EDITORIAL: Frente al virus de los muy ricos que son muy pocos

EDITORIAL | Viñeta: La Tira de Rita, por Pepe Farruco | Extraído del cnt nº 425 | Dosier ¿Nueva normalidad? ¡Acción Sindical!

Cuando las élites políticas nos machacan con expresiones como «nueva normalidad» intentan, y en buena medida lo consiguen, hacernos creer que tras la dramática gestión de la pandemia, en la que todavía vivimos, recuperaremos la senda feliz de no sé sabe qué buena sociedad basada en el crecimiento capitalista. Como si antes de la pandemia y sus muertos, habitáramos en una especie de paraíso de riqueza y bienestar. Pero resulta que esa riqueza y bienestar la disfrutaban unos pocos, muy pocos. Resulta que es por esa riqueza y bienestar de muy pocos, por lo que el coronavirus se ha instalado en nuestras vidas. Y resulta que la clase trabajadora, verdadero sostén de la economía real, ni tenía riquezas ni bienestar y, con el coronavirus y sus consecuencias, ahora es más pobre aún de lo que era, y padece una merma acrecentada de sus derechos, tras decenios de liquidación por derribo de los servicios sociales. Esta es la realidad y la tendencia que nos depara el actual sistema de dominación, si no conseguimos confrontarlo.

Bajo los pies de barro de los muy ricos, que son muy pocos, algo se mueve: es la puesta en acción de quienes ya no creen en promesas siempre incumplidas.

La socialdemocracia gobernante de este reino siempre ha tenido la virtud, hay que reconocerlo, de aplacar con confetis y piruletas (Ingreso Mínimo Vital, Ertes, paro extraordinario para autónomos,…) las justas iras populares, potenciales o reales, contra medidas que a la postre sólo favorecerán a los muy ricos, que son los muy pocos. La socialdemocracia siempre ha tenido una capacidad especial para acallar, apaciguar y amordazar a grupos y movimientos situados en la supuesta ‘izquierda’ de su ‘neutro’ espacio de no-izquierda, vendiendo cuartos y quintos pilares del bienestar que nunca son tales. Lo que redunda generalmente en una parálisis momentánea de la respuesta social. Pero incluso los fuegos de artificio terminan apagándose para mostrar lo que realmente son, paliativos y mentiras, especialmente cuando es el propio sistema de dominación (estados y gobernanza capitalistas) el que empieza a tener sus pies encallados en el fango de sus imposturas.

La acción sindical es un proceso integral de acciones diversas: es autoorganización en secciones y sindicatos, asunción de responsabilidades, deliberación y toma de decisiones horizontales, gestión jurídica, oposición y negociación, difusión y comunicación, acción directa sin intermediarios.

Frente a esta desoladora situación, bajo esos pies de barro de los muy pocos, algo se mueve: es la puesta en acción de quienes ya no creen en promesas siempre incumplidas. La clase trabajadora, con salario y sin salario, con prestaciones y sin ellas, de aquí y de allá, es la única fuerza capaz de organizar los recursos, los bienes y las energías de un modo alternativo, socialmente útil y eficaz, contra el desaguisado del capitalismo. Y para que eso sea real se necesita mucha acción sindical, es decir, poner en acción la fuerza y la capacidad de organizarse y movilizarse de la clase trabajadora.

La acción sindical netamente libertaria no es más que la acción social autoorganizada en el mundo del trabajo. Pues su fuerza reside en dos principios claves: la libertad y la solidaridad.

La acción sindical es un proceso integral: supone tanto lo que antecede, como lo que acontece y posteriormente sucede en una lucha laboral concreta. Y al tiempo es un conjunto no disjunto de acciones diversas: es autoorganización en secciones y sindicatos, asunción de responsabilidades, deliberación y toma de decisiones horizontales, gestión jurídica, oposición y negociación, difusión y comunicación, acción directa sin intermediarios. La acción sindical, en última instancia, ha de implicarse en una acción social amplia que la atraviesa y sin la cual quedaría, tanto lo social como lo sindical, sin la capacidad de duplicar sus efectos y sus fuerzas. En realidad, una acción sindical netamente libertaria no es más que la acción social autoorganizada en el mundo del trabajo. Pues su fuerza reside en dos principios claves: la libertad y la solidaridad. Con la primera se respeta la pluralidad y la idiosincrasia de cada persona, colectivo, momento y lucha. Con la segunda se amalgama la libertad de cada cual para construir modos de hacer y de ser netamente justos y humanos.

Aprovechemos esta pandemia para poner en cuestión el orden dominante de las cosas: frente a los ricos que son muy pocos, frente a los sindicatos del capital, la CNT opondrá una acción sindical libertaria y solidaria.

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