Si alguien se acercara a la Comunidad de Madrid y
se interesara por saber cuáles son las prioridades de la Consejería de
Educación en materia de educación pública, podría ver que las
prioridades pasan por el bilingüismo español-inglés y por los centros
tecnológicos, es decir, por la incorporación de las tecnologías de la
información y la comunicación a los centros de enseñanza formal. Esto
es, en apariencia, algo positivo. Sólo, eso sí, en apariencia, porque la
realidad educativa en la Comunidad de Madrid en particular, como en
toda España, pasa por tener unas elevadas cifras de fracaso escolar.
Siendo el fracaso escolar tan elevado, se supone que combatirlo es
fundamental. Para ello se busca crear una amplia red de centros
bilingües y de centros tecnológicos.
Si pensamos en el grueso de alumnos que engordan
las estadísticas de fracaso escolar parece razonable creer que para
hacer frente a sus necesidades educativas sería oportuno fortalecer las
partidas presupuestarias de atención a la diversidad que, para aquellos
que no trabajen en centros educativos, deben saber que están
relacionados con la posibilidad de establecer refuerzos, fortalecer
programas como compensatoria o diversificación, incrementar el número de
trabajadores especializados: pedagogos terapéuticos o del campo de la
audición y lenguaje, etcétera. Por el contrario, la atención a la
diversidad lleva años de progresivo desmantelamiento. Parece que llegado
este punto alguien podría preguntarse por cómo ayudan los centros
bilingües y tecnológicos a disminuir el fracaso escolar. Probablemente
en nada. Queremos detenernos especialmente en el tema del bilingüismo
por ser tema constante de campañas publicitarias pagadas por la
Comunidad de Madrid:
El gobierno regional muestra un enorme interés
por fomentar el conocimiento de la lengua inglesa entre los escolares
madrileños. Hasta donde nosotros sabemos se están adoptando
principalmente dos medidas: por un lado se lleva la enseñanza del inglés
a la educación infantil y, por otra parte, se fomenta la creación de
centros bilingües en los que se impartan casi todas las horas lectivas
en inglés. La primera medida parece poco acertada dado que no son pocos
los especialistas que señalan que la enseñanza del inglés que se realiza
en centros de infantil parte de premisas erróneas, pues por hacer
repetir cuatro palabras en inglés a un niño que no domina ninguna lengua
parece poco probable que se estén sentando las bases que garanticen un
conocimiento exhaustivo de una segunda lengua.
No vamos a detenernos
en la pobre prepa-ración con la que muchos docentes contamos para
trabajar en la enseñanza y que sabemos que es especialmente llamativa en
este caso que acabamos de analizar.
Antes de centrarnos en concreto
en los centros bilingües, nos interesa comentar el entusiasmo segregador
de la Consejería de Educación que busca siempre dividir a los alumnos
por nivel académico como siempre defienden cuando hablan de la idoneidad
de los itinerarios, o con el afamado bachillerato de excelencia; por
nivel económico, como se fomenta a través de la división entre centros
de enseñanza públicos, concertados y privados; o por idiomas, como sería
ahora el caso. Es evidente que fomentar que el proceso de enseñanza y
aprendizaje se imparta en una segunda lengua extranjera sólo está al
alcance (al menos tal y como se concibe actualmente el sistema
educativo) de algunos estudiantes. Los que engrosan la lista de los
inadaptados a la cultura escolar, sabemos que no cuentan para este
programa. Por tanto, gracias a este programa los alumnos quedan
divididos en los que son capaces de “manejarse” en el programa del
bilingüismo y el resto, generando guetos dentro de los centros o centros
de 1ª y 2ª según sean centros bilingües o no.
Uno de los objetivos
prioritarios, hoy, debiera ser bajar las ratios, es decir, bajar el
número de alumnos por aula, pues eso facilitaría un proceso de enseñanza
y aprendizaje más individualizado, activo, etc. Por el contrario las
ratios suben y se eliminan recursos imprescindibles para atender a los
alumnos que más necesitan para gastarlos en programas para presuntos
alumnos “brillantes” que consigan que la excelencia brille en el sistema
educativo español. Esto es indecente. Creo que no resulta difícil ver
en el horizonte cercano el referente estadounidense. Demos las gracias a
la sumisión que nos caracteriza frente a todas estas medidas. Se puede
ir a peor.
Texto extraído del boletín de la sección sindical de CNT en el IES Siglo XXI (Cero eN conducTa nº 3 ).