Villaverde (Comarcal Sur) | Ilustración: LaRara | Extraído del cnt nº 425. | Sección Nosotras
Activista por los Derechos Humanos, integrante del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) y activa militante antirracista, feminista y anticapitalista; es abogada en la Cooperativa Abogadas. Algunos de los casos más recientes que ha defendido son el de las trabajadoras marroquíes de la fresa en Huelva o el caso del «Coño Insumiso» de Sevilla. Acaba de publicar El pueblo gitano contra el sistema-mundo. Reflexiones de una militante feminista y anticapilista (Akal, 2020).
Pregunta.—En estos meses de confinamiento hemos visto como los cuerpos migrantes han sido un eje fundamental para el sostenimiento de la vida. Tú has trabajado en el caso de las mujeres jornaleras de la fresa en Huelva. Cuéntanos, ¿qué crees que se puede hacer desde el sindicalismo combativo?
Respuesta.—Pues en primer lugar hay que tener en cuenta que el orden mundial jerarquiza a las personas dependiendo del país, el género, la raza… y pone precio a la fuerza de trabajo dependiendo del cuerpo que la porta. Los sures globales son los que menos valor tienen para este orden. Hay que entender que el capitalismo necesita al patriarcado y al colonialismo para sustentar este orden económico.
La fuerza de trabajo, y por tanto la vida, de las mujeres migrantes vale menos. Esto se ve muy claro en el campo, una actividad históricamente con escaso reconocimiento social y salarial, y también en otros sectores como el de cuidados. En estos sectores trabajan las personas que no tienen capacidad de elección. Así vemos como en el campo hay muchas mujeres migrantes o racializadas, que son las más pobres. Es una manera de abaratar el salario por parte de la patronal. En las fresas de Huelva esto se ve perfectamente.
Desde el sindicalismo combativo hay que mirar a los sectores más precarizados, que de hecho creo que son los que tienen una capacidad mayor de impugnar el sistema. Creo que la conflictividad sindical en estos sectores es básica, porque además están sosteniendo el orden mundial y la economía. Vemos como dos sectores clave, los cuidados y la agroalimentación, son los sectores más feminizados y racializados; el sindicalismo en estos sectores tiene que tener una mirada feminista y antirracista sí o sí. Imaginad una huelga de cuidados o en el campo, verdaderamente estaría dando en la diana del sostenimiento de la economía, al menos en el Estado español.
El capitalismo necesita al patriarcado y al colonialismo para sustentar este orden económico. La fuerza de trabajo, y por tanto la vida, de las mujeres migrantes vale menos. Esto se ve muy claro en el campo, una actividad históricamente con escaso reconocimiento social y salarial, y también en otros sectores como el de cuidados.
P.—En tu libro El pueblo gitano contra el sistema-mundo hablas de muchas similitudes que tienen migrantes y gitanxs. ¿Qué nos ofrece una mirada hacia las formas de vida de los gitanos y las gitanas? ¿Qué nos cuenta su pasado y su presente para articular resistencias?
R.—En la legislación desde 1499 hasta 1978 se ha perseguido el ser gitano y vemos cómo estas leyes lo que pretenden es regular su fuerza de trabajo para que abandonen sus formas de vida y su economía tradicional, para que se sometan al trabajo por cuenta ajena, principalmente en el campo, que como vemos a día de hoy siguen ocupando las personas que menos capacidad de elección tienen.
Las estrategias de resistencia que el pueblo gitano han creado a esta persecución sistémica son un ejemplo en el que podemos mirarnos los movimientos políticos emancipatorios… Hay que cambiar la mirada de victimización del pueblo gitano y ponerlo como ejemplo. La autogestión y el mutualismo de base, las formas de cooperación amplias, la autonomía económica propia o el antiautoritarismo que han puesto en práctica para mantenerse hasta el día de hoy, además del mantenimiento de una identidad cultural propia que aún se conserva, creo que deben, cuando menos, resultar curiosas a cualquier persona que pretenda mantener un proyecto revolucionario y que se cuestione el orden económico mundial.
El orden económico golpea de diferente manera y con diferente intensidad dependiendo de otros factores como por ejemplo el territorio o el cuerpo que se habita.
P.—Este verano leía el libro Identidades mal entendidas de Asad Haider, el cual tiene un prólogo tuyo. Tú haces una crítica a las críticas sobre la identidad, en donde encontramos discursos desde la propia izquierda que hablan de que las luchas desde la identidad fragmentan a la clase obrera. ¿Puede haber confluencia desde la fragmentación?
R.—Las estrategias y las formas de lucha más acertadas son las que se hacen desde los dolores de barriga de verdad, desde las problemáticas concretas. El enemigo es común pero no hay que homogeneizar las luchas, creo que es un error.
El orden económico golpea de diferente manera y con diferente intensidad dependiendo de otros factores como por ejemplo el territorio o el cuerpo que se habita, desde cada lugar situado desde donde se recibe el golpe se van a articular unas respuestas concretas a ese golpe. Los discursos desde la izquierda que pretenden minusvalorar la lucha antirracista me parecen una falacia total. Solo hay que ir a los tajos agrarios para darse cuenta de cómo el sistema capitalista opera con la raza para desvalorizar el trabajo de los jornaleros y jornaleras. Y con el género pasa igual.
P.— En el epílogo de tu libro hablas de bio-sindicalismo como horizonte para el fortalecimiento del sindicalismo. ¿A qué te refieres?
R.—Desde la izquierda italiana se lleva unos años escribiendo sobre este concepto pero no deja de ser volver a un sindicalismo social. Son muchos los problemas que nos atraviesan y debemos poder articular un sindicalismo que se comprometa con todos ellos. Un sindicalismo vital en el que volver a sostener desde lo colectivo. Volver al economato, a las cooperativas de vivienda, volver a tejer redes que sostengan material y psicológicamente nuestras vidas.
Son muchos los problemas que nos atraviesan y debemos poder articular un sindicalismo que se comprometa con todos ellos. Un sindicalismo vital en el que volver a sostener desde lo colectivo.
P.— Estas semanas estamos viendo como desde los mass media se está haciendo una campaña ofensiva contra la ocupación. ¿Qué opinión tienes al respecto?
R.—Pues la verdad es que este fenómeno es minoritario y para entenderlo recomiendo leer el texto de Emmanuel Rodríguez en CTXT que lo explica muy bien. Esta crisis sanitaria va a impactar sobre las familias que menos recursos tienen y creo que esta campaña tiene mucho que ver con el miedo que se tiene a que se organicen, como ya pasó en la anterior crisis, y pongan en práctica proyectos como Las Corralas y las comunidades de vivienda.
*Para una ampliación ver la entrevista que le hice a Pastori en el canal de Youtube de CNT.