Entrevistamos a Alfredo Embid, coordinador de la Asociación de Medicinas Complementarias. Alfredo y su equipo, además de trabajar en el campo de la medicina alternativa, llevan a cabo una incansable labor de denuncia contra todos aquellos poderes que utilizan su hegemonía como clase social dominante en detrimento de la salud de la población. Alfredo no es un desconocido en la CNT, pues con su presencia ya hemos contado desde hace años en las jornadas libertarias organizadas en diversas ciudades.
Redacción
Pregunta. Ustedes aparte de la lucha contra las armas radioactivas y en defensa de la salud desde una perspectiva de las medicinas complementarias, tienen más frentes abiertos como la cuestión nuclear, análisis sobre las diferentes versiones del 11-S, las diferentes ocupaciones imperialistas por parte de EE.UU,…
Respuesta. No son cosas aparte. Empiezas denunciando que el complejo médico-industrial se ha convertido en una amenaza para la salud porque vive de la enfermedad pretendiendo ignorar que hay otras formas eficaces de tratarla, pero además falsifica sus causas. Entre otras cosas oculta el impacto sobre la salud de las mal llamadas “armas de uranio empobrecido”, por ejemplo, el peligro de las partículas de una milésima de milímetro liberadas que tras el bombardeo de Bagdad tardaron sólo una semana en llegar a Europa.
Inevitablemente tienes que constatar que las guerras en las que se utilizan están basadas en mentiras, especialmente la guerra contra el terrorismo que es una coartada para sustituir al desaparecido “enemigo comunista”, continuar alimentando el complejo militar industrial y seguir robando los recursos planetarios.
Y es un hecho que la insostenible versión oficial del 11-S sirvió y sigue sirviendo de excusa para incrementarlas y extenderlas a todo el planeta. Con lo que aumenta la carga radiactiva creciente que está en el origen de todas las enfermedades y del daño al patrimonio genético de la humanidad.
P. Sobre la cuestión nuclear, sostienen que hay un acuerdo por parte de grandes organismos internacionales para la ocultación de datos sobre este aspecto.
R. Es esencial saber que los organismos oficiales de la ONU como la OMS (Organización mundial de la Salud), la FAO (Organización para la Alimentación y la Agricultura), el UNSCEAR (Comité Científico de las Naciones Unidas sobre los Efectos de la Radiación Atómica), están sometidos a la AIEA (Agencia Internacional de Energía Atómica).
Por ejemplo desde 1959 la OMS está ligada por un acuerdo a la AIEA que le impide hacer declaraciones, publicaciones e investigaciones en materia de contaminación radiactiva de forma independiente. Por eso mismo desde hace 4 años hay una manifestación permanente, todos los días del año, frente a la sede en Ginebra denunciando su complicidad.
La AIEA tiene como objetivo promocionar la energía nuclear desde 1957. Se apoya siempre en las recomendaciones de la infame ICRP (Comisión Internacional para la Protección Radiológica). Esta organización fue lanzada en 1950 a partir del NCRP, Consejo Nacional de Protección de las Radiaciones, una organización derivada a su vez de la AEC, Comisión de Energía Atómica, ambas creadas por el Pentágono en 1946. Era demasiado descarado que las normas de radioprotección fueran elaboradas por los mismos que habían cometido el crimen de Hiroshima y Nagasaki, así que se creó este organismo para darle una apariencia “internacional”. Buena prueba de ello es que sus directores iniciales fueron los mismos que dirigían el NCRP: Lauriston Taylor, G. Failla y Karl Morgan. Desde entonces ambas organizaciones comparten sus miembros y son financiadas por el lobby atómico. Los 13 miembros de la ICRP siguen siendo auto-nombrados y se auto-perpetúan impunemente al margen de cualquier control democrático. Sus “recomendaciones” se basan en conceptos científicos caducados y falsos sobre la inocuidad de las bajas dosis de radiación, ignoran los efectos de la contaminación interna y minimizan sus efectos (especialmente los genéticos) sobre la salud mundial para que el complejo nuclear industrial pueda seguir funcionando y envenenándonos impunemente.
Sus opiniones determinan los programas de la fraudulenta radiobiología que se enseña en todas las universidades, son fielmente aplicadas por todos los ministerios de sanidad de todos los países y sirven de fundamento a todas las agencias de la ONU, incluida la OMS, con lo que el círculo del control de la información se cierra eficazmente.
P. Y qué nos puedes contar respecto al SIDA? ¿Se trata de un negocio de las farmacéuticas al igual que ha ocurrido con algo ya casi olvidado por todos como ocurrió con la gripe A?
R. No sólo eso, el SIDA es también una forma de ocultar los efectos de la epidemia de drogas inmunosupresoras orquestada por los poderosos como arma contra la población. Es también una forma de renombrar las enfermedades ligadas a la pobreza creciente del tercer mundo y de contribuir a su despoblación no tratándolas. Históricamente fue una forma de reciclar el complejo industrial que se creó en los años 70 con el supuesto objetivo de “vencer al cáncer” pero que en realidad pretendía demostrar su origen vírico como una coartada para ocultar las causas medioambientales entre las que figura en primer lugar la creciente contaminación radiactiva. Y es también una forma de incrementar el miedo indispensable para que la gente acepte un mundo inaceptable y desarrolle comportamientos sumisos e insolidarios.
P. ¿Conoce el documental Zeitgeist? ¿Qué valoración tienes de él? ¿Crees que ha servido para que mucha gente abra los ojos?
R. Si, tiene pedazos aceptables como el del 11 de septiembre, pero otros impresentables como su “alternativa” descarada y evidentemente elitista que se puede ver en el Addendum.
P. ¿Cree que el trabajo que realizan puede llegar a ser calificado negativamente como aportación a la llamada “teoría de la conspiración”?
R. No, proporcionamos siempre referencias bibliográficas y enlaces para documentar rigurosamente todas nuestras afirmaciones, en algunos boletines más de 100. Por ejemplo, la versión oficial del 11-S ha sido cuestionada por más de 1000 arquitectos, además de físicos, químicos, científicos y profesores universitarios incluidos miembros del ejército y de los servicios de inteligencia norteamericanos. Lo mismo sucede con la versión ortodoxa del SIDA que ha sido cuestionada por cientos de científicos: epidemiólogos, virólogos, biólogos moleculares, inmnólogos y profesores eméritos, incluyendo a tres premios Nobel. Y respecto a los efectos ocultados de la contaminación radiactiva son físicos nucleares, epidemiólogos, genetistas y miembros de las academias de ciencias quienes los están denunciando. Se trata de casos de grave censura en la ciencia que los “conspiranoicos” pretenden silenciar sin debatirlos nunca.
P. ¿Qué valoración hacen del trabajo realizado por vuestro colectivo desde su creación en el año 2001?
R. La contrainformación que proporcionamos ha sido difundida en cientos de miles de artículos y leída por millones de personas. Son ellas y las generaciones futuras quienes deben evaluarlo.
Para más información acerca de su trabajo y las publicaciones que editan: www.amcmh.org y www.ciaramc.org