Desde Piedra Papel Libros nos informan de la reciente publicación del texto que Layla Martínez público en el último número de Estudios «Infancia y control social. El discurso de los abusos como método de disciplinamiento.» Os desjamos con la reseña.
Infancia y control social. El discurso de los abusos como método de disciplinamiento. Layla Martínez. Piedra Papel Libros (Jaén: 2015)
Infancia y control social. El discurso de los abusos como método de disciplinamiento es el segundo texto que la autora, Layla Martínez, publica en nuestra colección de ensayo, Libros del Borde. Con él pretendemos darle continuidad a la línea editorial centrada en la publicación de análisis actuales de los sistemas de dominación social articulados por el capitalismo en su fase posindustrial.
El artículo, publicado originalmente en el número tres de la revista Estudios, analiza el proceso que permite la irrupción del discurso de los abusos, enmarcándolo en la ofensiva reaccionaria de principios de los ochenta en los EE.UU. En ese sentido, en el texto se repasan las distintas estrategias de intervención política puestas en pie por la contrarrevolución sexual, centrándose especialmente en el control social ejercido a través de la gestión del miedo a los abusos infantiles.
Por otro lado, el texto se encarga de estudiar los mecanismos que permitieron en su día socializar la histeria colectiva en torno al tema, desvelando el proceso de construcción social de la figura del pederasta y relacionando ambas estrategias con la evolución de los dispositivos de dominación de los que históricamente se ha dotado el capitalismo para mantener su posición hegemónica a todos los niveles.
Finalmente, el artículo reivindica el fortalecimiento de la crítica anarquista con respecto a los sistemas de control social, reclamando una mayor disposición a retomar, también en el terreno de la sexualidad, un discurso propio que nos permita enfrentarnos al poder desde sus más íntimas bases. Como dice la autora: No podemos dejar que la reflexión sobre el sexo esté únicamente en manos de la clases dominante, ya que, por encima del placer o el peligro, la sexualidad, entendida en un sentido amplio como el conjunto de nuestros deseos, nuestros afectos y nuestros vínculos, es la expresión más profunda de lo que somos.
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