Madrid | Foto de Manuel Griñolo. | Extraído del cnt nº 423
«La cosa más sorprendente de los monumentos es que nunca los vemos. Nada en el mundo es tan invisible.»
Robert Musil, Diarios
Bajo esta premisa, Isaías Griñolo realiza en La España profunda (de Ortega y Gasset y a Rocío Jurado) un recorrido visual y poético por algunos de los hitos monumentales de este país más cargados de Historia. El director mezcla en un caleidoscopio de opereta y telebasura a los amantes de Teruel con el Alcázar de Toledo, el Valle de los Caídos y la estatua a Rocío Jurado. El resultado es un viaje iniciático a través de la «brutalidad en piedra» (Alexander Kluge) hecha sobre, con, contra, de y desde la visita a esas esculturas que hoy siguen siendo hitos lúgubres del nacionalcatolicismo.
Pregunta.— En la mayor parte de la película juegas con imágenes superpuestas y transparencias acompañando a las voces del NODO, de poetas, cantantes y curas. ¿Por qué esta elección de puzzle visual?
Respuesta.— Hay dos razones. La primera es que parto de una «investigación artística» con una metodología de trabajo con premisas subjetivas. A veces cuando lo explico hablo de «investigación chapucera», a la manera de un investigador privado (de cine serie B) que vagabundea sin saber muy bien qué busca… y qué finalmente encuentra. La utilización de imágenes superpuestas y transparencias viene dada por ese vagabundeo que me hace mirar «ahí» a partir del acopio de materiales, así, cuando los dispongo en la mesa de trabajo esos materiales se mezclan entre ellos y termino pensando en imágenes que se hablan entre sí; para que eso ocurra me gusta pensar en esas imágenes como capas superpuestas, de ahí la transparencia. La segunda razón es este poema de Antonio Orihuela:
Enseñanza primaria
Todo lo que se levanta como Historia
lo hace sobre montones de cadáveres,
y se levanta como Historia
para dejar de ver los cadáveres.
Antes de ponerte a escribir, consulta primero
qué quieren de ti,
qué quieren que hagas con sus cadáveres.
El último verso me hizo pensar en cómo separar capas de pasado y presente, pensé en la Historia como una cebolla.
P.— Hay un texto muy potente al principio del documental, narrado por Manuel Vilas, por el que transitan los muertos y los devenires de políticos y artistas españoles. ¿Por qué ese texto?
R.— Ese texto de Manuel Vilas es el poema «La España de la Transición», de su libro Gran Vilas (2012). Los primeros versos son estos:
El rey Juan Carlos I está algo hinchado.
Y algo sordo, no oye a los periodistas.
Fue el dueño de un rato de la Historia.
Y ahora habla con los muertos mucho rato
En ese poema, Vilas nos enfrenta —más acertado sería decir nos da en toda la cara— con nuestro pasado más cercano, la Transición, ese momento tan grandilocuentemente contado una y otra vez. Unos años en los que salimos de la oscuridad con, como vemos ahora, más oscuridad. Basta con el ejemplo de la fotografía del primer gobierno de Juan Carlos I. Repasar esa fotografía es una clase de Historia en sí misma. En ella hay dos hombres que sin pudor alguno han pasado de comer en la mano del dictador, a uno ser el Jefe del Estado durante casi cuarenta años, y el otro, a fundar un imperio empresarial a partir de lo que él mismo denomina comprar a «precio simbólico cero», es decir, comprar empresas públicas a una peseta, empresas que él mismo había dirigido hasta casi 1975. Hablo de Juan Miguel Villar Mir.
P.— Tengo dos momentos favoritos que son el via crucis con la música de Rage against the machine y la canción cristiana Resucitó tratada como un macroconcierto de rock. ¿Cuál es tu secuencia favorita?
R.— Lo que tiene el diario fílmico es que son momentos que he vivido y por eso tal vez sean todos favoritos. Los dos momentos que tú apuntas son muy particulares…
Rage against the machine cayó en mis manos de forma totalmente fortuita. Vagabundeaba por el gran basurero que es YouTube, buscando a esos fantasmas de los que habla Manuel Vilas, y me encontré con un desfile de los que hace Falange al Valle de los Caídos; el mismo falangista que lo había grabado había puesto esa música a su vídeo. Cuando utilizo archivos así, en la medida de lo posible, intento respetar imagen y sonido. A fin de cuentas, el diario fílmico que me interesa es hipertextual: un lugar de encuentro de discursos muy variados, donde se den cita los fantasmas de nuestro pasado que una y otra vez nos atraviesan.
Resucitó es un acercamiento a dos momentos delirantes que tienen como fondo el mismo escenario de la avenida de la Castellana de Madrid. De un lado, está la misa-concentración por la Familia Cristiana de 1965 y del otro la misa-manifestación por la Familia de 2012 que organiza Rouco Varela. Lo que hice fue tan simple como superponer las dos misas y dejar la música del archivo de la segunda.
