Instituciones que incitan al racismo

EXTREMA DERECHA EN EUROPA | INGLATERRA

Las políticas anti-inmigración del Gobierno de David Cameron son el caldo de cultivo perfecto para la proliferación de disturbios raciales.

J. Lozano | Periódico CNT

Cuando en los años 20 y 30, surgen los movimientos nazifascistas en Europa, Gran Bretaña se presta a recibirla con los brazos abiertos. Muy pronto, se funda en Londres el primer gran movimiento fascista británico, la Unión Británica de Fascistas (BUF), creada en 1932 por el ex militante laborista Oswald Mosley, que modeló su partido siguiendo la línea de movimientos fascistas en otros países, inspirándose sobre todo en Italia.

Recibió un amplio apoyo entre las clases medias y altas. Este partido, tenía como costumbre convocar marchas paramilitares para
provocar a las minorías sociales, cuyo mejor ejemplo tuvo lugar en la famosa batalla de Cable Street el 4 de octubre de 1936. Debido a
su clara inclinación ideológica, la BUF fue finalmente prohibida en mayo de 1940, con la detención de Mosley y otros 740 fascistas importantes durante la Segunda Guerra Mundial.

Tras la guerra, las tendencias racistas y discriminatorias estuvieron durante un tiempo debilitadas por la derrota del fascismo en la guerra, y el auge del Estado del bienestar y las políticas sociales de los diversos gobiernos de la izquierda laborista desde la subida de Clement Atlee en 1945.

No obstante, los fenómenos de descolonización de los 50 y 60 trajeron como consecuencia una llegada a gran escala de inmigrantes procedentes de las viejas colonias afro-asiáticas, que pasaron a poblar las grandes metrópolis británicas, creando guetos raciales. Si al ocaso del imperialismo británico, le sumamos la presencia de una fuerte inmigración, el nuevo auge de movimientos obreros, las fuertes crisis económico que empezaron a azotar al país, y la presencia de movimientos urbanos de tipo anti-sistémico como los skinheads o los hooligans, se creó un caldo de cultivo ideal para el posterior resurgimiento de los ideales ultraderechistas.

Aparecen entonces los dos grandes partidos ultras, el primer British National Party (BNP) en 1960, y que dos años después protagonizaba los primeros grandes disturbios raciales en Trafalgar Square contra la presencia de inmigrantes afro-asiáticos en Londres. Todo ello generó un auge del movimiento ultraderechista, que se cristalizo en 1967 con la creación del primer gran frente común fascista desde Mosley, con la fundación del National Front (NF), liderado por los racistas John Bean, Andrew Fountaine y John. El NF emergió como el primer partido mayoritario de extrema derecha del país.

En los 15 años de existencia del NF, éste había degenerado en grupos y actitudes brutales, extremistas y violentas que le habían
generado un cliché de radicalismo que empezó a restarle popularidad. Fruto de ello, se gestaron desde dentro nuevas figuras que
trataron de modernizar a la ultraderecha. Como resultado, se regenera en el British National Party (BNP), refundado en 1982 por Tyndall (quien fue sustituido poco después debido a sus pasadas connotaciones nazis) y el joven Nick Griffin, que se convirtió desde 1999 en el representante de la nueva juventud neo-fascista europea.
Desde entonces, el BNP, más centrado en la política nacional, ha experimentado un fuerte auge electoral por el incremento del racismo oficial en las instituciones británicas: en las elecciones locales de 2006 ganaron 33 concejales, cifra que aumentó en 2008 a nada menos que 100, incluido el ayuntamiento de Londres. Un año después, el BNP ganaba dos europarlamentarios, aunque no llegó a entrar en Westminster, lo que ayudó a frenarle parcialmente.

En esta época aparecieron otros grupos centrados en los otros frentes que el partido dejaba más vacantes: el tema europeo y el tema callejero. Para el primero, se crea en 1993 el United Kingdom Independence Party (UKIP), formado como escisión del ala euroescéptica y chovinista del partido conservador, liderado por Alan Sked y el mediático Nigel Farage. El UKIP se ha convertido en un nuevo exponente aglutinador de la ultraderecha británica. Así, ha logrado buenos resultados en las elecciones europeas, obteniendo 9 escaños y el segundo lugar a nivel nacional en las últimas elecciones de 2009. Además, en las municipales de 2013, UKIP, obtenía 147 concejales.

En este aspecto, UKIP se ha convertido en un autentico peligro, pues ha logrado camuflar la tradicional ideología ultraderechista y racista en un más que tolerado y popular euroescepticismo. Debido a su auge electoral, UKIP ha sabido presionar al gobierno conservador de Cameron a adoptar duras políticas racistas contra los inmigrantes.

El frente callejero también ha sido cubierto desde hace años. El nuevo frente tuvo lugar en 2009, cuando fue fundado en Luton la English Defence League (EDL), liderada por el polémico Tommy Robinson y su escudero Kevin Carroll, centrada casi exclusivamente en lo que ellos consideraban el auge de la “islamización” del país, pero ampliado a casi la totalidad de población inmigrante del país. Los métodos clásicos de actuación de la EDL se han centrado en grandes marchas de protesta, y en ataques a mezquitas, centros islámicos y negocios regentados por musulmanes, que han generado fuertes contestaciones callejeras de grupos antifascistas (UAF, AFN), especialmente las de 2012 y 2013 en Brighton y en Tower Hamlets (Londres). Del mismo tipo son el Britain First, creado en 2011, o English Volunteer Force, creado en 2012.

A esta proliferación de grupos racistas, se une la aprobación de una línea de similar calado dentro del actual Gobierno británico
liderado por David Cameron. Como ejemplo de ello, es la aprobación en 2013 una Ley de Inmigración, que facilita la deportación de inmigrantes, sanciona a los caseros que alquilan viviendas a inmigrantes en situación irregular, obliga a los médicos a revisar papeles en regla antes de atender, e incluso desde el 1 de enero de 2014, obligar a todos los inmigrantes (comunitarios o no) a aportar un ingreso extra al Sistema Nacional de Salud.

El racismo institucional se ha ido extendiendo a lo largo de 2013 y 2014 por todo el país, bien a nivel mediático, o bien incluso a nivel administrativo, en 2013 hasta seis ayuntamientos de Londres distribuyeron propaganda en los cuales se intimidaban a la población inmigrante y se la instaba a volver a sus países de origen.

Toda ello ha generado un caldo de cultivo perfecto que se evidencia, no ya solo en el aumento del apoyo popular británico a partidos racistas, si no en un cada vez más creciente clima de intolerancia y de xenofobia, que puede causar disturbios raciales, como los que tuvieron lugar en Londres en 2011, tras el asesinato por parte de la policía del joven londinense Mark Duggan.

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