Más de 15 millones de euros se llevan los Sindicatos oficiales en subvenciones directas en 2008.
Falta saber cuánto reciben de las CC.AA., por formación y por firmar convenios.
El BOE del 28 de enero (ver documento adjunto) publica una resolución de la Subsecretaría del Ministerio de Trabajo e Inmigración por la que se da a conocer las subvenciones recibidas por los Sindicatos oficiales1i. Pero en estos datos no está todo el monto que reciben, falta por conocer las subvenciones que reciben las distintas federaciones que los componen, los multimillonarios pagos de formación, el dinero que dan las Comunidades Autónomas y otras Instituciones.
Es insultante que estos miles de millones de pesetas no sirvan para nada provechoso a favor de la clase trabajadora, que estos miles de millones no hayan evitado ni uno solo de los de más de 3 millones de parados, que estos miles de millones ni siquiera paren un ERE. Aunque quizás se trate de eso, pagar –y están muy bien pagados- para no hacer nada. En este sentido, va siendo hora que el Tribunal de Cuentas audite a estos institucionalizados Sindicatos y compruebe que el dinero público que reciben se lo gastan en lo que dicen y, sobre todo, que se hagan públicas sus cuentas, porque públicos son los recursos que reciben.
Es, así mismo, lamentable que prácticamente todos los sindicatos con una cierta audiencia acudan al presupuesto público para sus “gastos corrientes”, que ninguno de ellos viva de las cuotas de sus afiliados y afiliadas. Sola, aislada de esta almoneda de voluntades, está la CNT; ni un euro, ni un duro, nada porque nada pedimos.
El sindicalismo de gestión necesita gestores a tiempo completo y esto hay que pagarlo y a falta de ingresos por cuotas hay que buscarlo por otros lados, porque vivir a este lado de la barricada se hace duro una vez que se ha pisado moqueta y se ha montado en coche oficial.
Lo hemos dicho y lo seguiremos diciendo, mientras los sindicatos dependan de las voluntades ajenas, nada podrá hacerse porque están atados de pies y manos, todo lo más, disimular y marear a las personas dando vueltas en círculo sin llegar a ningún lado.
Nosotros desconfiamos de los sindicatos oficiales, deudores del pesebre público, por lo que estaremos vigilantes ante cualquier actuación que tengan tendente a hacer falsas movilizaciones, más pendientes del telediario que de la resolución de los problemas.