La larga deriva del sindicalismo oficial

Tratamos otro tema de la revista Estudios, en esta ocasión hablamos acerca del artículo de Miguel Perera sobre el sindicalismo oficial, sus mecanismos de control y la necesaria alternativa anarcosindicalista. Ilustración: Crisis Valero.

SINDICALISMO OFICIAL Y ALTERNATIVO

Ignasi Toribio | CNT Barcelona

Después de la II guerra mundial los países de
Europa occidental adoptan el régimen capitalista y los sindicatos encuentran la
posibilidad de aunar bajo este modelo intereses comunes entre todas las clases,
lo cual produce en gran medida el abandono de las ideas revolucionarias que
transformen la sociedad para adoptar una actitud pactista con la patronal y el
gobierno. Esta construcción de sindicalismo oficial se torna a partir de este
momento una herramienta de control de los sindicatos mayoritarios sobre las
reivindicaciones obreras, que en gran medida frustran la transformación social
de la vía revolucionaria.

En la
actualidad los sindicatos
oficiales UGT y CCOO han reducido la lucha obrera a simples tratos burocráticos
con la patronal y el gobierno que eliminan la capacidad de movilización y
participación de las trabajadoras, para mantener por un lado el control sobre
los conflictos laborales

y por otro la
supremacía sindical. El resultado de este sistema está causando el descenso de
las afiliaciones sindicales, la falta de capacidad de movilización de los
sindicatos y su creciente dependencia de los recursos estatales, dando lugar a
un proceso de crisis sindical.

Sus causas
deben encontrarse en un marco amplio donde sea posible visualizar los distintos
elementos que favorecen a ello, es así como se hace posible señalar los efectos
secundarios del neo liberalismo global como son la precariedad, la alienación,
el aislamiento, la división, etc.

El aparecer
del yo sobre el nosotras y principalmente la pérdida de la conciencia colectiva
sindical al delegar la lucha obrera a los grandes sindicatos convirtiendo esto
en un circo donde las trabajadoras son simples espectadoras de sus propios
conflictos laborales.

Para ser más
precisos podemos señalar que estamos asistiendo a un proceso de
desmovilización, es decir, si no hay conciencia sindical colectiva no hay
movilización y si no hay movilización no hay participación. Todo esto nos lleva
a una desarticulación sin precedentes del modelo transformador del sindicalismo
primario, al desprestigio de la lucha obrera, y por arrastre, al de la
alternativa sindical actual, situándolo en una posición marginal de la que
resulta difícil escapar.

Es cierto que el sindicalismo alternativo también pasa por momentos de
crisis internas, donde se hace necesario volver a cohesionarse con la sociedad
y con el ámbito laboral, pero también es cierto que la alternativa plantea un
modelo diferenciado del oficial que parte de sus presupuestos. En este sentido 

hablamos de
sindicatos que no maman de las subvenciones del Estado sino que se
autogestionan a partir de las cuotas de afiliación y se auto forman según las
capacidades de cada una.  Pudiendo así
hacer un despliegue de valores donde el apoyo muto y la solidaridad juegan un
papel determinante a la hora de afrontar un conflicto laboral que es inclusivo
a todas las afiliadas y trabajadoras. Es más desde esta base se hace más
tangible la búsqueda de las causas que originan los conflictos laborales como
el régimen salarial y el trabajo como propiedad privada de la empresa, sin
dejar de mirar los efectos colaterales como la reducción de plantilla, los
cierres de fábrica, los despidos improcedentes, etc. La alternativa no trata el
conflicto desde los efectos sino desde sus causas.

La salida a
la crisis sindical debe de encontrarse en este tipo de alternativas,
especialmente en las anarcosindicalistas, que puedan asegurar la socialización
de los medios de producción, trabajo y consumo. El anarcosindicalismo debe
impulsar a la clase trabajadora para que sea ella quien gestione los recursos y
no la patronal ni el gobierno de turno, debe proporcionar las herramientas
necesarias a la clase trabajadora para que sea ella quien accione las palancas
de cambio de la acción sindical, de la lucha de clases, y no la dirección de
los grandes sindicatos. Por
ello se hace necesario que la alternativa se reconstruya desde la militancia
directa y decidida para crear una conciencia colectiva de la clase
obrera que rompa con la deslegitimación a la que se ve sometida, que permita la
movilización de las trabajadoras y su participación directa en el conflicto.

