El papel del papel

CONTRAPORTADA | Ilustración de Elena Zurita | Extraído del cnt nº 434.

En el barrio de Las Delicias de Valladolid, una de las primeras víctimas de las políticas precarizadoras de la sanidad pública, hace ya más de un lustro, fue el Centro de Especialidades. Por lo tanto, un nutrido grupo de vecinas lleva dando guerra contra dicho cierre con todos los medios a su alcance. Pero sin duda su principal herramienta de lucha es movilizar al propio barrio para reivindicar la reapertura. Para ello convocan cada año de tres a cuatro asambleas informativas y otras tantas manifestaciones, amén de concentraciones varias frente a las instituciones autonómicas encargadas del sistema público de sanidad (Sacyl).

Pero ¿cómo llegan a la gente del barrio para que se movilicen? Por supuesto hacen uso de las redes sociales e informan en las webs de los grupos vecinales que convocan. Pero un medio que nunca han dejado de utilizar es el reparto de folletos en la calle y el uso de la cartelería en los túneles, paredes, centros escolares y bares del barrio. Incluso tienen una etiqueta solidaria, por supuesto en papel, para establecimientos comerciales que reza: «este establecimiento también quiere la reapertura del centro del especialidades».

Y yo soy uno de los muchos residentes del barrio que recoge con una sonrisa y con satisfacción cualquiera de los «papeles» que reparten en las calles reivindicando tan digno objetivo.

El papel, repartido como panfleto, como folleto o como cartel, en este ejemplo cumple tres funciones nada desdeñables: aproxima el mensaje (reivindicativo e ideológico) a un auditorio cercano y afectado, reinstaura la cotidianidad de la comunicación, y ofrece un conocimiento inmediato y pedagógico de quiénes son los convocantes, cómo se organizan y cuáles son sus preocupaciones. Proximidad, cotidianidad y pedagogía son al tiempo funciones del uso del papel impreso en los movimientos sociales, como algunos de sus efectos secundarios. Además cumple una cuarta función «interna» para quienes lo usan y reparten: cohesiona al grupo convocante, pues exige un proceso de toma de decisiones y reparto de tareas entre los miembros.

Quienes queremos y creemos en revoluciones, debemos no menospreciar ningún precioso recurso, ninguna oportuna herramienta, para promover nuestras acciones e ideas. Eso sí, dicha utilización tendrá nuestra ética como marca: horizontal, racional, feminista, plural, igualitaria y ecológicamente digna. En eso consisten las revoluciones.

Las y los compas del SOV de Aranjuez todos los domingos por la mañana ponen un puestos de propaganda (toda en papel, sean libros, folletos, boletines, este «cnt»…) en la plaza mayor de esa villa, y todos los domingos hacia el mediodía en su página de feisbuq publican una foto del puesto.

Esto se denomina armonizar o complementar los soportes: la realidad es la calle y lo que en ella se hace, y lo digital lo expresa, lo refleja y lo amplifica. En este caso el hecho fundante hace del papel una razón para estar en la calle.

Tener escritos, lemas, gráficos o ilustraciones impresos en papel constituye un arsenal documental de acciones y reflexiones que enfatiza la centralidad de la calle, de la vida pública física y tangible como un bien, material e inmaterial, de suma importancia para la supuesta sociedad libertaria que decimos querer construir.

No se trata de promover el papel impreso en detrimento o menosprecio del soporte virtual, como tampoco lo digital necesariamente debiera dominar sobre el papel. Llegará un momento en que las futuras revoluciones, pues con la revolución terciamos, se harán con el máximo potencial que cada herramienta y medio permitan.

El capitalismo es siempre oportunista y tentacular y sabe muy bien -expertos pagan- cómo aprovecharse de cualquier medio para mercadear, aumentar beneficios y mantenerse en el poder. De similar modo, quienes queremos y creemos en revoluciones, debemos no menospreciar ningún precioso recurso, ninguna oportuna herramienta, para promover nuestras acciones e ideas. Eso sí, dicha utilización tendrá nuestra ética como marca: horizontal, racional, feminista, plural, igualitaria y ecológicamente digna. En eso consisten las revoluciones.

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