Entrevista a Daniel López Marijuán, responsable de la Comisión de Contaminación y Residuos de Ecologistas en Acción, con motivo de la investigación de este periódico sobre el Bisfenol A, una sustancia muy tóxica que se utiliza en la producción de plásticos, estando en Cartagena una de las mayores fábricas del mundo.
D. Font | Periódico CNT
Ilustración: Joan Turu
Pregunta.- ¿Quién está detrás de
estos plásticos contaminantes?
Respuesta.- Pues la gran industria
petroquímica en definitiva. Es una gigantesca patronal de la cual este tipo de
plásticos es una derivación sin más. Prácticamente todas las grandes empresas
multinacionales tienen su división en plástico y están directamente implicadas
en mantener toda la gama de productos. La fuerza de este lobby es tan grande en
Europa que las distintas campañas de supresión chocan con la oposición y
presión de estas corporaciones sobre las agencias reguladoras con lo que
consiguen dilatar en el tiempo la aplicación de medidas reguladoras.
P.- ¿Qué papel juegan los
organismos reguladores, agencias de seguridad, etc.?
R.- Pues un papel muy
reducido. Digamos que el papel legal es justamente eso, el papel de prevención,
corrección y sanción en todo caso cuando se produzca un incumplimiento. Lo que pasa y los propios investigadores nos
lo dicen es que estas agencias van muy a remolque de lo que los propios
investigadores, los descubrimientos científicos y la OMS alerta. Prácticamente
todos los grandes epidemiólogos denuncian lo mismo, que estas agencias nos
protegen más bien poco y que están más al servicio de los intereses económicos
que de la prevención y la defensa de la salud pública. Y esto no es una opinión
ecologista, son los investigadores más insignes los primeros en denunciarlo.
P.- ¿Por qué crees que no se
actúa suficientemente?
R.- Dinero, dinero y dinero.
La respuesta es siempre la misma.
P.- En España existe una
planta en Cartagena que fabrica estos productos químicos. ¿Puede tener
consecuencias para los trabajadores manipular esas sustancias?
R.- Pues no lo sabemos, no hay
mucha información al respecto. Por otro lado, la
planta anunció en abril la reducción de su plantilla, con el despido de 65 de
los más de 700 trabajadores que tiene en la actualidad. La planta situada
en La Aljorra, Cartagena, pertenece a la multinacional saudita Sabic Innovative
Plastics. Saudí Basic Industries Corporation (Sabic) es uno de los principales
fabricantes petroquímicos del mundo, y es líder mundial del sector en
producción de polietileno, polipropileno y otros termoplásticos, glicoles,
metanol y fertilizantes.
P.- En relación con la anterior,
¿afecta al medio ambiente o a la salud de las poblaciones cercanas?
R.- Sabemos muy poco. No
tenemos información sobre que tipos de emisiones produce. Hay una estación base
medidora de contaminación en La Aljorra pero solo mide los contaminantes que
vienen en la legislación, no los específicos de las posibles emisiones de una
planta de plástico. Lo único relevante es que en todo el trimestre 2010-2012 se
ha producido una superación de los valores de ozono troposférico pero eso tiene
relación con las emisiones de los coches, la irradiación solar y no sabemos que
parte puede deberse a compuestos orgánicos volátiles. La vida salvaje también
está expuesta a estas sustancias. La capacidad reproductiva de peces, pájaros,
nutrias e incluso osos polares está siendo afectada por la contaminación de
estos tóxicos.
P.- Se ha lanzado la campaña
FreeEurope EDC, entre los firmantes estáis vosotros. ¿En qué consiste?
R.- El primer objetivo de la
campaña es informar y sensibilizar sobre el efecto que tienen este tipo de
compuestos tipo talatos, bisfenol A, que se procesan en mercadería
convencional, envases y la gente no es consciente de la peligrosidad que tiene
como disruptor hormonal, es decir, como alterador endocrino. Distintas
instituciones ya han alertado pero sin embargo los gobiernos y las normativas
no han hecho la labor temprana que es simplemente transponer a la legislación
europea lo que sería en primer caso una limitación y finalmente una
prohibición. El objetivo final es la supresión, lo que sería la fabricación,
venta, comercialización y uso de estas sustancias siguiendo un calendario y
protocolos que más o menos los comerciales se pueden adaptar para cumplirlos y erradicar
la fabricación definitiva de estos tóxicos. Cuanto más próxima en el tiempo
mejor claro.