De lo
contrario seguiremos siendo marionetas de un sindicalismo cada vez más
institucionalizado que rechaza y señala la acción directa continuada como forma
de lucha agresiva y la toma de conciencia colectiva como desobediencia. Es
necesario replantearse la lucha obrera desde la alternativa sindical como el
medio más directo, transparente y eficaz para acabar con el monopolio
sindicalista oficial que en gran medida ha desvirtuado la lucha de las
trabajadoras.

Acabar con la
farsa de los acuerdos marco con la patronal y el gobierno que, más allá de los
conflictos laborales, lo que busca es la hegemonía sindical y su perpetuación
sindical.

UNA ALTERNATIVA COHERENTE

Rakel López | SOV de CNT Madrid

Después de leer el artículo publicado en el último número
de la revista Estudios bajo el título de “La larga
deriva del sindicalismo oficial: crisis, control, erosión y la reconstrucción
anarcosindicalista de la reivindicación” me parece interesante reflexionar
sobre algunos de los aspectos detallados en el mismo.

Cuando hablamos de supuesta crisis sindical en nuestra sociedad, se debe
tener en cuenta que en realidad de lo que estamos hablando es de la 

consecuencia lógica y (quizás inevitable) del
delegacionismo que lleva intrínseco consigo el sistema capitalista, esta vez en
el ámbito laboral.

No obstante, no creo, ni mucho menos, que la alineación
de los trabajadores y trabajadoras hacia las organizaciones que en teoría las “
representan” sea la muestra del descontento generalizado y el rechazo que hoy
en día gran parte de la clase trabajadora tiene hacia lo que ellos denominan
sindicalismo.

Es decir, ¿el aumento del número de personas afiliadas en
la actualidad a algún sindicato es un indicador del descontento que se tiene
hacia el modelo sindical institucional? Personalmente creo que no, pero tampoco
lo contrario. Me explico. 

La “crisis”
sindical no viene nunca marcada por el nivel de afiliación de la clase
trabajadora, sino por el nivel de movilización dentro de la misma.

Ni todos los trabajadores afiliados saben qué es el
sindicalismo y cuáles son sus fines, ni las organizaciones sindicales con mayor
afiliación son hoy en día las que ofrecen la respuesta contundente y efectiva
necesaria para erradicar el sinsentido en el que se ha convertido hoy en día el
mundo laboral y para dar un paso firme que permita no seguir cediendo derechos
y recuperar los perdidos.

Lo que se necesita, por encima del hecho de que los
trabajadores estén afiliados o no, es que entiendan la necesidad de
organizarse, y quizás lo más difícil, que lo lleven a la práctica en su día a
día. Afiliación hoy en día no significa ni mucho menos implantación.

¿Nos sirve de algo la afiliación masiva que tiene el
sindicalismo de CCOO y UGT, por ejemplo? Claramente no. No sirve para nada,
sino para aumentar más si cabe el beneficio económico de estas organizaciones
que se suma a las subvenciones recibidas de papá estado.

Los profesionales que viven del sindicalismo en estas
organizaciones tienen sus propios intereses, que en la mayoría de los casos no
coinciden en nada con los intereses de los que pagan la cuota. ¿Dónde está pues
la implantación?

Aunque es cierto que una cosa debería ir unida a la otra,
la realidad es que hoy en día un trabajador se afilia a un sindicato y da por
“cumplido” su papel en la lucha sindical por sus derechos.

Está demasiado interiorizado el rol del delegacionismo,
entre otras cosas porque las cúpulas del sindicalismo institucionalizado lo han
potenciado hasta la saciedad como mero mecanismo de subsistencia propio y
método para garantizar su continuidad.

¿Quiere decir esto que la gente que delega esté de
acuerdo con aquellos a los que escoge para representarlos? En general no, pero
quizás desconocen la alternativa para poder dejar de hacerlo. Es ahí donde el papel de la CNT cobra más importancia que
nunca.

