«Gamonal es la constatación de que si se lucha se consiguen resultados»

Pablo Gerbolés (Bruselas, 1965), vinculado desde el año 2000 al
movimiento vecinal, ha sido Presidente de la Federación de Vecinos de
Valladolid durante el periodo 2010-2012. En la actualidad forma parte de la
ejecutiva nacional. Consciente del trabajo desde los barrios, no descuida la
autocrítica para mejorar y hacer más efectiva esta lucha.

I. Nistal | Periódico CNT 

Fotografía: Zyllan

Pregunta.—
Resulta casi obligatorio
comenzar por tratar uno de los sucesos más importantes de los últimos tiempos
como ha sido la reciente oposición vecinal y ciudadana en el barrio burgalés de
Gamonal. ¿Qué opinión le merece los hechos que allí se produjeron?

Respuesta.—
La constatación de que si se lucha activamente se consiguen resultados. No deja
de ser una nueva ratificación de que las cosas que hemos conseguido en nuestras
ciudades se han hecho (o se han dejado de hacer) porque las hemos
reivindicado-luchado insistentemente.

P.— ¿Debería servir de ejemplo a la hora de
volver a impulsar el trabajo de barrio a través de las asociaciones vecinales?

R.—
Para mí lo fundamental no es reactivar un determinado tipo de asociación o
colectivo; sino reactivar el pensamiento crítico y reivindicativo de la gente.
Cada cual que encuentre el espacio de activismo que más cuadre con su
persona.  Todos esos colectivos, eso sí,
tienen el deber de coordinarse y actuar de modo conjunto. Aunque sé que es
difícil al menos en el movimiento vecinal, porque nuestro referente es el
barrio, para mi debemos cambiar nuestra lupa y dirigirla a ámbitos
territoriales más amplios (distrito, ciudades, comunidades autónomas, Estado),
porque lo que afecta directamente a la vida de nuestras vecinas realmente no
suelen ser acciones de barrio (ya tenemos farolas, alcantarillado etc) sino la
restricción de derechos o servicios públicos conseguido durante décadas.

P.— Usted que reivindica sin complejos el carácter
político de las federaciones vecinales, ¿crees que con frecuencia éstas caen en
el asistencialismo y el hacer por hacer sin un objetivo claro?

R.—
Con cierta frecuencia, en efecto, las asociaciones vecinales desarrollan
actividades sin planificar claramente los objetivos a conseguir, vinculados a
una inercia de actividades periódicas. Simplemente se trata de pararse un poco
y establecer un plan estratégico a cuyos objetivos se ajusten las actividades.
La tarea es tanta que creemos no tener tiempo para “teorías”, pero es
fundamental. Por el contrario, no creo que en general las asociaciones (si es
que realmente no son más allá del nombre) caigan en el asistencialismo, porque
el planteamiento crítico siempre existe; para mí las soluciones comunitarias
aunque supongan solventar de modo privado problemas sociales, en tanto en
cuanto impliquen conciencia de la situación y mantenimiento de la
reivindicación de soluciones públicas, suponen acciones útiles.

P.— ¿Deben también las asociaciones ser menos
dependientes de las subvenciones?

R.—
Aunque considero que las subvenciones son un medio establecido desde el poder
para controlar las asociaciones, creo que las vecinales en su acción
reivindicativa no se someten al poder por tener subvenciones. Desde el punto de
vista de ingresos, sin embargo, creo que deben buscarse nuevos caminos de
autofinanciación superando ciertos complejos puristas.

P.— Al formar parte de la ejecutiva de la
Confederación Estatal de Asociaciones Vecinales tendrá una visión más global
del movimiento vecinal. ¿En qué situación se encuentra a día de hoy en España?

R.—
Una organización que dispone de más de 3.000 sedes abiertas por todo el
territorio es una organización que debe calificarse de viva. Desde el punto de
vista de movilización hay zonas muy activas como Madrid, Barcelona, Comunidad
Valenciana o Andalucía. Desde el punto de vista de reivindicación considero el
ámbito estatal como un ámbito que debe trabajarse mucho más.

P.— Y Valladolid. ¿Es un referente en ese
sentido? ¿Cuáles son las luchas y victorias qué destacaría?

R.—
La Federación de Valladolid siempre ha sido referente de constancia en el
trabajo de control de las acciones de las administraciones, básicamente la
local. Su acción ha llevado a la paralización de acciones urbanísticas no
sujetas a la legalidad y casi siempre en contra del interés público y en
beneficio de empresas. Una victoria importante es la paralización del
aparcamiento en el entorno de Iglesia de La Antigua, defendiendo el patrimonio
de la ciudad. También destacaría la paralización del PERI Cuarteles, y desde
luego la vuelta a la legalidad del edificio Caja Duero, que ha llevado al
alcalde a estar en la actualidad imputado penalmente. Otra victoria: gracias a
que saben que controlamos, en los expedientes municipales se cumple mucho más
el procedimiento, que es lo mínimo que se debe exigir en un estado de derecho.

P.— ¿Y hacia donde crees que debe avanzar el
asociacionismo vecinal para que la gente vuelva a ver que es una herramienta
útil?

R.—
Pues dado lo que está ocurriendo en cuanto a cercenación de derechos
adquiridos, las asociaciones deben volver a sus inicios: la defensa a ultranza
de servicios públicos y de prestaciones sociales para el vecindario, pues son los
que afectan a la vida diaria de la gente.

P.— En algún foro le hemos podido escuchar la idea
de que las asociaciones de vecinos deben servir también para crear empleo.
¿Puede explicarnos brevemente esa medida? ¿Se podría con esta medida correr el
riesgo de que las asociaciones se conviertan en una especie de ETT donde se
fomente el trabajo precario y la explotación laboral?

R.—
Si una asociación vecinal debe atender a las necesidades de su territorio, es
palmario que una de ellas es el empleo. Y es evidente la posición de
conocimiento del territorio de una asociación vecinal. Por ello, no parece
descabellado el que desde una asociación se constituya una bolsa de empleo que
promueva en empresas-establecimientos de los barrios el empleo de colectivos más
desfavorecidos que por las vías ordinarias tienen una dificultad enorme de
encontrar empleo. Debería ser una mera intermediación y sin coste alguno, en
que la asociación debería establecer criterios eminentemente sociales a la hora
de inclusión y ofrecimiento de personal, aunque también esos criterios sociales
en cuanto a las empresas con las que contacte. No nos dé miedo a usar figuras
oficiales (por ejemplo agencias de colocación) que, aunque no nos gusten según
se llevan habitualmente, los colectivos sociales somos capaces de implantar con
nuestra visión de la sociedad.

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