Sabíamos que con la nueva legislatura política se recrudecerían las guerras culturales, así como la memoria histórica sería uno de los principales campos de batalla. Unos la vilipendian y otros se apropian de ella, convirtiendo entretanto a la memoria en una especie de caricatura.
La Confederación Nacional del Trabajo (CNT) asiste encantada a cuantas invitaciones se le hacen para participar en actos de reivindicación de la memoria histórica. Máxime si se trata de protestar contra disparates como la despótica decisión del alcalde madrileño, José Luis Martínez Almeida, de retirar el memorial de las víctimas del franquismo situado en el Cementerio de la Almudena.
Lo que sucede es que la CNT se niega a participar en el juego y hacer campaña política. Por esa razón, en el escrito que leímos manifestábamos que no necesitamos de ningún munícipe para honrar a nuestra gente; que eso es lo que venimos haciendo desde siempre y lo que seguiremos haciendo, con independencia de que el político de turno use las leyes o se las salte para impedirlo. Que, en definitiva, no reivindicamos la reposición del monumento para contentar a una organización o plataforma de organizaciones, sino para satisfacer al pueblo madrileño, que demanda un espacio público para la memoria histórica.
Sabemos de sobra que la CNT molesta a muchos, que su independencia resulta incompatible con los intereses partidistas. Y, por si todavía quedaba alguna duda, por si alguien pensaba que el ninguneo y el desprecio podrían hacernos mella, avisamos que continuaremos como hasta ahora. Nos vemos en las calles.