COLUMNISTAS | ANTONIO PÉREZ
Con una cantidad de dinero circulante que representa unas 700 veces el PIB mundial, el capitalismo financiero es el capitalismo por excelencia.
Ahora bien, ¿quién maneja esa billonada de billones?: unos pocos “operadores”, unos cuantos miles de hombres y alguna mujer, unas gentes de carne y hueso que, en su horario laboral, ven pasar por sus manos millones pero que vuelven a sus casas con la calderilla bailándoles en los bolsillos. La fidelidad a sus bancos, la religión, la ambición o el miedo les impiden meter la mano en la olla. ¿A todos?
No a todos. Afortunadamente, de vez en cuando surgen casos de “operadores traidores”. Es el caso de J. Kerviel, un bróker del banco francés Société Générale quien, harto de manejar 50.000 millones de euros, en el año 2008, decidió distraer un diezmo, una miseria de sólo 5.000 millones. Y también es el caso de K. Adoboli, en 2011 operador en Londres del banco suizo UBS, quien se conformó con causar unas “pérdidas” de 1.800 millones a su honorable casa matriz.
Kerviel fue condenado a la máxima pena -cinco años de prisión- mientras que Adoboli, quizá por ser negro africano, fue sentenciado a pagar siete años de talego. Ilusos que somos, nos gustaría creer que estos dos héroes capitalistas –perdón por la contradicción- se quedaron con buena parte del botín. Aunque sería demasiado bonito para ser verdad, pudiera ocurrir que Kerviel ganara en la cárcel 1.000 millones anuales y Adoboli, sólo 257 millones.
Fantasías aparte, es cierto que, para funcionar a diario el capitalismo depende de unos pocos hombres y, por tanto, pende de un hilo. Por desgracia, es un hilo de carbono fabricado con nanotecnología que resiste los millones de toneladas que pesan la desigualdad y la pobreza provocada. Además, si se rompe hoy, mañana vendrán los Estados emergentes –los BRICS- y lo sustituirán por otro aún más firme. Aún no podemos ni siquiera imaginar lo mucho que resiste un hilo macerado en caipiriña y urdido con pelo de vaca hindú sobre seda china. Pero resistirá… hasta que lleguen un operador faquir y un ninja zulú y lo corten cual nudo gordiano.