Desde el año 2004, la Casa del Aire de Granada se ha convertido en un referente por el derecho a una vivienda digna. Repasamos con ellos los momentos más importantes de esta larga lucha.
L. Martínez | Periódico CNT
Pregunta.- ¿Cómo se
ha desarrollado el conflicto todo este tiempo? ¿Por qué os decidisteis a
organizaros y qué paso después?
Respuesta.- El conflicto
de la Casa del Aire es una lucha contra la especulación inmobiliaria en un
barrio histórico, el Albayzín. En 2004 decidimos organizarnos los vecinos que
habitábamos este inmueble para evitar que declararan la casa en ruina y nos
echaran a todas a la calle. En enero de 2010, la Casa del Aire fue desalojada
parcialmente, dejando en el inmueble a las dos únicas personas que contaban con
contrato vigente. Una de estas vecinas fue desahuciada al año siguiente. Actualmente,
en el inmueble queda residiendo un vecino, que resiste gracias al apoyo del
resto de solidarios con la Casa del Aire. Durante más de nueve años hemos
plantado cara a las embestidas de las dos inmobiliarias que han sido
propietarias, que han ido desde la no aceptación de los pagos de los inquilinos
para poder desahuciarlos hasta la presión psicológica a los vecinos,
impidiendo visitas de amistades al inmueble, alargando el tiempo para el
arreglo de desperfectos de la casa, etc. A todas ellas, hay que sumar las
acciones por la vía judicial, como las denuncias contra los vecinos o la
querella por usurpación y coacciones que nos interpuso la propietaria a raíz
del desalojo de 2010, por la que se nos piden varios años de cárcel y
cuantiosas suman en multas e indemnizaciones.
Por nuestra parte, tampoco nos hemos
quedado parados. A lo largo de estos años hemos puesto en práctica una estrategia diversificada de lucha, desde la difusión por todas las vías
posibles o la vía judicial, a la realización de actividades para mantener la
casa, tanto de los espacios físicos, como a nivel vecinal, resolviendo
conflictos y fortaleciendo el cuerpo social del colectivo.
P.- ¿Cómo
está actualmente la situación?
R.- A nivel judicial, la querella por acoso inmobiliario ha sido sobreseída, pero
lo hemos recurrido. En cuanto al juicio a seis de nosotras por usurpación y
coacciones, hemos sido absueltas, aunque la propiedad ya ha presentado un
recurso y quedan unos meses para saber el resultado final.
P.- ¿Qué
consecuencias habéis tenido que afrontar en términos de represión tanto legal
como ilegal (amenazas, acoso, etc)?
R.- A las actividades coactivas llevadas a cabo por la propiedad y a lo que
pueda devenir del juicio, tenemos que sumar la represión por parte de los
cuerpos de seguridad locales y estatales, tanto en la obstaculización de las
acciones y en la represión física, como en la represión administrativa, que se
salda con varios miles de euros en multas.
P.- ¿Habéis
tenido el apoyo de otros vecinos del barrio de la ciudad? En una situación como
la actual, donde la sociedad está tan fragmentada, ¿sigue siendo importante la
lucha vecinal y la solidaridad?
R.- El vínculo con otras personas y
colectivos ha sido un elemento fundamental en nuestra lucha. A lo largo de los
años hemos tejido redes con otras casas de vecindad del barrio que tenían
conflictos similares, con otros colectivos y asociaciones de la ciudad que
trabajan en problemáticas sociales y de ámbito urbano, y con organizaciones de
otras ciudades del Estado, a través de colaboraciones, apoyo mutuo, jornadas y
encuentros. Y es que en estos tiempos que corren se hace más evidente la
necesidad y el potencial de la lucha vecinal, la auto-organización frente a los
conflictos comunes que compartimos.
P.- ¿Cómo
veis la situación actual de la vivienda en el Estado español? En vuestra
opinión, ¿qué se puede hacer frente a problemas como el acoso inmobiliario y
los desahucios?
R.- Hay miles de casas vacías y miles de familias sin vivienda. Se trata de una
lacra social que atenta no sólo contra un bien fundamental como es la vivienda,
sino también contra la propia salud de las personas, llegando a su
materialización más extrema, el suicidio. Es por ello que consideramos
imprescindible que se actúe con la contundencia necesaria contra esta
enfermedad. En los últimos años se han puesto iniciativas muy interesantes como
el caso de las corralas de Sevilla. Ésta es una fórmula de presión y una
solución a corto-medio plazo, pero hace falta que haya un cambio más de raíz
que nos lleve a recuperar el poder sobre nuestras vidas. Y todo ello pasa por
organizarnos. Sin duda alguna, una sensación que se ha fortalecido a lo
largo de estos años es que juntas podemos hacer frente a conflictos que a
priori puedan parecer inabarcables.