Imagen: Juan Antonio González Pacheco, Billy el Niño, oculta su cara tras un casco de moto a su salida de la Audiencia Nacional en 2014 // Álvaro Minguito
- Sirva el siguiente texto de recordatorio que siguen vivos colaboradores y cómplices manchados con la sangre derramada por el franquismo, sin que todavía hayan respondido por sus actuaciones.
Ha muerto Billy el Niño, ha muerto un torturador, una de las armas del horror de la represión franquista. No dedicaremos este espacio a deshilar un currículum de sangre e infamia, muchos ya lo harán estos días, y unos y otros nos quedaremos cortos.
Parece que todos los cerdos acaban muriendo en la cama. Franco, Pinochet y, ahora, este, sin ser juzgados por sus crímenes, sin ser condenados, menos públicamente. Pero la historia -excepto la que nutre al poder- y el pueblo ya los ha condenado. Algunos diréis que el hecho de que se juzgue y condene no nos atañe, pero es la muestra última de la nula dignidad de la política, del Estado.
Y no han sido juzgados sus crímenes por la cobardía de los «demócratas» con gobiernos de partidos de izquierda que nos venden la Transición cuando, realmente, lo que hubo fue una transacción donde se dejó tirados a todos los que combatieron contra el golpe de estado fascista y contra la Dictadura. De ahí que hoy, contad el tiempo que ha pasado, se siga reclamando la exhumación de miles de asesinados, la investigación de las torturas, el reconocimiento del trabajo esclavo… Esa transacción la rubricaron los Pactos de la Moncloa (Pacto Social) ¿Nos suena de algo ahora?
«Curiosamente», en la negociación no se hablaría de la Amnistía hasta que se firmasen los Pactos de la Moncloa en el 1977 ¿Amnistía o indulto? Fueron amnistiados los asesinos y franquistas, y algunas otras migajas para despistar, una auténtica ley de punto final que pone a salvo a los franquistas y a sus privilegios. Por eso se ha ido de rositas Billy el Niño, por eso mueren en la cama los cerdos.
Sus víctimas siguen esperando. No hay mucho más que decir.
Sirva Mario Benedetti, con Pinochet en la punta de su pluma, para finalizar esta nota.
Vamos a festejarlo, vengan todos los inocentes, los damnificados, los que gritan de noche, los que sueñan de día, los que sufren el cuerpo, los que alojan fantasmas, los que pisan descalzos, los que blasfeman y arden, los pobres congelados, los que quieren a alguien, los que nunca se olvidan.
Vamos a festejarlo, vengan todos, el crápula se ha muerto, se acabo el alma negra, el ladrón, el cochino, se acabó para siempre.
Hurra, que vengan todos, vamos a festejarlo, a no decir la muerte siempre lo borra, todo lo purifica cualquier día, la muerte no borra nada, quedan siempre las cicatrices.
Hurra, murió el cretino, vamos festejarlo, a no llorar de vicio, que lloren sus iguales y se traguen sus lagrimas.
Se acabo el monstruo prócer, se acabó para siempre, vamos a festejarlo, a no ponernos tibios, a no creer que éste es un muerto cualquiera.
Vamos a festejarlo, a no volvernos flojos, a no olvidar que este es un muerto de mierda.