monta el poder, que en el fondo son siempre la misma perpetuada en el tiempo, solo puede ser la de un pensamiento crítico y disidente con lo oficial. Lejos de una postura simplista, de tomar partido por una facción del poder u otra, el antimilitarismo es fruto de una reflexión profunda acerca del comportamiento humano, del poder y de las naciones.

Nadie puede negar, y de hecho nadie se ha dignado a disimular al respecto, que los conflictos armados, al menos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, son un resultado, y un proceso más, dentro del capitalismo globalizado. Un mecanismo para que la rueda siga girando y proporcionando beneficios e intereses a los de siempre. Y con la excusa de la guerra, todos lo estamos viendo: una inflación generalizada con la que salimos perjudicados los otros de siempre. Con la guerra suben los precios, pero no los salarios, aunque muchos hagan negocio con ella. Quizá convendría hacer lo contrario: bajar las armas y subir los salarios, tal y como dice el eslogan internacional que ha estado circulando en diferentes manifestaciones convocadas por sindicatos de base y un amplio cartel de movimientos y realidades sociales contra las políticas fruto del conflicto ucraniano.

Los medios de comunicación del poder no dejan espacio a este pensamiento, o a cualquier forma disidente de pensamiento, en el último conflicto que podemos denominar mainstream (puesto que muchas otras guerras actuales no tienen cabida en las noticias): el apoyo unánime a Ucrania hace que todo disidente sea asimilado al enemigo, atendiendo al conocido «conmigo o contra mí». No hay espacio para la reflexión, solo para espectacularizar la realidad.

Y entre matar o morir, como decía Virginia Wolf, siempre hay una tercera posibilidad: vivir. Siempre hay otra vía, otra forma de pensar y de hacer.

Esta cita nos la trae una comunidad independiente que gira en torno al mundo del libro: editores, libreros, distribuidores, ferias, bibliotecas etc., disidentes también de las grandes corporaciones que dominan este ámbito. La reflexión sobre el conflicto, extrapolable a todas las guerras, sí tiene cabida en el espacio sosegado donde siempre se ha desarrollado el pensamiento: en los libros.
¡Más libros, es la guerra!

La semilla se sembró en el Ecosistema crítico del libro, que celebraron un congreso el pasado mes de febrero en Madrid y del que salió un grupo de trabajo sobre el tema. El resultado es la unión de —por ahora— casi un centenar de proyectos independientes con un fin, una campaña contra la guerra: ¡Más libros, es la guerra!, que se inició un año después la invasión de Ucrania, frente a la escalada bélica que se generó desde entonces.

La campaña ha comenzado desarrollando www.libroscontralaguerra.org1, un espacio con sugerencias de lectura, y donde anuncian sus actividades, cumpliendo con lo que apuntan en su manifiesto, que no tiene desperdicio y animamos a leer en la web. Desde el mismo site cualquier proyecto independiente puede adherirse a la campaña. Una iniciativa como esta solo puede ser autogestionada, y eso nunca está exento de dificultades: por ello, se pide a los proyectos una pequeña aportación inicial. También está abierta a adhesiones particulares, en cuyo caso la aportación es voluntaria. «Cuantos más seamos, más pueden repartirse los gastos, es importante que la desidia no haga que muchos que quisieran adherirse lo dejen pasar».

Los proyectos participantes han decidido unirse ante la impotencia que produce la normalización del conflicto y el dolor por las víctimas: «Creemos que la cultura ha de tomar partido ante el modo en que estos acontecimientos se difunden en la sociedad, y sin duda gran parte del peso de la cultura sigue estando en el mundo editorial, de modo que nos sentimos responsables de ello» —declaran desde Libros contra la Guerra—. «Nos extrañó que aún no hubiera habido voces potentes denunciando esta barbarie, y quisimos crear una plataforma desde la que poder alzar la voz contra este despropósito desde un pensamiento crítico».

Libros contra la guerra

Se apuesta por la paralización del envío de armamento a Ucrania que no hace sino perpetuar la contienda, y que el gasto militar español asignado al conflicto ucraniano se redirija a las organizaciones independientes que trabajan allí por la paz, atendiendo a víctimas.
Asimismo, abogan por el diálogo como solución; la vía de la paz que en muchas guerras del pasado ha sido lo que ha terminado con ellas, siempre demasiado tarde, cuando ya ha habido demasiadas víctimas: «¿por qué no apostar por esa solución cuanto antes? Europa ha de ver la forma de mediar entre las partes, con el apoyo de otros países para poder llegar a una negociación y conciliar la paz desde la convivencia entre las poblaciones enfrentadas. Igual que todos los países han tomado partido en la guerra, así habrá de ser con la reconstrucción de Ucrania, pero sin que aprovechen las multinacionales occidentales para sus propios intereses», nos explican.

En su manifiesto alientan los actos de personas implicadas a la fuerza que no han de quedar sin protección: «Quienes desertan son los verdaderos disidentes frente a la violencia, los verdaderos héroes. Y son los primeros que deberían ser acogidos entre los refugiados que huyen de estos países». Con el apoyo a la deserción y la objeción de conciencia en los países implicados, Ucrania, Rusia y Bielorrusia, se unen a los movimientos internacionales de resistencia a la guerra #ObjectWarCampaign.

Propuestas: más colaboración con organizaciones y con la universidad

«Una de las tareas pendientes a partir de este curso precisamente es fomentar el apoyo mutuo con las organizaciones antimilitaristas. No podemos formar parte de una visión elitista de la cultura que se encargan de transmitir, además, justo los mismos poderes económicos que se benefician con la guerra. Hay mucha gente que lleva denunciando esto mismo no ya desde el principio de esta guerra, sino desde mucho antes. Nuestra intención es sumarnos a ellos, sumar la voz de la cultura desde la base».

Otro de los pilares fundamentales de la cultura es la universidad. Por eso, quieren acompañar el inicio del curso académico con la difusión de la campaña en ese ámbito. «Hasta donde nuestras posibilidades lo permitan, pero con la confianza de que las asociaciones de alumnos, etc. apoyarán la propuesta. Si hay un espacio donde se ha desarrollado siempre el pensamiento crítico es en la universidad, y es desde ahí desde donde siempre han surgido los movimientos disidentes hacia los poderes fácticos, incluso dentro de su mismo entorno», declaran. Pero por eso les preocupa que hasta ahora apenas se hayan escuchado protestas provenientes de este entorno: «quizá es que en los medios no se les ha dado cabida, pero lo cierto es que en las universidades cada vez se nota un ambiente más aséptico. Han desaparecido los carteles, las pancartas, todo aquello que era una forma de expresión libre de quienes forman parte de esa comunidad más allá de lo institucional. Pero aún hay quien se organiza y propone cosas, quien mueve ese tejido de solidaridad, y a ellos es a quienes vamos a apelar».

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