Con motivo del segundo aniversario del 15M entrevistamos
a Carlos Taibo, profesor de Ciencia Política en la Universidad Complutense de
Madrid, en la que realiza un breve balance del movimiento.
D. Font | Periódico CNT
Pregunta.- Si somos injustos con el 15M, ¿es porque
esperábamos que lo resolviera todo y rápido?
Respuesta.- Creo que si el 15M tiene sentido es
como movimiento de largo recorrido. Es más: si hubiese obtenido algún éxito
fácilmente perceptible, sospecho que habría sido porque habría rebajado
lamentablemente la radicalidad de sus expectativas. Y creo que no lo ha hecho.
P.- ¿Qué opinas de la nueva forma de movilizarse que generó?
R.- La apuesta movilizadora del 15M, con su énfasis rotundo
en la asamblea y en la autogestión, a mi entender tenía y tiene,
espontáneamente, hondas raíces libertarias. En una de sus dimensiones centrales
ha obedecido al propósito de hacer frente, con orgullo, a las formas de organización
características de la ‘izquierda tradicional’, asentadas en la delegación, en
la jerarquía y en el liderazgo. Me parece, por añadidura, que los sectores del
15M que han mostrado sus recelos ante la horizontalidad han perdido claramente
la batalla. Como la han perdido quienes quieren colocar al movimiento en la
disputa política convencional.
P.- ¿Cuáles son los principales logros del 15M?
R.- Son cinco, a mi entender, las virtudes del 15M: ha
permitido forjar una nueva identidad contestataria, ha servido de espacio de
reencuentro de gentes muy diversas, ha recuperado debates que el sistema
intentaba -con razonable éxito- arrinconar, ha dado alas a muchos movimientos
que están a su alrededor y, por encima de todo, ha hecho posible que muchas
gentes descubriesen que estaban en condiciones de asumir acciones y posiciones
que dos años atrás hubiesen resultado impensables.
P.- ¿Por qué amplios sectores de la población siguen sin darle
apoyo?
R.- Creo que en general el 15M suscita ‘simpatía’ pero que,
al tiempo, no provoca el designio de sumarse a sus asambleas e iniciativas, lo
cual configura, claro, un problema que
no es precisamente menor. Pero, esto al margen, no hay que engañarse: hay mucha
gente que sucumbe a las estrategias de amedrentamiento que despliegan nuestros
gobernantes, de la misma suerte que hay muchas personas satisfechas con el
horizonte que propone la ‘izquierda tradicional’, empeñada en retornar sin más
a 2007, esto es, en buscar una salida social a la crisis en lugar de procurar
una salida global al capitalismo en la era del colapso.
P.- En una futura evolución, ¿crees que lo cercano se impondrá cada vez más a problemáticas más globales?
R.- El 15M es, en efecto, un movimiento muy apegado a lo más próximo, y en ese sentido no puede sorprender que exhiba carencias en lo que
respecta a lo que parece menos inmediato: la lucha feminista, la conciencia de lo que significa la crisis ecológica, la solidaridad con muchos de los
habitantes de los países del Sur, la propia superación del orden característico del capitalismo. No se trata, a mi entender, de que las gentes del movimiento
no sean concientes de estos retos: lo que ocurre, más bien, es que la inercia de los problemas más inmediatos suele dejar en lugar a menudo secundario
aquellos que no parecen serlo tanto. Aun así, me parece que el 15M le está imprimiendo un aire nuevo a proyectos que combinan inteligentemente lo más
cercano y lo aparentemente más alejado: me refiero a la configuración de espacios autónomos en los cuales procedamos a aplicar, desde la perspectiva de
la autogestión y de la desmercantilización, reglas del juego distintas de las que se nos imponen. Ahí están, por citar un ejemplo, y para testimoniarlo, las
cooperativas integrales.