P.— ¿Qué debería ser recordado de todo lo que sale en La España profunda?
R.— No doy respuestas. Solo me atrevo, a partir de las líneas iconológicas planteadas por Reinhart Koselleck en Monumentos funerarios e imágenes de la muerte, entre arte y política, a plantear preguntas:
¿quién debe ser recordado?
¿qué se debe recordar?
¿cómo hay que recordar?
El objetivo es dejar en la retina del espectador estas tres preguntas sobre la memoria y sobre la necesidad de saber qué cosas debemos contemplar a la hora de mirar un monumento.
P.— ¿Suscribes que los andaluces somos el relleno de las rotondas y los comparsas de la sociedad española?
R.— Sí, lo suscribo. Ahora que comentas esto, debo decir que sí tengo un momento favorito que elegir, es el del final, donde el poeta David Pielfort recita uno de sus poemas a la escultura de Rocío Jurado en una rotonda de Chipiona (Cádiz)… Tal vez, en aquel momento el poeta fue secuestrado por uno de esos fantasmas de nuestra Historia y terminó diciendo una frase que no estaba en su poema: «Rocío Jurado es el único submarino nuclear que ha tenido la Armada española».
Durante mucho tiempo eso ha sido así. He visto cómo muchxs amigxs perdían su habla por el miedo a terminar siendo parodiados a la manera que los medios nos presentaban. Siempre me he negado a participar de esa pérdida. Quienes han participado no se pararon nunca a pensar que precisamente lo que nosotrxs somos son los rasgos que definen a todo el conjunto.
P.— En la secuencia del coche avanzando en la oscuridad dice el narrador que todos queremos ser burgueses. ¿No hay excepciones?
R.— Ese coche es nuevamente la Historia que nos atraviesa. Esa Historia empeñada en hacer desaparecer a la clase obrera a base de confundirla haciéndola creer que gracias al consumo ha dejado de ser obrero y ahora es burgués. El narrador está recitando un poema de Antonio Orihuela.
Para contestar saco una entrevista de 1972 entre Franco y el General norteamericano Vernon Walters (enviado especial del Presidente Richard Nixon, preocupado por el futuro de España):
Franco: —Lo que interesa realmente a su Presidente es lo que acontecerá en España después de mi muerte, ¿no?… Siéntese, se lo voy a decir: yo he creado ciertas instituciones, nadie piensa que funcionarán. Están equivocados. El Príncipe será Rey, porque no hay alternativa. España irá lejos en el camino que desean ustedes, los ingleses y los franceses: democracia, pornografía, droga y qué se yo. Habrá grandes locuras pero ninguna de ellas será fatal para España.
Walters: —Pero mi general, ¿cómo puede usted estar seguro?
Franco: —Porque yo voy a dejar algo que no encontré al asumir el gobierno de este país hace cuarenta años: la clase media española. Diga a su Presidente que confíe en el buen sentido del pueblo español, no habrá otra Guerra Civil.
Desde 1975, la clase obrera anduvo perdida, desorientada, hasta que cayó en manos del PSOE de Felipe González; con él llegó un letargo aliviado por el consumo. Pero la Historia da sus giros, y uno de esos giros fueron las revueltas de las plazas en el 15M de 2011. Ahí volvió de nuevo a despertar la conciencia de clase obrera, pero una clase obrera que no se reconoce en el imaginario obrerista del siglo xix y xx. Ese despertar es lo que queda como excepción. Lo que ocurre con ese despertar es tema de otros trabajos.
P.— ¿Qué película estarás haciendo dentro de 20 años?
R.— No tengo ni idea. Lo que si te puedo decir es lo que vengo haciendo en estos últimos diez años y que espero seguir haciendo algunos años más. La España profunda no es un trabajo aislado (lo hice entre 2014 a 2018), es un ajuste de cuentas con nuestro pasado más reciente, forma parte de historia_contemporánea, un proyecto a la manera de un friso poético documental que nos cuenta desde varios ángulos. La segunda parte es Auschwitz on the beach, una mirada sobre los muertos en el Mediterráneo a partir de El Estrecho de Gibraltar, este trabajo aún no cerrado ha ido tomando forma entre 2016 y 2020. Ahora mismo ando con algo que en principio llamo 366 Patrias, un trabajo que pretende recoger las huellas de cómo la extrema derecha de un tiempo a esta parte (nunca nos dejó) se ha ido metiendo en nuestras vidas… Un gol en 2012, una bandera en la espalda de un torero, un barco-hotel para guardias civiles en el puerto de Barcelona… en fin, capas de la cebolla.