Somos el último eslabón en el trabajo que genera la gestión cultural pública de la ciudad de Madrid. Sin
embargo, no trabajamos directamente para el ayuntamiento, la
administración pública de la que depende esa gestión. Trabajamos para Madrid Destino,
la empresa municipal que gestiona buques insignia de la cultura
madrileña como son Matadero Madrid, Teatro Español, Fernán Gómez o Circo
Price, pero dependemos de otra empresa, una de ‘servicios
especiales’. Para quien no esté familiarizado, las empresas de servicios
especiales sólo contratan a personas con discapacidad. Y es que todas
las personas de este último eslabón, somos personas con un grado de
discapacidad reconocido.
Por estos contratos, las mencionadas empresas son bonificadas en las
cuotas a la Seguridad Social y optan a subvenciones y ayudas públicas
por la contratación. Favorecen nuestra inclusión y al mismo tiempo, nos convertimos en un valor añadido.
A pesar de ser el último eslabón, somos las primeras personas en recibir al público con nuestro buen hacer y nuestra mejor disposición. Amamos la cultura y tratamos como queremos ser tratados.
Nuestras compañeras y compañeros de trabajo también son dados de alta por empresas distintas a Madrid Destino: de limpieza, vigilancia, mantenimiento, utillería, etc. Compartimos
el mismo espacio, y cuidamos juntas que cada función, evento,
exposición o acto, salga bien. Pero nos separan empleadores, contratos y
categorías laborales.
Cada cierto tiempo sale a licitación los diferentes servicios que
prestamos. Las y los trabajadores nos quedamos en un limbo laboral. La
nueva empresa que obtiene la licitación puede continuar con el equipo
que ya está desarrollando la actividad u optar por contratar a un nuevo
equipo de personas. Lo que genera una vulnerabilidad laboral grave para
la personas trabajadoras.
Dada la peculiaridad de nuestro caso (personas con discapacidad), la
empresa ganadora suele ser otra empresa de servicios especiales que
acaba optando por la subrogación. Es decir, por la continuidad de la
plantilla.
En esa continuidad se supone que debieran contemplarse los derechos
ya adquiridos en el puesto de trabajo: salario, categoría laboral, base
de cotización, antigüedad, periodo vacacional, etc. Pero la realidad es que esto depende de la voluntad de la empresa ganadora.
No nos quedamos en un limbo laboral sino que, a modo de ‘cromos
intercambiables’ perdemos el valor como personas, y es la empresa la que
decide cuánto valemos, o cuánto valen nuestros derechos. Vivimos la
precariedad de la discapacidad.
Ante esta situación, lanzamos una pregunta: ¿Todo esto no sería más
sencillo, más fácil, más ágil, si el ayuntamiento, la
administración pública que nos compete, remunicipalizase los servicios
culturales que son de todos los madrileños y madrileñas?
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Sección sindical de CNT en Madrid Destino
Sindicato de Artes Gráficas, Comunicación y Espectáculos de Madrid
http://graficasmadrid.cnt.es
graficas_madrid@cnt.es