El 1º de mayo es el día Internacional de los Trabajadores y Trabajadoras. Se conmemora la encarcelación y ejecución de ocho sindicalistas anarquistas en 1886 en Estados Unidos. Fueron condenados por participar en las huelgas y revueltas por la jornada de ocho horas, donde hubo miles de despedidos, detenidos, heridos de bala y torturados.
Hoy las históricas conquistas obreras están siendo revertidas casi sin oposición. Convenios colectivos vergonzosos, despidos masivos y reformas laborales cuentan con la firma de representantes de los trabajadores.
Más temporalidad, menos indemnización por despido, jubilación cada vez más tarde… Si esto sigue así nos pasaremos toda la vida entrando y saliendo del paro, y aceptando salarios y condiciones de trabajo cada vez más penosas mientras los de siempre siguen forrándose a nuestra costa.
Pensamos que hay dos opciones ante esta pantomima. La primera es resignarse, y seguir tragando hasta reventar. La segunda es organizarse entre iguales y luchar por nosotras mismas, sin dirigentes de ningún tipo.
Nuestro sindicato está formado por trabajadoras y trabajadores que estamos hartas de consentir que se nos pisotee. Somos asalariadas, jubilados, parados, estudiantes, inmigrantes… Mujeres y hombres que vamos a por todas y nos apoyamos mutuamente en caso de necesidad.
No nos presentamos a las elecciones ni lo haremos jamás, porque no queremos sus privilegios ni sus subvenciones. Hace tiempo que dejamos de creer en políticos y líderes sindicales.
Tomamos nuestras decisiones reunidas en asamblea, donde cualquiera puede exponer su opinión y hacer sus propuestas. Las personas con algún cargo, como la secretaria general o el tesorero, no cobran ni un duro por cumplir con su responsabilidad y deben ceñirse a lo que acuerde la asamblea.
Defendemos la estabilidad de cada puesto de trabajo. No toleramos ni un sólo despido y buscamos la conversión de cualquier contrato en indefinido. Nos oponemos a las prácticas en empresas, contratos de formación, incentivos a la contratación y demás estrategias para bajarnos el sueldo.
Apostamos por el reparto del trabajo y la riqueza. Nos negamos a hacer horas extra, defendemos la jornada laboral de 30 horas semanales sin reducción salarial y proponemos anticipar la edad de jubilación a los 55 años. Hay beneficios y trabajo de sobra, pero tenemos que repartirlos.
Seguimos creyendo que es necesaria una Revolución. No podemos conformarnos con un sistema de clases sociales, donde los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Nos gobiernan banqueros y millonarios, y encima tenemos que aguantar que lo llamen democracia.
No estamos solas en esto, sino que contamos con la solidaridad de otros sindicatos como el nuestro en todo el planeta, con la Igualdad y la Libertad como únicas metas, unidos en la Asociación Internacional de Trabajadores.
A lo largo de este último año hemos logrado cuatro pequeñas victorias en Salamanca frente a Arvato-Qualytel, Insa-IBM, Ulloa Óptico y Kebab Zurich. Hemos peleado a diario en la calle y en las empresas por mejorar nuestras condiciones de vida. Somos la clase trabajadora organizada y no tenemos miedo a nada. Vamos a cambiar el mundo.