Hay palabras
que
de tanto ser golpeadas
han caído de las aceras
y
en la intemperie
del asfalto
son atropelladas
una y otra vez.
Un millón de años
elevando los tallos
y
hundiendo sus raíces.
Nada
les sirvió de ancla
ni
aladas burlaron
la sinrazón
que las destruye.
Los tiempos de la luz
se están estrechando
en este
vocabulario de alambradas.
La razón
está
a la intemperie
encadenada
y
hambrienta.
Me remito al sueño
de su liberación.
¿Me acompañas amigo
en esta
fría mañana
de las barricadas?