Los que conformamos esta organización sabemos que somos
la alternativa, pero quizás deberíamos plantearnos si el resto de la población
conoce realmente en que consiste esa alternativa que ofrecemos, si la entienden
y si saben cómo pueden acceder a ella.

Para empezar creo que nos lo tenemos que creer. Nuestro discurso pone encima de
la mesa una solución para terminar con el descontento de la clase trabajadora
desde una visión revolucionaria, actuando directamente sobre las causas que
provocan los conflictos, las desigualdades laborales, la precariedad, la
segmentación, y no se limita única y exclusivamente a conseguir “parches” (o lo
que el sindicalismo institucional llama acuerdos) para tapar estos síntomas.

El problema, es que en la mayoría de los casos se queda
en eso, en un discurso. Si bien es cierto que para llevar ese discurso a cabo
se necesitan, como bien se expone en el artículo, militancia y recursos
económicos, lo más inmediatamente necesario es conseguir instaurar nuevamente
la conciencia obrera en la sociedad.

No me refiero a conseguir altos niveles de afiliación,
que evidentemente si se consiguen serán bien recibidos, pero sí asegurarnos de
que nuestro mensaje llega a todos los trabajadores y trabajadoras, a todas las
empresas, a todos los sectores.

Comparto pues la idea de que no se puede entender la
conciencia sindical, en este caso, como algo que aparece o desaparece de manera
automática, sino que es algo que se construye a partir de su actividad
colectiva y del trabajo sindical reivindicativo.

Ahí tenemos como ejemplo secciones sindicales de la CNT que han conseguido dar un
vuelco al mapa sindical en sus empresas a base del trabajo duro del día a día,
a base de la coherencia de sus reivindicaciones y ganándose el respeto de sus
plantillas.

Es absurdo pues entrar a debatir o analizar los bajos
porcentajes de afiliación del sindicalismo revolucionario o los altos del
sindicalismo de otras organizaciones si realmente no hay una base de conciencia
en la sociedad que pueda hacer de ellos indicadores de algo real.

Más que evidenciar el fracaso del modelo
sindical oficial es el momento de potenciar la eficacia de nuestro modelo
propio, de conseguir hacerlo extensible y accesible al resto de la sociedad.

Socializar los conflictos de nuestras
secciones sindicales, campañas de afiliación y de información constantes pueden
y deben ser las armas con las que hagamos llegar el gran trabajo que hasta
ahora estamos haciendo y que de momento no tiene ni la transcendencia ni la
influencia necesaria para conseguir dar un vuelco a la situación y hacer
resurgir la conciencia de lucha obrera.

En definitiva, el descrédito ha caído sobre
el sindicalismo porque el trabajador hoy por hoy sólo ve en él componendas,
privilegios, porque curiosamente ese sindicalismo indigno encuentra su máximo
apoyo en las grandes empresas, porque en vez de ayudar al desasistido, defiende
a los privilegiados.

Si queremos encontrar un porqué a ese
descrédito quizás éste pueda resumirse en que es un sindicalismo antisindical.

Desde la CNT lo que nos toca es como bien hemos dicho
muchas veces recuperar la dignidad, conseguir que el sindicalismo se dedique a
lo que se ha dedicado y se tendría que haber dedicado siempre: a defender a los
trabajadores. Ni más ni menos.

Es difícil porque llevamos casi 40 años de
antisindicalismo, pero no imposible: la
CNT, siendo aún minoritaria, ha triplicado su afiliación en
los tres últimos años y esto como hemos dicho antes es y debe seguir siendo
obra de un muy buen trabajo como organización.

Nuestro sindicalismo, un sindicalismo de
acción y calle, un sindicalismo de trabajadores organizados, frente al
sindicalismo de despachos, liberados y abogados, comienza a ser entendido y
respetado cada vez más por los propios afectados. Conseguirlo del todo es labor
únicamente nuestra, dejando a un lado lo que hagan otros.

Manos a la obra.

RSS
Follow by Email
WhatsApp